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Freud


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2014  •  Síntesis  •  1.278 Palabras (6 Páginas)  •  197 Visitas

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Prólogo.

La obra no es un solo de un tema sociológico.

El tema principal es el irremediable antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura.

En anteriores publicaciones no había sido claro para Freud evaluar claramente el papel cumplido en las restricciones propias de la cultura (impuestas desde afuera); en general el papel cumplido en estas restricciones por las influencias interiores y exteriores, así como sus efectos recíprocos, hasta que sus investigaciones sobre la psicología del yo, lo llevaron a establecer la hipótesis del superyó y su origen en las primeras relaciones objetales del individuo. Por lo que en los capítulos VII y VIII se dedica a indagar y dilucidar la naturaleza del sentimiento de culpa y Freud declara su propósito de situar al sentimiento de culpa como el problema más importante del desarrollo cultural y sobre ello se edifica la segunda de las cuestiones colaterales tratadas: la de la pulsión de destrucción. Sobre esto, se dice que hasta que Freud no estableció la hipótesis de una “pulsión de muerte” (en varias obras, no solo este ensayo), no salió a la luz una pulsión agresiva independiente, que era secundaria y derivaba de la primaria pulsión de muerte, autodestructiva. En este trabajo esto es válido, pero acá el énfasis recae mucho más en las manifestaciones exteriores de la pulsión de muerte. James Strachey.

I

Freud empieza a relacionar la discusión sobre la religión como ilusión, pues un amigo le ha indicado que la religión es un sentimiento que prefería llamar sensación de “eternidad”, sin límites y sin barreras que prefería llamar oceánico, el cual es puramente subjetivo.

Al respecto, Freud considera que no puede descubrir en sí mismo ese sentimiento oceánico, que no puede medirse fisiológica o científicamente y que más bien por asociación puede considerarse como un sentimiento de atadura indisoluble, de la copertencia con el todo del mundo exterior. Cita a Christian Dietrich para ejemplificar: “De este mundo no podemos caernos”. En su criterio, no puede convencerse de tal sentimiento, pero por ello no impugna su efectiva presencia en otros.

Señala que la idea de que el ser humano recibiría una noción de su nexo con el mundo circundante a través de un sentimiento inmediato dirigido ahí desde el comienzo mismo suena extraña y se entrama mal en el tejido de nuestra psicología que parece justificada una derivación psicoanalítica. Normalmente no tenemos más certeza que el sentimiento de nuestro sí-mismo, de nuestro propio yo. Este yo aparece autónomo, unitario y deslindado de todo lo otro. Que esta apariencia es un engaño que el yo más bien se continúa hacia adentro, sin frontera tajante, en un ser anímico inconsciente que designamos “ello” y al que sirve como fachada. Pero hacia fuera el yo parece afirmar unas fronteras claras; las cuales parecen desvanecerse en el enamoramiento, porque el enamorado asevera que yo y tu son uno y está dispuesto a comportarse como si así fuera. Señala entonces Freud que lo que puede ser cancelado por una función fisiológica, naturalmente tiene que poder ser perturbado también por procesos patológicos. La patología -dice Freud- nos da a conocer gran número de estados en que el deslinde del yo respecto del mundo exterior se vuelve incierto o en que los límites se trazan de manera efectivamente incorrecta; casos en que partes de nuestro cuerpo propio y aun fragmentos de nuestra propia vida anímica -percepciones, pensamientos y sentimientos- nos aparecen como ajenos y no pertenecientes al yo, y otros aun en que se atribuye al mundo exterior lo que manifiestamente se ha generado dentro del yo y debiera ser reconocido por él. Por eso el sentimiento yoico está expuesto a perturbaciones y los límites del yo no son fijos.

El sentimiento yoico del adulto no fue así desde el comienzo, habrá recorrido un con desarrollo

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