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Fuenteovejuna.


Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  Síntesis  •  2.076 Palabras (9 Páginas)  •  302 Visitas

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Fuenteovejuna. Lope de Vega.

Apoyado en su innato sentido del espectáculo, Lope de Vega supo crear el teatro que se quería ver a comienzos del siglo XVII, aun desafiando las limitaciones técnicas del momento, de modo que cada una de sus piezas, Fuenteovejuna entre ellas, fue concebida con el objetivo prioritario de “dar gusto” a un público que por aquellas fechas apenas sí disponía de diversiones públicas. La obligación de suministrar novedades con las que saciar la voracidad de unos espectadores siempre expectantes fuerza al dramaturgo a exprimir un talento que, plegado por lo común a las demandas de su auditorio, acaba por agotarse. No cabe duda de que el modelo teatral propuesto por Lope representó una novedad, pero él mismo lo convierte en fórmula a fuerza de incidir en él a lo largo del ingente número de obras que escribe. Obligado por un público —y una incipiente industria teatral— en el que se mezclan las clases sociales, las sensibilidades artísticas y las formaciones literarias, Lope crea un teatro adaptado al gusto mayoritario, en el que lo popular y lo nacional se funden sin renunciar por completo a la calidad literaria.

Lope llevó a su teatro toda una serie de supuestos básicos (sentimiento monárquico, concepto del honor, ortodoxia religiosa) sin los cuales sus obras no hubiesen despertado el entusiasmo que sin duda provocaron. No obstante, con ser esto importante, conviene decir que Lope dotó a esas creaciones de una agilidad, una amenidad, un movimiento y una intensidad que ayudan a explicar su enorme popularidad. Lope sedujo al público, y éste se dejó seducir por la vertiginosa rapidez de una acción dramática concebida para su disfrute. Se creó una maquinaria teatral pensada para retener durante el tiempo de la representación la atención del espectador: las obras de la “comedia nueva” tienen tres actos, en lugar de los cinco habituales de la tragedia clásica; combinan, en una decisión insólita, lo trágico con lo cómico; alternan distintos tipos de verso según la intensidad dramática del momento (versos cortos para las escenas cómicas y largos para las dramáticas o amorosas); las escenas efectistas que buscan sorprender a los espectadores se suceden en apenas unos minutos; la angustia que envuelve a los señores convive con la comicidad del gracioso; el desenlace de la obra se retrasa deliberadamente o se deja en suspenso al finalizar un acto con objeto de preparar a los espectadores para que deseen el final que se anuncia y, en última instancia, lo admitan... A pesar de que en algunas de sus piezas resulte demasiado evidente la precipitación con la que fueron escritas, su teatro responde siempre a un modelo, éste, perfectamente estructurado en el que todos los elementos están dispuestos para procurar la diversión y el entretenimiento del público. Recursos que todo lector puede reconocer sin dificultades a lo largo de la lectura de cualquier pieza de Lope y también, por supuesto, en Fuenteovejuna.

Tan importante como dar con la fórmula dramática adecuada era encontrar los argumentos que iban a servir de soporte temático. Entre su copiosísima producción, no siempre fácil de fechar ni de agrupar, destacan aquellas obras en las que, como sucede en Fuenteovejuna, Lope decidió llevar a la escena motivos tradicionales de la leyenda o de la historia nacional. El pasado histórico (del reino de Castilla, preferentemente) se convierte así, por acción de las inercias de la época y de la propia voluntad del escritor, en terreno fértil de donde extraer aquellos sucesos y personajes que mejor se adaptan al propósito general de su teatro. Las posibilidades de elección eran casi infinitas, pudiendo elegir desde las grandes gestas de la Reconquista hasta los pequeños enfrentamientos habidos con la autoridad. Aunque también sucumbió a la tentación del teatro de tintes épicos, Lope mostró su predilección por aquellos hechos insignificantes en apariencia, pero sobre los que era factible reconocer un conflicto en el que se recogía, de un modo subliminal, indirecto, algún grave problema individual o colectivo en torno al que haría girar la obra. En el caso concreto de Fuenteovejuna, Lope parte de un hecho histórico, la rebelión de una pequeña población que se levanta contra los abusos de poder cometidos por el Comendador, para escribir una encendida defensa no de la insubordinación social, mucho menos de la rebeldía popular con trasfondo político, sino, bien al contrario, de los beneficios sociales, morales incluso, que se derivan del respeto a la autoridad suprema del monarca absoluto, responsable en última instancia del restablecimiento del orden vigente toda vez que logra reparar el desafuero del Comendador.

Cualquier argumento era válido, a juicio de Lope, para defender el sistema de valores oficial: la defensa de la integridad moral, de la fidelidad, del espíritu patriótico y, en general, el respeto a la autoridad legítimamente instituida. Como ocurre en tantas de sus comedias, la puesta en escena de la disputa que enfrenta a nobles y villanos, resuelta, como se ve, gracias a la intervención del rey, permite estrechar los lazos que unen al escritor con las masas populares que le veneran. Cuando es un noble quien ejerce injustamente el poder, es el villano (el hombre de pueblo que no forma parte de la corte ni, por tanto, del poder establecido) quien actúa como antagonista. Éste personaje, movido tanto por su concepto de la honra como por la seguridad de saberse “cristiano viejo” (es decir, libre de la sospecha de contar entre sus antepasados con algún familiar de sangre judía) acude al rey para que restaure una justicia que siente ha sido contravenida. El hecho de que sólo la nobleza de sangre pudiera legitimar un acto que en el fondo constituía una flagrante insubordinación del pueblo contra una instancia política a la que debía obediencia, se explica por el origen converso de buena parte de la nobleza. Cuando se repara en la procedencia de los antepasados de muchos nobles castellanos descubrimos que, aupados a su privilegiada posición por la solidez de sus recursos económicos, hay muchos judíos, lo que a ojos de amplios sectores de la población era motivo suficiente para despertar recelos y animadversiones. De esta forma, el carácter popular de nuestro teatro, y más concretamente del teatro de Lope de Vega, parece defender los intereses de los estratos inferiores de la

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