Filósofos de la Antigüedad (700 a.C. – 250 d.C.)
alejapasilBiografía1 de Agosto de 2021
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MOMENTO DE TRANSFERENCIA
FILOSOFIA
PRESENTADO A:
NESTOR DAZA
PRESENTADO POR :
JUAN ESTEBAN VALERO PALENCIA
NELSON DANIEL VALERO PALENCIA
GRADO 11.01
I.D SANTA INES
ACTIVIDAD.
- de la primera línea del tiempo: escriba cada uno de los. Filósofo; inserte su imagen y escriba su la tesis filosófica más importante.
[pic 1]
Filósofos de la Antigüedad (700 a.C. – 250 d.C.)
Los primeros filósofos trataron de entender el origen del mundo en el que vivían. Se interesaron por la infinidad de la cosmología, la perfección de la geometría y por la composición de la naturaleza. Para aproximarse a la reflexión sobre el origen del Universo plantearon el concepto arché (arjé), que hacía referencia a ese elemento desconocido que era la base de todas las cosas y componía en última instancia todo el Universo. El arché era la sustancia primigenia, el elemento esencial del que estaba compuesto el mundo físico. Los filósofos griegos propusieron distintas respuestas ante la pregunta de qué era el arché. Además de esta búsqueda infructuosa, también abordaron otros temas como la naturaleza (physis) -especialmente los presocráticos-, o la política y la antropología.
Tales de Mileto (624 a.C. – 546 a.C.)
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En su Metafísica, Aristóteles (384 a.C.- 322 a.C.) escribe que Tales de Mileto fue el primer filósofo. Nacido en la polis de Mileto, en la costa de la actual Turquía, Tales viajó por Egipto y aprendió geometría. Entre sus aportes matemáticos más importantes está el famoso Teorema de Tales. En cuanto a su obra filosófica, pese a no conservarse ningún texto suyo, se sabe -por otros autores que escribieron sobre él- que Tales consideró el agua como el elemento primigenio del mundo y del Universo. Para Tales el arché era el agua, porque era algo a partir de lo que se podía formar todo lo demás, era esencial para la vida, capaz de provocar movimiento y transformación. Por su búsqueda de la verdad a través de la razón, superando las historias o mitos que se contaban en la época, se considera a Tales de Mileto el primer filósofo. Como curiosidad, se dice que midió la altura de la Pirámide de Keops.
Anaximandro (610 a.C. – 545 a.C.)
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Discípulo de Tales, Anaximandro siguió reflexionado sobre el material elemental que componía el Universo. Para encontrar una explicación inventó el término ápeiron, que hacía referencia a lo ilimitado, a lo infinito. Según Anaximandro, lo ápeiron era el elemento primigenio que componía todas las cosas, desde las piedras y las hojas hasta las estrellas. Lo ápeiron era indefinible, no tenía forma ni límites. Además de introducir esta reflexión, Anaximandro planteó que la Tierra era el centro del Universo y trató de calcular la distancia entre los astros.
Anaxímenes (590 a.C. – 525 a.C.)
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Poco convencido de la compleja explicación de su maestro Anaximandro, Anaxímenes pensó que el arché debía ser el aire, un elemento infinito como lo ápeiron, pero que él encontraba mucho más explicativo de manera racional: el aire, a través de procesos físicos como la rarefacción y la condensación, es capaz de crear todas las cosas. Al contrario que su maestro, Anaxímenes pensaba que la Tierra era «plana como una hoja», y que había sido formada por acción del aire.
Pitágoras (569 a.C. – 475 a.C.)
No se sabe mucho de la vida de Pitágoras, pero se cree que estuvo en contacto con la Escuela de Mileto -de la que habían formado parte Tales, Anaximandro y Anaxímenes tan sólo una generación antes- y que viajó a Egipto y allí aprendió geometría. Estas influencias hicieron que su aproximación a la filosofía fuera desde una perspectiva matemática. Sin embargo, en Pitágoras sorprende encontrar a un hombre profundamente religioso y creyente en todo lo relacionado con el alma y la reencarnación. Es famoso por haber fundado la Escuela Pitagórica, una especie de secta religiosa formada por los llamados pitagóricos, estudiosos de la obra de Pitágoras y adoradores del personaje. El filósofo creó todo un culto religioso alrededor de su propia figura, y sus seguidores entendían las ideas de su maestro como revelaciones místicas. Pitágoras era un científico místico que no encontraba contradicción en su filosofía. También se atrevió a dar solución al problema del arché, y propuso que el elemento primigenio del cual estaba compuesto el Universo eran los números.[pic 5]
Heráclito (540 a.C. – 480 a.C.)
Tratando de superar lo estático de sus predecesores, Heráclito apostó porque el arché era una sustancia en constante cambio y transformación. Usó la metáfora del fuego y por eso algunos interpretan que, para Heráclito, el arché era el mismo fuego. En realidad lo que quería transmitir este filósofo nacido en Éfeso era la idea de que en el Universo existía un constante cambio que, sin embargo, se mantenía en equilibrio: el día y la noche, el calor y el frío… Heráclito llamó a esa ley universal logos, una especie de razón superior que ordenaba el Universo.[pic 6]
Parménides (515 a.C. – ? a.C.)
De manera opuesta a Heráclito, Parménides defendió la idea de que el cambio no existe. El cambio esencial, el cambio en el ser de las cosas, no es posible. Según Parménides, todo lo real es eterno e inmutable. Para él, el elemento esencial del Universo es el propio ser. Más allá de su filosofía, lo importante en Parménides es la idea de que la verdad se descubre a través del pensamiento lógico deductivo, y la convicción de que nuestra percepción del mundo es errónea. Después de Parménides ningún otro filósofo fue monista. La búsqueda de un único elemento se sustituyó por las explicaciones pluralistas, que encontraban el origen del Universo en varias sustancias primigenias.[pic 7]
Empédocles (495 a.C. – 444 a.C.)
Uno de los pluralistas fue Empédocles, que señaló al agua, la tierra, el aire y el fuego como los cuatro elementos esenciales que componían todas las cosas. El arché pasaba de ser una única sustancia (monismo) a poder estar formado por varias (pluralismo). Los cuatro elementos que identificó Empédocles como sustanciales estaban en constante movimiento y mezclándose. Además, Empédocles habló de el Amor y la Discordia como fuerzas motoras del ser, fuerzas de atracción y repulsión.[pic 8]
Anaxágoras (500 a.C. – 428 a.C.)
Otro pluralista fue Anaxágoras, que habló de una serie de semillas que formaban el mundo físico. Trataba así de explicar la pluralidad de formas en el mundo, ya que estas semillas de las que hablaba eran partículas elementales de muy diferente naturaleza. Además de esta explicación, Anaxágoras introdujo el concepto de nous, con el que intentó dar forma a la inteligencia, que según él era un fluido que se filtraba en el interior de la materia y la dotaba de movimiento.[pic 9]
Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.)
Considerado el fundador de la filosofía occidental, Sócrates no dejó ningún escrito ni fundó ninguna escuela. Este famoso personaje nacido en Atenas se dedicó más bien a plantear preguntas. A menudo se le imagina como un viejo que iba por la calle molestando a la gente con preguntas y diálogos. Muchos de los atenienses acabaron hartos de él, pero otros, como un joven Platón, se interesaron por ese curioso método de abordar el conocimiento. El método socrático se basaba en el continuo cuestionamiento y en la profundización personal sobre las creencias de cada individuo. Más que la búsqueda de respuestas, Sócrates estaba motivado por la comprensión de los conceptos que cada persona tiene interiorizados. En realidad, él creía que los conceptos no eran relativos, sino absolutos. Llegar a comprender qué es lo correcto, qué es lo bueno, sólo se podía conseguir mediante el razonamiento y alcanzando la sabiduría. Para ello debía trabajarse el cuestionamiento y examen de la vida. Fue condenado a muerte por «corromper la mente de los jóvenes». Pudo exiliarse, pero decidió suicidarse con cicuta. Platón recogió toda la sabiduría de Sócrates en una serie de obras llamadas Diálogos, y gracias a esta compilación el pensamiento de aquel viejo que no dejaba de hacer preguntas ha sobrevivido al paso del tiempo.[pic 10]
Demócrito (460 a.C. – 370 a.C.)
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Junto con su maestro Leucipo, Demócrito planteó que el misterioso arché era en realidad una enorme cantidad de átomos, sustancias indivisibles. Así pues, el Universo no estaba formado de una sola sustancia, sino de millones de partículas inmutables y diminutas. Demócrito las llamó atomos, literalmente: indivisible. Además, aportó una interesante idea relacionada con el vacío que había entre los átomos, de manera que en el Universo sólo existían átomos y vacío, nada más. Y nada menos. Esta corriente, denominada atomismo, fue la primera visión mecanicista del Universo.
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