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FILOSOFIA DE LA RELIGION


Enviado por   •  14 de Enero de 2015  •  482 Palabras (2 Páginas)  •  223 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

PROFR. GERARDO VALENCIA

MATERIA: FILOSOFIA DE LA RELIGION

EL RITO Y EL HOMBRE LOUIS BOUYER

CAPITULO IX

ALUMNA: NORMA ALICIA LEYVA VELARDE

CULIACAN SINALOA, 14 DE ENERO DEL 2014

EL RITO Y EL HOMBRE… LOUIS BOUYER

CAPITULO IX

“EL ESPACIO SAGRADO”

Será más correcto hablar de la humanidad de la divinidad y de la divinidad de la humanidad. En relación con estas ideas considero que Louis Bouyer propone explícitamente cuál ha de ser el comienzo del Espacio Sagrado.

En su libro "El rito y el hombre", Louis Bouyer escribe: "La idea de que la basílica romana era la forma ideal de una iglesia cristiana, porque permitía una celebración donde sacerdotes y fieles estuviesen cara a cara, es un completo contrasentido. Sería lo último en que hubiesen pensado nuestros antepasados".

De cualquier manera, la estricta orientación de las iglesias, tal como se encuentra a partir de los siglos IV y V, no hubiera tenido sentido, si no hubiera estado en correlación con la orientación de la plegaria.

Para corroborar la opinión según la cual el altar propiamente dicho (y la cruz que está sobre él) sería el punto de referencia hacia el que se volverían los fieles y al que de forma ideal, deberían rodear; se cita a manera de ejemplo, la expresión del momento de vivos del canon de la misa: "et omnium circumstantium " (y de todos los que nos rodean). Es preciso aclarar, en lo que respecta a la significación filológica de esta expresión, que circunstantes designa globalmente "las personas presentes" y no solamente "aquellos que forman un círculo alrededor de algo"; y de hecho, en los escritos de la época, no se conoce ningún ejemplo en que los fieles hiciesen un círculo alrededor del altar durante la celebración de la misa. De cualquier forma no se hubiera podido hacer, ya que en aquella época, como hoy día entre los orientales, los laicos no tenían derecho a entrar en el santuario.

El respeto no se desarrolla sino donde está animado por actitudes externas y si es necesario por prohibiciones destinadas a evitar profanaciones. Por ejemplo, si un sacristán puede apoyar sin escrúpulos sobre el altar una silla para colocar en alto detrás del altar, candelabros o flores, la santidad del altar se profana groseramente. Estas actitudes son inimaginables en las iglesias de Oriente.

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