GNOSEOLOGÍA
amcf2007872201812 de Octubre de 2011
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GNOSEOLOGÍA1
J. Alfredo Casaubón
A. NOMBRES, OBJETO PROPIO Y UBICACIÓN DE LA GNOSEOLOGÍA
La Gnoseología (del griego gnosis, conocimiento, y logos, razón, discurso, tratado) se llama
también Teoría del conocimiento, Crítica del conocimiento y, a veces, Epistemología general
(del griego epistéme, ciencia). También se usó el término Criteriología (teoría del criterio de
verdad).
Su objeto propio o formal es, como dice Verneaux, el valor del conocimiento humano. Pero el
valor, en este caso, implica dos aspectos: la verdad y la certeza de tal conocimiento.
Actualmente solemos emplear “verdadero” y “cierto” como sinónimos, y así decimos: “¿Es
cierto que ayer estuviste en el partido de tenis?”, queriendo expresar: “¿Es verdad que ayer…
etc.?”.
Pero, para hablar estrictamente, en Filosofía debe distinguirse entre verdad y certeza. La
verdad (lógica) es la adecuación entre lo que nuestro intelecto en sí mismo expresa (la
enunciación o proposición) y lo que es. Así, si decimos: “esta mañana es calurosa”, y lo es –
por ejemplo el termómetro marca 32º– estamos en la verdad, decimos verdad, pensamos la
verdad. La certeza, en cambio, en el lenguaje filosófico actual, significa un estado subjetivo
del espíritu, el cual está seguro de que tal tesis o tal otra es verdad. Dada esta terminología,
puede haber certeza sin verdad, como cuando alguien se mantiene, por ignorancia u
obstinación, firmemente en un error (por ejemplo: “el átomo es indivisible”); puede haber
verdad sin certeza, como cuando una persona, sin estar seguro, afirma: “La distancia entre
Buenos Aires y Mar del Plata, por carretera, es de 404 km”.
Pero ocurre que el concepto de certeza a través de los tiempos ha sufrido una evolución:
primeramente significaba un estado del objeto, cuando está firmemente determinado por su
esencia o su ser (por ejemplo: 2+2=4 sería así una certeza objetiva). Luego evolucionó hasta
significar el ya aludido estado subjetivo de la mente humana.
Por eso, en la escolástica se distinguen tres tipos de certeza: a) la certeza objetiva, que es lo
que acabamos de ver; o la que tiene esta enunciación: “El ente no puede ser y no ser
simultáneamente y bajo la misma relación”; b) la certeza subjetiva, la que indicáramos poco
1 Seguimos aquí de cerca, aunque con aportaciones propias, a R. Verneaux, Épistémologie Générale ou Critique de la connaissance, París,
Beauchesne, 1959; trad. castell. Espistemología, Barcelona, ed. Herder.
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antes: la firme adhesión de la mente a una tesis dada, y c) la certeza formal (la verdadera
certeza), que es aquella en que se da, por parte del sujeto, firme adhesión de la mente, y por
parte del objeto, verdadera certeza objetiva. O sea, la certeza formal es una certeza subjetiva
objetivamente fundada, basada en una manifestación evidente del ser.
Existen varias posiciones acerca de la índole y ubicación de la Gnoseología, que no tenía
nombre particular, ni especial ubicación, en la filosofía anterior a Descartes y a Kant.
Para algunos, es disciplina independiente y debe estudiarse antes de todo lo demás en
Filosofía (así, en Kant y en no pocos pensadores idealistas e incluso realistas).
Para otros (por ejemplo, para los primeros neoescolásticos), los problemas de Gnoseología,
generalmente llamada Criteriología, se estudiaban en una parte de la Lógica (Lógica especial
o material o aplicada o incluso “real”) o, más raramente, en Psicología (debido a que se le
daba por objeto el problema de la certeza, y a que se veía en ésta un estado subjetivo de la
mente).
Otros la ubican en la Metafísica (ya sea al principio, ya en el medio, ya al final) Así, muchos
tomistas, y Hartmann.
Nosotros creemos que el estudio del conocimiento en cuanto tal es tema de la Metafísica,
porque el conocimiento en cuanto a tal dice relación al ente en cuanto tal; pero, tal como se la
estudia hoy, y con especial referencia al conocimiento humano a dicho tema principal, se
agregan perspectivas y soluciones tomadas de la Lógica, de la Filosofía natural, de la
Psicología y de la Ética. Y hasta creemos que la Teoría general de las artes o técnicas tiene
su palabra que decir acerca de la índole del conocimiento artístico y técnico.
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B. LAS CUESTIONES ESTUDIADAS POR LA GNOSEOLOGÍA
Como ya dijimos, el objeto propio de la Gnoseología es el valor de nuestro conocimiento (en
su verdad y en su certeza) y este mismo es el principal problema o más bien el problema
general de la Gnoseología. Pero dentro de él, cabe distinguir tres cuestiones importantes: a) la
posibilidad del conocimiento, en la cual se dan dos soluciones opuestas: escepticismo y
dogmatismo; b) los medios de conocimiento. Aquí existen dos posiciones extremas y
opuestas: empirismo y racionalismo; c) la naturaleza y alcance del conocimiento, donde se
dan dos posiciones opuestas, idealismo y realismo.
1. La posibilidad del conocimiento. Distintas posturas
Es la primera cuestión: ¿es capaz el espíritu humano de alcanzar la verdad? ¿Tiene certezas
legítimas? Si se sostiene que podemos alcanzar la verdad y que, por lo menos en ciertos casos,
lo conseguimos con certeza, se es dogmático (en el buen sentido de la palabra), porque a
veces se llama “dogmático” al que afirma en filosofía tesis no evidentes ni tampoco probadas;
éste es el mal sentido de la palabra dogmático; en cuanto al término “dogmático”, referido a la
religión y a teología católicas, fuera de la Filosofía, Dios puede haber revelado verdades
superiores a la razón humana, y la Iglesia puede definir en dogmas esas verdades.
Se es escéptico si se pone en duda la capacidad del conocimiento humano de alcanzar alguna
verdad o certeza.
Si adoptamos el escepticismo, la Filosofía se detiene en ello, y es imposible salir de la duda
universal que el escepticismo implica.
a) Escepticismo. En la antigua Filosofía griega se dan ya todos los matices del escepticismo:
• La forma extrema es representada por Pirrón, quien pretende poner en duda todo;
abstenerse de juzgar, desconfiar de las impresiones sensibles y de la misma razón;
vivir en completa indiferencia, acallando el pensamiento, en lo especulativo y en lo
práctico. Es llamado “el santo y el héroe de la escuela” (escéptica), y es el más
extremo escéptico que jamás haya existido. Sin embargo, él mismo confesó que no
pudo llevar a la práctica plenamente su total escepticismo, pues era muy difícil
“despojarse del hombre”, con sus naturales tendencias a conocer y obrar.
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• Primera atenuación: es el probabilismo de la Nueva Academia con Arcesilao y
Carnéades: nunca estamos seguros de poseer la verdad; pero algunas representaciones
son verosímiles, probables, y bastan para la vida práctica.
• Segunda atenuación: es representada por el llamado “escepticismo clásico”, cuyo jefe
es Enesidemo, quien cree en las apariencias o fenómenos; pero no que se conozca la
realidad misma. Decía: tengo frío, no puedo dudarlo; pero ¿hace frío?: imposible
saberlo”. Es un fenomenista.
• Tercera atenuación: es dada por el escepticismo empirista (una especie de
positivismo). Su representante es el médico Sexto Empírico, quien decía: si se aceptan
los fenómenos (con Enesidemo), entonces podemos observarlos y descubrir entre ellos
relaciones constantes, leyes de hechos, que permiten preverlos (antecesor remoto del
positivismo de Comte –siglo XIX– y del empirismo lógico actual).
Argumentos escépticos:
• La contradicción de los filósofos y de los hombres entre sí: Dado ello, ¿cómo saber
quién tiene razón? Argumento de origen escéptico-griego, usado por Descartes para
poner en duda toda la Filosofía anterior y hasta la existencia del mundo exterior, hasta
llegar al “pienso, luego existo”, que resistiría toda crítica.
• Los errores de los sentidos, los sueños, las alucinaciones, la locura; si a veces creemos
ser verdad y realidad lo que no lo es, ¿cómo estar seguros de que no estamos siempre
equivocados?
• La relatividad del conocimiento humano: a) cada cosa es relativa a todas la demás; es
imposible, pues conocer una cosa sin conocerlas todas, lo que también es imposible; b)
cada objeto es conocido por un sujeto, y es entonces relativo a éste, con sus peculiares
facultades, tendencias, defectos, prejuicios, limitaciones. Es imposible, entonces,
conocer las cosas tales como son en sí mismas.
• El famoso argumento del dialelo: Empleado ya por los antiguos griegos –como los
anteriores– consiste en lo siguiente: si una proposición no está demostrada, no hay por
qué admitirla.
Si se la demuestra, será a partir de un principio. Pero si no se demuestra el principio,
se comete el sofisma de “petición de principio”; si se lo intenta demostrar, será por
otro principio, y así hasta el infinito.
En virtud de estas aporías (“impasses”; problemas aparentemente
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