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Freud


Enviado por   •  30 de Mayo de 2014  •  Biografías  •  20.217 Palabras (81 Páginas)  •  207 Visitas

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(Die Zukunft einer Illusion)

(Presentación, traducción y notas de Juan Bauzá)

Presentación

Freud comenzó a escribir esta obra en la primavera europea de 1927, la terminó en el mes de septiembre de ese año y fue publicada en noviembre por la Internationaler Psychoanalytischer Verlag. Se trata de una obra llena de ironía y de la sabiduría de la vida de un hombre que se decide a afrontar los últimos años de su existencia y que pretende compartir con quien quiera escucharlo alguna de las cosas esenciales que la vida le ha enseñado, que a nuestro entender está en la línea de esa preguntas fundamentales que Kant formula en su Crítica de la razón pura y que el ser humano tiende a olvidar o a responder demasiado precipitada o irrazonablemente: “¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué es el hombre, si este tiene algún sentido?” Estas preguntas no tienen que llevar necesariamente a una Moral religiosa y pueden llevar, como es el caso en Freud, a una Ética laica, y si las aplicamos al psicoanálisis y a sus consecuencias conducirnos a una Ética del psicoanálisis a la que Lacan dedicará un seminario fundamental, su opus VII en el curso 1959-1960. Freud dedicará tres escritos fundamentales al tema: este Porvenir de una ilusión, que presentamos aquí, El malestar en la Cultura y la correspondencia abierta con Einstein titulada: ¿El por qué de la guerra?

Aquí Freud nos ofrece una profesión de fe en el laicismo, el cientifismo y el racionalismo, que como dirá dan cuenta de su posición y no podrían confundirse con lo que es fundamentalmente un método de investigación sui generis: el psicoanálisis.

En esta obra Freud califica a la religión de neurosis obsesiva colectiva de la humanidad, por no hablar en algunos casos de delirio colectivo. Según Freud se trata de superar esa neurosis social del mismo modo que el niño con suerte supera su neurosis infantil en el transcurso de su desarrollo, para favorecer el desarrollo de la humanidad Freud pone su esperanza en la primacía de la ciencia, la única disciplina que califica como no ilusoria en relación con la verdad. Por otra parte, Freud dialoga con un interlocutor imaginario, en el que puede reconocerse a su amigo y corresponsal, el pastor protestante Oskar Pfister, centrándose en la cuestión de las relaciones entre psicoanálisis y religión. Freud no pudo evitar afirmar en varias ocasiones su ateismo, como en “Una vivencia religiosa” (1928a), una respuesta a un joven médico norteamericano que le había participado de su experiencia religiosa . Recordemos también que en un artículo anterior: “Acciones obsesivas y prácticas religiosas” (1907b), Freud establece una aproximación entre los rituales de la neurosis obsesiva y el ceremonial de los ritos religiosos. A continuación retoma la cuestión de la religión en Tótem y tabú (1912-1913a), en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c) donde presenta la estructura de la Iglesia como el prototipo de una masa artificial. Todavía en 1939, poco antes de su muerte volverá sobre el tema en El hombre Moisés y la religión monoteísta (1939a).

Cuando Freud redacta El porvenir de una ilusión en 1927, se ve llevado por una necesidad interior y el deseo de responder a algunos interrogantes religiosos, en particular los que le había suscitado el escritor francés Romain Rolland. Este autor había escrito en 1919 un pieza de teatro titulada: Liluli, que era una onomatopeya de “l’illusion”, y que había dedicado a Freud en estos términos: “Al destructor de ilusiones, Pr. Dr. Freud”. Freud le responde escogiendo para su libro un título que remite a Liluli.

La publicación de El porvenir de una ilusión tendrá una repercusión inmediata y desencadenará una serie de vivas controversias que están lejos de concluirse y que han dado lugar a tomas de posición de lo más diverso. La primera de esas controversias y quizá la más famosa de las mismas es la que mantuvo con su amigo el pastor protestante Oskar Pfister, que publicó una respuesta o un comentario al respecto bajo el título: La ilusión de un porvenir (1928) . Pfister que defiende su posición religiosa en este artículo, reprocha a Freud su consideración exclusiva de la religión como un derivado psicopatológico, como una defensa, lo que a Pfister le parece reduccionista y estrecho. El fenómeno religioso tomado en su conjunto es algo más complejo. Por otra parte, las opiniones de los dos interlocutores divergen sobre numerosos puntos: Freud opone el psicoanálisis a la religión, mientras que Pfister ve precisamente en el psicoanálisis la posibilidad para el creyente de depurar su neurosis religiosa y el uso espurio de la religión y con ello su fe; Freud considera la religión como la expresión de un infantilismo del ser humano no superado, mientras que Pfister ve en ella uno de sus valores culturales más elevados.

Por lo que se refiere a al Iglesia católica romana, esta tuvo en un principio una actitud desafiante y hostil hacia el psicoanálisis y hacia las posiciones de Freud y, desde la publicación de los Tres ensayos para una teoría de la sexualidad (1905d), denunció lo que consideraba su pansexualismo reductor. Más tarde con la revolución bolchevique, consideró el freudismo tan peligroso como el marxismo, considerando fundamentalmente que estas doctrinas amenazaban a la familia como base de la sociedad. Aunque hostil a las ideas de Freud, sobre todo después de la publicación de El porvenir de una ilusión, la Iglesia católica no se pronunciará sin embargo nunca con una condena oficial hacia el psicoanálisis, y expresará más bien su desaprobación a través de tomas de posición individuales como las intervenciones críticas repetidas durante los años 30, del Padre W. Schmidt (Cf. “Der Oedipus-K der freudschen Psychoanalyse und die Ehegestaltung des Bolschevismus. Eine kritische Prüfung ihre ethnologischen Grundlagen”, Nationalwirtschaft, 2, 1929, 401-436), o la del abad Oraison [Cf. (1950) La vie chrétienne et le problème de la sexualité, Paris, Fayard, 1970] en los años 50. Después del concilio Vaticano II, se esbozará una apertura en los años 60, pero una experiencia de psicoterapia psicoanalítica de grupo en el monasterio de Cuernavaca en México terminará con el cierre de este monasterio, pues la mayoría de los monjes decidieron abandonar su celibato y casarse. Ello llevó a una condena de Pablo VI. Pero esta experiencia estuvo en el origen de muchas crisis de fe y de cuestionamiento del celibato, así como de la promoción del respeto de la Iglesia a una laicización del saber.

Suele ser una idea comúnmente aceptada el pensar que todos los psicoanalistas son ateos, al igual que Freud,

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