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Gnoseologia La Verdad


Enviado por   •  12 de Marzo de 2014  •  3.406 Palabras (14 Páginas)  •  327 Visitas

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GNOSEOLOGÍA: LA VERDAD

Vamos a partir de un hecho concreto y claro: No sólo sabe el que estudia. Hay muchos tipos de saberes.

1. FORMAS DEL SABER

El filósofo Aristóteles nos ha legado una clasificación de los saberes que refleja la forma de pensar sobre el saber en la Grecia antigua. Como veremos, algunas de estas distinciones entre los modos de conocer aún conservan vigencia.

El saber cotidiano

Si observamos lo que hacemos a lo largo del día podemos ver cuánto hemos aprendido desde pequeños, como aquellas cosas que quedaron registradas desde entonces y que ahora nos parecen "normales". No hay nada que nos debamos cuestionar antes de ejecutarlas porque las hacemos todos los días, y parecen estar bien hechas. Aún ahora aprendemos cosas nuevas que pronto convertimos en un hábito automático. Por ejemplo, cuando encendemos el televisor no es necesario revisar el manual de instrucciones antes de hacerlo. Pero no sólo sabemos hacer cosas, también sabemos sobre muchos temas que no implican acción alguna: sabemos si hace frío o calor, que somos estudiantes, o que nos gusta alguien. Todo eso que conocemos lo consideramos como verdadero y seguro. Esto es un saber cotidiano.

El saber productivo

Hay saberes que se dirigen a la producción de una obra específica. Por ejemplo, el conocimiento de un chef de cocina cuya obra puede ser un delicioso postre. Este tipo de saberes tienen también su origen en la experiencia, pero implican un grado mayor de complejidad en la observación y elaboración respecto de lo que sabemos de ella.

En ese ámbito productivo hay quienes conocen su oficio por experiencia y hay otros que estudian los principios generales que llevan a la producción. Por ejemplo, sabemos que, en algunos casos, un curandero puede tener éxito en hacer que una persona sane. Es alguien que puede, eventualmente, producir una obra, en este caso, la salud.

El saber con conocimiento

Sin embargo, el hecho de poder hacer las cosas no significa saber hacer las cosas. Pues saber hacer las cosas implica ser consciente de las causas que llevan a que una cosa sea como es y no de otra manera. El curandero puede decir que la miel con naranja puede curar la tos porque ha visto que a muchos les ha funcionado. Sin embargo, no sabe por qué funciona. El médico, en cambio, tiene conocimiento de los órganos, de cómo cada uno reacciona a diferentes sustancias y mezclas.

La diferencia entre el saber cotidiano y el saber productivo no radica solamente en la producción, ni en el producto en sí, sino en el saber producir, que no es una simple habilidad sino un proceder con conocimiento de causa. Conocer las razones por las cuales las cosas son como son hace posible tener un saber más universal.

Aunque, en la medida en que se trata de conocimientos basados en la observación y en la experimentación, el médico no nos puede dar garantías absolutas, pero puede dar razones mejor ponderadas que las del curandero. Adicionalmente, en la medida en que se trabaja con principios que la experiencia va poniendo a prueba, el saber productivo se puede enseñar y perfeccionar.

A este tipo de saber con conocimiento de causa le llamaron tecné, palabra que si bien en nuestros días ha adquirido connotaciones diferentes, aún en algunos contextos mantiene su sentido original.

El saber vivir

Este saber tiene que ver con las actitudes de la vida propia del hombre: la prudencia. Esta persona parece que hace las cosas bien en general; es alguien que sabe estar bien en su vida. La prudencia alude al obrar mismo del hombre, no es un conocimiento dirigido a producir una obra particular o a conseguir un fin. La prudencia implica tener buen juicio, una justa medida para las cosas, y obrar oportunamente. Esto es algo que todos los hombres buscamos, y con lo cual casi siempre estamos insatisfechos, ya que nuestra naturaleza parece ser impredecible y difícil de comprender.

Esta incertidumbre puede llevarnos a creer que un saber de tal tipo no es posible. He aquí entonces una dificultad filosófica, pues, por un lado, ningún saber parece más necesario que este, pero, por el otro lado, ¿de qué modo es posible establecer un criterio con el cual decidir acerca de lo apropiado y oportuno de nuestros actos? A la rama de la filosofía que se ocupa de esta pregunta la llamamos filosofía práctica.

El saber teórico

La palabra theorein también era entendida por los griegos como levantarse del suelo y contemplar desde lo alto. Ver desde arriba permite tener una visión completa de las cosas y de sus relaciones entre sí, tal como sucede al contemplar los elementos de un paisaje desde la cima de montaña.

Hacer una teoría es "elevarse" desde lo diverso de la experiencia particular hasta lograr una unidad abstracta. El teórico es un saber que se fundamenta en la visión inteligible o racional de la realidad.

La prudencia implica tener buen juicio, una justa medida para las cosas, y obrar oportunamente. Esto es algo que todos los hombres buscamos, y con lo cual casi siempre estamos insatisfechos.

De manera semejante, es como cuando estamos en una región que no conocemos. No podemos saber en dónde estamos, ni cómo desplazarnos. Pero cuando tenemos un mapa del lugar, no sólo vemos dónde estamos, sino la posición que ocupan los otros lugares con relación al nuestro. El mapa es una representación conceptual, teórica, del territorio en donde nos hallamos. Esta visión teórica consiste en obtener una aprehensión general de la experiencia por medio de conceptos. En síntesis, un concepto es la abstracción de un conjunto de objetos definido por unas características comunes. Por ejemplo, el concepto de animal es la abstracción que nos permite determinar un grupo de seres de acuerdo con unas propiedades que los distinguen de los demás objetos: los no animales. Y aunque entre los animales haya diferencias importantes, reconocemos que todos se mueven por sí mismos, se reproducen, etc., y, en virtud de ello, reconocemos que pertenecen a un mismo conjunto.

La sabiduría como meta de la filosofía

Aristóteles decía que la sabiduría es la unión de la razón intuitiva con el conocimiento riguroso de las primeras causas y principios. Es decir, el sabio es un hombre que reúne en sí mismo el saber teórico, y el sabe vivir, de manera prudente y reflexiva. Es un hombre que no sólo sabe qué es la bondad, sino que también la práctica.

La historia de la filosofía entre los griegos osciló entre perseguir

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