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Filosofia En El Ambito De La Democracia


Enviado por   •  8 de Mayo de 2015  •  4.302 Palabras (18 Páginas)  •  156 Visitas

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El pensamiento humanista de Jaime Torres Bodet

Luciano Cano Bárcenas

Originario de la Ciudad de México Jaime Torres Bodet nació el 17 de abril de 1902. Cursó estudios en la Escuela Nacional Preparatoria y, después, en la Facultad de Jurisprudencia y en la de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue profesor de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria y secretario de la misma. Siendo rector de la Universidad José Vasconcelos lo nombró su secretario particular. Posteriormente fue jefe del Departamento de Bibliotecas en la Secretaría de Educación Pública. Tiempo después ingresó al servicio exterior (1929) en el que se desempeño como secretario de la legación en Madrid (1929-1931) y en Paris (1931-1933); encargado de negocios en Buenos Aires (1934), primer secretario en Paris (1935-1936), jefe del Departamento Diplomático de la Secretaria de Relaciones Exteriores (1936-1937), encargado de negocios en Bélgica (1938-1049) y subsecretario de Relaciones Exteriores.

En 1943 el presidente Ávila Camacho lo designó secretario de Educación Pública, cargo que desempeñó hasta el fin del sexenio en 1946. En el siguiente periodo presidencial se desempeña como Secretario de Relaciones Exteriores (1946-1948), puesto al que tiene que renunciar al ser invitado como director de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura de 1948 a 1952. En 1954 regresa al servicio exterior como embajador de México en Francia y en 1958 retoma el cargo de secretario de Educación Pública hasta 1964. El 13 de mayo de 1974 se suicida unos días después de terminar sus memorias, dejando el siguiente mensaje: “Ha llegado el momento en el cual no puedo fingir, a causa de mis enfermedades, que sigo viviendo, en espera, día a día, de la muerte. Prefiero ir a su encuentro y hacerlo oportunamente. No quiero ser molesto ni inspirar piedad a nadie. He cumplido mi deber hasta el último momento" [El Universal, 1974], según reseñaron los diarios del día siguiente.

Formado en la más amplia gama de la intelectualidad de su momento, desde temprana edad se nota su vocación por el cultivo de las ideas, ya sea a través de la poesía, de la dirección

de revistas o en la conformación del grupo de "Los Contemporáneos" del que formaron parte gente de la estatura de Carlos Pellicer, Enrique González Martínez, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Elías Nandino y Salvador Novo.

Colaboró en diarios como el Novedades y en el semanario Mañana. Recibió varios honores y distinciones; fue miembro de El Colegio Nacional, la Academia Mexicana de la Lengua, el Instituto Francia y la Academia del Mundo Latino; así mismo once universidades le otorgaron el doctorado honoris causa.

El humanismo de Torres Bodet

Existen dos grandes momentos en los que se basa este análisis del pensamiento humanista de Torres Bodet, el primero es el trabajo desarrollado para cambiar el sentido socialista del artículo tercero de la Constitución Mexicana al final del primer periodo como secretario de Educación Pública y, el segundo momento es cuando Torres Bodet está al frente de la dirección de la UNESCO.

En 1946, en la última fase de su mandato como Secretario de Educación Pública, Torres Bodet propuso realizar un anhelo, que como lo confiesa en sus memorias, desde el inicio de su administración en diciembre de 1943 tenía en mente al igual que el presidente Manuel Ávila Camacho: la reforma del Artículo 3º que garantizaba que la educación que impartiera el Estado debía ser socialista.

Así, lo que vemos en el texto del artículo tercero "socialista" de 1934, es que de entrada aparece la adjetivación de "... la educación que imparta el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social" [Solana, 1981: 274].

Por el contrario, la noción de educación a la que hará referencia Torres Bodet , alude principalmente a un cambio en la concepción que se marcaba en el Artículo 3º de la Constitución, de 1934. Ya no será una educación dirigida a un fin específico o para un sector de la sociedad en particular, sino que se refleja una concepción de educación que se caracteriza principalmente por la formación moral del individuo, encaminada hacia el bien y la justicia. Más que una somera tarea de ilustración, o la simple habilitación de oficios y profesiones por el carácter de emergencia que vive el país, se piensa que la educación que logre la "unidad nacional" será aquella que "... valora nuestra propia alma, estime la eficiencia de las virtudes y reconozca el lastre de los defectos" [Torres Bodet, 1948: 125].

También, alude ésta noción a pensar la educación como un bien social de derechos y obligaciones en el que los intereses particulares o de grupo se subordinen a los de la comunidad y de la Patria. Esta subordinación estará justificada en el sentido de que los valores y las virtudes que el individuo va a adquirir en su formación integral, es decir en su educación, provienen de la Patria puesto que no se improvisan, sino que se forjan en los hogares y en la escuela, por lo que ésta debe estar fuera de "tempestades políticas".

Estas tres características de la educación: la formación del individuo en su integridad, la aptitud para el bien, y su correspondencia social de derechos y obligaciones, permite pensar a Torres Bodet a la enseñanza como el "modelaje" del individuo, en donde las materias primas son los alumnos; y

... los elementos que le dan cohesión, son los valores, el equilibrio de la libertad, la capacidad para apreciar, la enseñanza a querer la vida en lo generoso y lo verdadero, para el logro del hombre libre o lo que es lo mismo, la creación de la personalidad responsable, enérgica, valerosa, con rigor en las pasiones y la valentía en las pasiones injustas contra los demás. Si la enseñanza se da de esta manera, la educación realizaría su fin último que es la defensa de los principios de justicia, paz y libertad [Torres Bodet, 1948: 230].

Los postulados que el concepto de educación propuesto por Torres Bodet se encuentran inmersos en un ámbito que debe retomarse de la necesidad que él prevé de cambiar el sentido de la educación.1 Esta necesidad de cambio, se ve reforzada por la presencia de nuevos horizontes referenciales "externos", como lo fue la realización de la Conferencia en la que se creó la UNESCO como un organismo internacional de apoyo a la educación, la ciencia y la cultura de los pueblos al terminar

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