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FEMINISMO LIBERAL Y FEMINISMO SOCIALISTA


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2015  •  Informes  •  2.597 Palabras (11 Páginas)  •  254 Visitas

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MEMORIA IV--→ Siglo XIX, FEMINISMO LIBERAL Y FEMINISMO SOCIALISTA

 El feminismo del siglo XIX ha sido considerado tradicionalmente como un feminismo “liberal” o “moderado”. Las actuaciones de las mujeres estaría delimitada dentro del marco patriarcal que correspondería a un movimiento de mujeres de clase media que luchaban por los derechos liberales de su clase. Las mujeres obreras también reclamarían su lugar en el nuevo espacio político y social que se estaba abriendo a las mujeres.

La clave de la evolución del liberalismo en Europa son los argumentos pragmáticos para la dignificación moral de la mujer, como el atemperamento de las costumbres disminución de la prostitución, menor tasa de abandono infantil y de delincuencia, menor impacto de las enfermedades de transmisión sexual. Insistencia en la libertad y la autonomía, pero manteniendo la división sexual del trabajo.

Si la Vindicación de los Derechos de la Mujer de Wollstonecraft es la obra del feminismo ilustrado, The Subjection of Women  publicada por el inglés John Sruart Mill marcaría también un hito importante. La influencia y colaboración de su esposa Harriet Taylor ha sido cuestionada puesto que la obra de esta última se muestra más radical que la de su marido. Ésta obra supone uno de los desarrollos fundamentales y centrales del principio de la libertad y de la autonomía personal aplicados a la situación de las mujeres. Cabe destacar la primacía moral de la persona frente a cualquier colectividad social, la afirmación igualitarista, el universalismo y la creencia de la posibilidad de mejora y progreso de las personas acompañado por un sistema de igualdad de oportunidades. Mill añade el principio utilitarista de alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de personas estableciendo como meta la persecución de los placeres intelectuales y morales. Considera los prejuicios basados en los sentimientos y en las costumbres un obstáculo en contra de la racionalidad y la modernización y piensa que la razón de la subordinación de la mujer tiene un origen social y cultural (al igual que lo pensaba Wollstonecraft). Propone mejoras relativas a la igualdad matrimonial, basadas en el poder patriarcal (al que el llama la ley del más fuerte), en el derecho de educación, en el acceso al trabajo, y en el derecho a sufragio (tema en el que fue especialmente activo como miembro del Parlamento). Mill introduce el argumento utilitarista: la sociedad no puede permitirse la exclusión de las mujeres de la vida laboral y pública, la competencia de libre mercado no podía prescindir de mano de obra y además se cumplirían los principios de justicia. Pensaba que la ausencia de obstáculos legales era condición suficiente para la emancipación, y en este sentido algunas teóricas contemporáneas han reprochado la versión de igualdad que mantiene Mill, pues a pesar de predicar la libertad presupone que pudiendo elegir quedarse en casa y comenzar una carrera profesional, escogerían la primera opción.

Las mujeres norteamericanas alcanzaron derechos como la educación o el trabajo mucho antes que las europeas. El movimiento de mujeres en Estados Unidos se caracteriza por cimentar sus raíces en otros movimientos sociales como el movimiento abolicionista y el movimiento de reforma moral; además los discursos feministas encontraron una resonancia colectiva que se plasmaría en un movimiento social (en el continente los discursos lo elaboran voces aisladas). Las americanas plantean sus reivindicaciones como medio para unos fines (abolicionismo o reforma moral), y esto les condujo a establecer alianzas con otras fuerzas políticas (movimiento antiesclavista) y a estar estrechamente ligadas a las distintas confesiones religiosas. El principio de la vida política era la intensa participación de la ciudadanía en la esfera pública, principio que hacia realidad la idea republicana básica: el poder reside en el pueblo. Así se liberaron de los lazos tradicionales de la monarquía, constituyéndose en “cuerpos políticos civiles” poniendo así en práctica un contrato social horizontal, pacto que se plasmaría en el We the people de la “Declaración de la independencia”. Las sufragistas se darían cuenta de este falso universalismo puesto que las mujeres los esclavos y los nativos no eran considerados parte del pueblo. A pesar de la brecha entre los valores cívico-públicos, el énfasis de la participación favoreció la causa de las mujeres, que se encontraron con una política cotidiana y próxima a la vida privada, lo que permitió a las mujeres estrenarse en el discurso y en la acción política. Ayudaron a la existencia del movimiento de mujeres dos movimientos:

  1. el movimiento religioso, que contribuyó a la alfabetización y educación de las mujeres, además de promover el trabajo de las mismas, reconociendo así sus propias capacidades y dándoles la posibilidad de desarrollar una conciencia de género tanto de sí mismas como de las otras mujeres
  2.  el abolicionismo. Movimiento radical de reforma moral que pretendía los derechos humanos de todas las personas con independencia de la raza o el sexo. Este movimiento no solo perseguía el derecho al sufragio, sino que también salieron a la luz temas como el abuso físico o la violencia sexual. En este movimiento hunde sus raíces el sufragismo norteamericano, en el cual militaron destacadas sufragistas como Lucretia Mott, Elisabeth Cady Stanon, Lucy Stone o Susan Anthony, la mayoría casadas con líderes abolicionistas. Las pioneras en unir los derechos políticos de las mujeres a la causa abolicionista serían las hermanas Grimké, Angelina y Sarah. Aunque el discurso abolicionista y el sufragista presentaban la misma raíz la práctica política presentaba diferencias, y en consecuencia hubo que elaborar un discurso independiente. Aprendieron del abolicionismo que su opresión debía ser resuelta organizando un movimiento político, lo que les conduce a concebir la primera “Convención sobre los Derechos de la Mujer” que tendría lugar en el Séneca Falls, en el estado de Nueva York.

En la declaración de Séneca Falls (1948) se afirma que el principio de legitimidad política debe fundarse en el consentimiento de los gobernados: no hay obligaciones respecto al Estado (impuestos, por ejemplo) mientras no se reconozca a las mujeres el derecho al voto, y todos los derechos políticos y sociales de la ciudadanía. La lucha estaba ligada a la conquista de los beneficios sociales de la ciudadanía, pero la ciudadanía política (derecho al voto) no aparecía como objetivo prioritario, ya que su demanda era considerada demasiado radical y podía poner en peligro las otras demandas.  

        Existen algunas fisuras en el universalismo del feminismo liberal como por ejemplo la voz de las mujeres negras. Sojourner Truth era una esclava liberada (única mujer de color que asistió a la Primera Convención nacional de Derechos de la Mujer que introduce por primera vez la intersección entre raza y género). Reivindica su identidad no como negra, sino como mujer. Los hombres negros consiguieron el voto como principio del trato no discriminatorio pero las mujeres no, ya que el motivo no era la raza sino el género. Después de una larga lucha por parte de las mujeres, se aprueba en la Enmienda Decimonovena (1920) en Estados Unidos, el derecho al voto femenino (tanto mujeres blancas como negras).

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