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FEDON O DEL ALMA


Enviado por   •  22 de Julio de 2014  •  4.100 Palabras (17 Páginas)  •  376 Visitas

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FEDON O DEL ALMA

INTRODUCCION

En este diálogo Platón da a conocer la teoría de las Ideas inteligibles, la teoría de la reminiscencia, la inmortalidad del alma, la teoría de la metempsicosis del alma, el desprecio hacia lo corporal y sensible, y el viaje del alma, además de tocar varios temas más.

El diálogo comienza días después con una conversación entre Equécrates y Fedón, quien le relata a Equécrates, por pedido del mismo, las últimas horas de vida y la conversación que tuvieron.

Fedón va relatándole detalle por detalle las conversaciones de Sócrates, las vivencias y cómo Sócrates moría.

Las conversaciones y discusiones de Sócrates se centran principalmente en Simmias y Cebes, amigos de Sócrates y discípulos del pitagórico Filolao, los cuales van discutiendo los más diversos temas, haciendo objeciones a Sócrates y éste demostrándoles que se equivocaban hasta desembocar en un mito escatológico de la travesía de las almas y una descripción del mundo.

El Fedón, es una obra en donde nos encontramos con variados matices ideológicos.

El Fedón no es una mera serie de preguntas y respuestas; sino que es una composición de distinto género, en la que, en medio de los incidentes de un argumento principal, se proponen, discuten y resuelven problemas complejos, que interesan a la vez a la psicología, a la moral y a la metafísica; obra sabia sobre la muerte en la que están refundidos, con profunda intención, tres objetos muy diferentes: el relato histórico, la discusión y el mito.

Argumento

El relato consiste en la descripción del último día de la vida y la muerte de Sócrates, que a Equécrates de Fliunte hace Fedón, testigo conmovido aún por la muerte serena, que se refiere con un lenguaje sencillo y la grandeza antiguas. El relato inicia en el momento en que Fedón nos abre las puertas de la prisión y aparece Sócrates, sentado el borde de su cama, en medio de sus discípulos, que concurrieron para recoger las últimas palabras de su maestro. Aparece tranquilo y risueño, sin advertirse en él tristeza ni de decaimiento que altere su semblante, sino sereno y tranquilo, como el pensamiento que le anima. Fuera de la emoción, mal contenida, de sus amigos, y las lamentaciones de Jantipa, su mujer; nada absolutamente se advertía en la persona de Sócrates que indicara la proximidad de su muerte; el mantiene sin esfuerzo su modo de ser y su lenguaje ordinarios.

Sócrates estaba determinado a dar a sus amigos el ejemplo de una vida consagrada hasta el último momento a la filosofía, Sócrates hizo retirar a su mujer y a sus hijos y no tardó en provocar a Simmias y a Cebes a una discusión, que debía prolongarse hasta la puesta del sol, o sea hasta el instante marcado por la ley para beber la cicuta.

Esto no sería un canto de tristeza, sino más bien de esperanza en la vida bienaventurada de su alma inmortal.

Un filósofo no debe darse muerte a sí mismo.

Según la explicación de Sócrates, son los dioses quienes debes escoger el momento de dar muerte a los hombres mortales y no los mortales quienes decidan cuando deben perder la vida, ya que así se sigue el curso natural del mundo. Muchas veces, mejor les sería a algunos estar muertos que vivir, pero ellos no pueden suicidarse, pues no pueden darse este beneficio.

El filósofo, los placeres del cuerpo y la reencarnación

Sócrates les habla referente a la integridad del ser humano, y a la posición que se debe tener ante la muerte porque cuando se es amante del saber, lo que más se ansía es precisamente el abandono del cuerpo para liberar el alma, que es la que permite un estado pleno. Menciona que quienes tienen un gran apego a lo material a lo aparente son los que sufren en este trance, sin embargo quien hace caso omiso de esto y se dedica a la sabiduría entonces es solo un paso más que debe dar el individuo.

Para que el alma pueda acercarse lo más posible a la inmortalidad de las ideas, el filósofo debe llevar una vida libre de los placeres que éste demanda, es decir, una vida ascética. El alma es prisionera del cuerpo, y por eso, su objetivo es liberarse en el momento de la muerte.

Hace mención de que el quien es filósofo está al cuidado del alma y por tanto debe rehuir a todos los placeres que el cuerpo busca porque de caer en las tentaciones que éste le pone entonces convierte su alma en impura y no tendrá acceso directo al gozo de la divinidad y por tanto habrá de venir de nuevo al mundo en otros nacimientos y refiere que de acuerdo a la esencia del alma entonces es la parte corpórea que adquirirá, incluso habla de la reencarnación en animales. Por tanto el trabajo de un filósofo es cuidar del alma para que sea encaminada al Hades.

Los amigos que ponen en tela de duda sus discursos son Simmias y Cebes mismos que no creen en que el alma no se destruya en el momento de la muerte del cuerpo, de ahí pues que lo cuestionen respecto a ese razonamiento y le soliciten que haga de manera más explícita, el porqué considera que el alma se conserva y retorna a otro cuerpo.

El filósofo no deberá temer a la muerte.

Según Sócrates, prepararse para el momento de la muerte en qué el alma se separa del cuerpo, ya que ésta necesita librarse lo más posible de la imperfección del cuerpo material, su prisión. Sería una incoherencia que el filósofo, que se prepara para la muerte, le tuviera miedo, ya que éste es, en cierto modo, su objetivo final en la vida. Por eso Sócrates no siente ni el más mínimo temor de la muerte que le espera.

La separación del cuerpo y el alma.

La muerte en sí, que es el momento concreto de la separación alma-cuerpo (el cuerpo muere y el alma queda libre). El pueblo llano ha considerado desde los albores del tiempo la muerte como uno de los mayores males, puesto que su tiempo en la tierra se termina, y nadie sabe que hay más allá; se separan de todo aquello que conocen, amigos, familia, riquezas, etc. sin que haya retorno posible. Los filósofos son considerados por el pueblo personas insensatas, puesto que, a primera vista, parece que buscaran finalizar su vida, despreciándola junto a todo lo que da (los placeres que éste intenta evitar, desde el placer de un abrazo a el de sentir la brisa en el cabello, o la contemplación de un paisaje bonito a la vista), que es lo que la gente del pueblo disfruta de ella: vivirla. El filósofo, a diferencia del pueblo, no busca exactamente la muerte; la espera paciente y se prepara para, precisamente no temerle.

La

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