Etica en la vida cotidiana

La ética en la vida cotidiana

Preguntarse por la ética es similar a preguntarse por el modo de vivir. Ética equivale al modo del comportamiento humano en cuanto a la calidad de dicha forma de actuar. Un comportamiento es ético si es bueno, y antiético si es malo. Otra cosa es preguntarse cuándo algo es bueno y cuándo no lo es, pues hay distintas formas de evaluar la conducta humana: lo que para unos es bueno, es posible que no lo sea para otros y viceversa. Por eso la ética debe basarse en unos principios mínimos, fundamentales y objetivos en los que todos estemos de acuerdo. Son principios asociados a grandes valores objetivos, y que lo son para toda la humanidad.

Hoy en día se habla y se cuestiona mucho sobre la ética. Hay ética con apellidos: bioética, ética del deporte, ética profesional, ética política, ética empresarial, etc., pero lo importante es que la vida de todas las personas tenga como pilar fundamental funcionar en base a la ética. Es decir, que en el actuar de cada uno predominen los criterios del bien y de la justicia, y sean esos criterios y valores los que prevalezcan. Actuar bien en momentos importantes de la vida, igual que aparecer solidario ante algunos sucesos catastróficos divulgados insistentemente en los medios informativos, es probablemente más fácil que comportarse así en lo normal y común de la vida diaria. No es difícil ser generosos y solidarios ante acontecimientos extraordinarios e impactantes de la vida o en situaciones en que las personas puedan ser reconocidas por ello, pero se hace tan sencillo permanecer fiel, justo, bondadoso y solidario durante todos los días de nuestra vida, entre la gente que es más cercana a nosotros, cuando no suceden acontecimientos extraordinarios.

Específicamente se quiere enfocar a esa ética de la vida diaria, una ética que tiene que ver con la vida común y corriente, pero que es la que nos lleva y prepara a vivir la vida de una manera llena de sentido. Es una ética que marca todo un estilo de vida, un modo de ser que se incorpora en la persona y se practica sin ser forzado, sino que, de forma espontánea, y gracias a la cual, dicha persona actuará siempre de una manera justa y recta, ya que será lo que le nacerá de forma natural. Cuando una persona que vive un estilo de vida así actúa de otra forma que no se encuentre acorde con esos principios y valores que son fundamentales para ella, se siente mal consigo misma. Ese sentimiento de malestar equivale a lo que llamamos la voz de la conciencia, que es como la internalización de la ética, o por decirlo de una forma más sencilla nuestro pepe grillo personal.

Un ejemplo claro donde se podría aplicar el valor ético de la honestidad es en el colegio, al momento de realizar un trabajo, no permitir que otra persona nos copie, o intencionalmente pasar las respuestas de una prueba. Y es que, si tomamos en cuenta que la gran mayoría de los estudiantes serán profesionales, entonces al permitir o promover la acción de copiar un examen o tarea, estamos dificultando el desarrollo de las habilidades necesarias para ser un buen y ético profesional en un futuro.

En el trabajo se tiene que aplicar la profesionalidad a cualquier acción que realiza el profesional en su materia, sea este un doctor o abogado, siempre se debe de tratar cada cliente con toda profesionalidad, con el fin de dar lo mejor de nosotros mismos de cara a la sociedad, sin dejarse influenciar por factores externos, por ejemplo, ya sean prejuicios hacia un cierto grupo de personas, que nos impida actuar de una forma éticamente correcta.

En el hogar siempre se debe de aplicar el valor ético de solidaridad, ayudar a la familia sobre todas las cosas, luchar por salir adelante de manera grupal, tratar de que todos los integrantes de la familia se desarrollen como persona y den lo mejor de sí mismos, aunque muchas veces uno sienta que esos sacrificios no son

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