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Generacion del 80

InesBTesis10 de Octubre de 2013

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CONTEXTO

HISTORICO

Generacion del 80

Bajo la denominación de la Generación del 80 se conoce a la élite gobernante de la República Argentina durante el crucial período de la República Conservadora (1880–1916), que ubicó al país entre los más ricos del mundo.

En 1880, se lanzó la candidatura a la presidencia del general Julio Argentino Roca, que había dirigido la Conquista del Desierto un año antes, y que fue el artífice de la generación y del modelo de país que ésta representó.

Los miembros de los Generación del 80 tuvieron a su cargo las más importantes funciones políticas, económicas, militares y religiosas, manteniéndose en el poder mediante el fraude electoral. Pese a la creciente oposición, nucleada en lo político en torno a la Unión Cívica Radical y a las agrupaciones anarquistas y socialistas formadas por los obreros inmigrantes, la Generación del 80 ejerció el gobierno durante más de tres décadas, hasta la Revolución del Parque y la sanción de la Ley Sáenz Peña, promulgada a instancia de sus propios representantes, de sufragio universal, obligatorio y secreto, que marcaría la transición a la Argentina contemporánea.

El concepto de Generación del 80

El término apareció por primera vez a lo largo de la década de 1920, y se refería a una generación de literatos. En su Historia de la Literatura Argentina, Ricardo Rojas le dio ese nombre de forma marginal, ya que el grupo que más tarde llevaría el nombre de Generación del 80 es llamado "Los modernos". El primer autor que agrupó a los autores del período con ese nombre fue Arturo Giménez Pastor, con un trabajo titulado Los del 80; si bien utiliza ese nombre especialmente para escritores, también menciona intelectuales y científicos.Simultáneamente, el historiador Rómulo Carbia, en su Historia crítica de la historiografía argentina, agrupaba a los historiadores del período como "Los ensayistas". Por último, en dos artículos aparecidos en el diario La Nación a fines de los años 30, Manuel Mujica Lainez menciona a la "Generación del 80" con su significado actual, pero circunscripto al mundo literario.

La particularidad de que la mayoría de los escritores del período fueron también políticos de mucha figuración permitió extender el término a los políticos, pero ese proceso no se dio con claridad hasta mediados de los años 1950, cuando Carlos Ibarguren se refirió al conjunto de los intelectuales y políticos del período con ese nombre.3 El término fue utilizado también por un historiador de izquierda como Jorge Abelardo Ramos en Revolución y contrarrevolución en la Argentina (1957), y por Enrique Barba en un artículo de 1959, en que declaraba que esta generación era descendiente directa de la Generación del 37 por sus ideales y filosofía. La delimitación más exacta del término "Generación del 80", como un conjunto de dirigentes intelectualizados, herederos conscientes de la del 37, oligárquicos y ligados a la producción ganadera, llegó de la mano de David Viñas, en Literatura argentina y realidad política: Apogeo de la oligarquía (1964). Ya en El desarrollo de las ideas en la Argentina del siglo XX, José Luis Romero hablaba de la Generación del 80 como un concepto enteramente conocido por el lector.

Desde 1970 en adelante, el término se usaría en el sentido que le dio Viñas, con matices más o menos favorables o desfavorables según el punto de vista del autor. Pero a partir de este período aparecieron ciertas ambigüedades en cuanto a los límites que permiten definir quién perteneció a esa generación y quién no. Identificada la Generación del 80 con el amplio período transcurrido entre 1880 y1916, se ha tendido a dejar de lado las particularidades de los dirigentes e intelectuales más jóvenes aparecidos en los primeros años del siglo XX, que mostraron una orientación claramente diferenciada de la anterior, por lo que no cabría incluirlos en la del 80; por ejemplo, los intelectuales y científicos no tuvieron, casi sin excepción, aspiraciones políticas.1

Ideología

La Generación del 80 fue la continuadora de las Presidencias históricas que supo aprovechar la conclusión de las crisis políticas y la superación de los avatares de la economía dominados por el tercer y último presidente de ese período, Nicolás Avellaneda.

Esta superación dio paso a que en la sociedad fuera dominada por el optimismo y el convencimiento de un futuro generoso que esperaba a Argentina para los años venideros.

Los políticos de la Generación del 80 defendían posturas positivistas,  simbolizando su actuación con el lema de Auguste Comte, de Orden y progreso. Los dirigentes de esta generación creían ciegamente en el progreso, identificando tal concepto con el crecimiento económico y modernización; el orden era considerado una condición necesaria de tal progreso, ya que fijaba las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la proyección del progreso . Con similar contenido, las dos presidencias de Julio Argentino Roca se fundaron en el lema "Paz y administración", que sintetiza el pensamiento liberal conservador.

A lo largo de casi toda su existencia, los hombres de la Generación del 80 creyeron en un destino de progreso indefinido para su país y para la humanidad. Se esperaba ver un crecimiento del país en todos los aspectos, tanto económicos, como sociales, culturales y materiales. En cierto sentido, no creyeron necesario hacer mucho más que crear las condiciones para ese crecimiento, ya que daban por sentado que el progreso respondía más bien a la naturaleza de las cosas. El único período que cuestionó esa esperanza fue lacrisis económica de 1890, pero el optimismo general retornó al poco tiempo.

Ideológicamente, esta generación se consideraba tributaria de la Generación del 37, a la cual habían pertenecido sus padres o abuelos —aunque muchos dirigentes eran descendientes de personajes destacados del Juan Manuel de Rosas— y sostenían como dogmas los principios enumerados por muchos de los miembros de esa generación; en particular, el de gobernar es poblar de Juan Bautista Alberdi, del cual heredaron solamente una parte de sus prejuicios culturales y raciales, el rechazo de las tradiciones retrógadas que nos subordinan al antiguo régimen de Esteban Echeverría y el enfrentamiento entre civilización y barbarie de Domingo Faustino Sarmiento.8

Las ideas positivistas de esta generación estaban notablemente influidas por el pensamiento de Herbert Spencer, que adaptó los principios evolucionistas de Charles Darwin a las sociedades modernas.  Así, de acuerdo al modelo sarmientino, gauchos e indioseran bárbaros, personas incultas incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada sobre los principios liberales que garantizaban el camino hacia el progreso. Sostenían por ello la necesidad de eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar lacivilización, trayendo población europea para entrar en las vías del progreso. No encontraban contradicciones morales en la eliminación cultural y hasta física de la población nativa, ya que el destino de las razas y culturas europeas —consideradas más "aptas" para vivir en el mundo moderno— era prevalecer sobre ellas, y tarde o temprano desplazarían a las "menos aptas".

Enfrentaron las posiciones tradicionales de la Iglesia Católica y bajo su impulso se trató de definir la separación entre la Iglesia y el Estado con la sanción de las leyes de Matrimonio Civil, Registro Civil y Educación Común, la última de las cuales estableció la enseñanza primaria pública, obligatoria, gratuita y laica. De todos modos, nunca se intentó seriamente separar completamente la Iglesia del Estado, sino solamente de minimizar la influencia institucional de la misma.

Estas últimas medidas llevaron a un enfrentamiento constante con la Iglesia, que intentó ser defendida por una fracción ideológicamente marginal de la Generación del 80: los líderes católicos, como Estrada, Emilio Lamarca o Pedro Goyena, cuestionaban las posturas anticlericales del grupo dirigente, pero compartía sus ideas liberales.

Expansión poblacional y económica

La generación del 80 llevó adelante un proceso de inmigración europea sin precedentes y la economía del país vivió un proceso de expansión de alto índices.

El fundamento de la política economía liberal fue la aplicación de un exitoso modelo agroexportador, afin a la clásica división de los términos de intercambio mundiales. La economía nacional se basaba en la producción y provisión de materias primas para Europa, continente que estaba en atravesando la segunda revolución industrial al que proveía a Argentina manufacturas industriales.

La producción de bienes que Argentina exportó al mundo provino del campo. Fueron los estancieros los que, identificados con los sectores gobernantes, generaron su propia riqueza y aumentaron la riqueza nacional.

Sin embargo, la utilización de estas políticas económicas librecambistas propiciadas desde el gobierno fueron complementadas por el grupo gobernante con un claro refuerzo de la acción del estado en aquellas áreas que se consideraban esenciales al contrato social como la educación, la justicia, la obra pública y la expansión de dicha acción estatal a todo el amplio territorio del país.

Los diversos tratados con los países vecinos pusieron fin a las principales cuestiones de límites, afianzando el control del territorio

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