ÉTICA Y DEONTOLOGÍA ¿QUÉ ES LA ÉTICA Y PARA QUÉ SIRVE EN LA VIDA COTIDIANA?

ÉTICA Y DEONTOLOGÍA

¿QUÉ ES LA ÉTICA Y PARA QUÉ SIRVE EN LA VIDA COTIDIANA?

Mucho se ha hablado sobre los valores que pueden tener las personas en la sociedad, de sus acciones y como los pueden definir como buenos o malos, sin embargo, los conceptos que tratan de definir estos hechos son muy extensos y no se acoplan a lo que vemos en la realidad, se basan en teorías antiguas y que poco pueden ayudar a entender estos comportamientos y como pueden ayudarnos a ser mejores personas para nuestro entorno. Es entonces que se busca una definición variable, pero al mismo tiempo que coincida con el principal aspecto al cual se debe referir: la ética en el entorno cotidiano.  

El concepto de ética puede definirse, en sencillas palabras, como una reflexión sobre los acuerdos hechos para una adecuada convivencia dentro de la sociedad, pero este concepto sigue sin ser totalmente preciso, pues llega a confundirse con la definición de moral, que se refiere a los acuerdos en sí. Para la filósofa Adela Cortina, se resume la ética como un tipo de saber cuyo objetivo es orientar las acciones de las personas, clasificándolo como un saber práctico que nos permite discernir sobre las decisiones que tomemos en nuestra vida diaria (Cortina, 1994, p. 15).

Dirigiéndose al ámbito personal, la ética busca la felicidad de las personas, siempre y cuando su accionar sea el correcto, por esa razón es que anterior a la búsqueda de la felicidad, se encuentran los principios normativos, en el deber que cada uno tiene por cumplir, pero entonces ¿se pueden conjugar felicidad y deber en un mismo tipo de reflexión?

Como ser felices y que se debe hacer para serlo, son dos cuestiones a través de las cuales giran parte importante de los objetivos de la ética desde la época de los filósofos griegos, pasando por el pensamiento kantiano, hasta los postulados actuales, es aquí donde encontramos un nuevo punto de reflexión con respecto a la felicidad y el deber. Se ha buscado conciliar ambos conceptos por medio de un dialogo que permite garantizar la autonomía de las personas, que es la base de la moralidad. Es así, como a partir de la conjugación de dos términos, la reflexión ética se abre paso en medio de las principales dicotomías filosóficas, tales como el absolutismo y el relativismo, el utopismo y el pragmatismo, incluso el liberalismo y el socialismo (Cortina, 1994, p. 23). Esto le otorga a la persona un sentido más práctico, pero al mismo tiempo muy reflexivo, conociendo aspectos contrariados y sacando sus propias conclusiones de ellos.

La ética, al igual que otras ciencias prácticas y teóricas, cuenta con una misión por realizar, una vocación por cumplir. El hecho de preocuparse por el bienestar de las personas ya le otorga un sentido mucho más humano a esta rama filosófica, planteando los postulados a la vida diaria, la ética todavía tiene mucho trabajo por realizar.

Como miembros de una sociedad, el deber que se nos encomienda es velar por la felicidad de los otros, y que mejor forma de lograrlo que a través del diálogo, “porque quienes hablan se entienden, y mientras las palabras acercan, los disparos alejan y atemorizan” (Gutiérrez, Maestre y Soto, 2005, pp. 236-237). En un entorno cada vez más violento, el planteamiento sobre la ética debería intensificarse más, ¿es acaso que la gente vive sin moral, y principalmente, sin la capacidad de discernir correctamente entre el bien y el mal?

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