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Heidegger y Ortega


Enviado por   •  18 de Junio de 2018  •  Ensayos  •  7.938 Palabras (32 Páginas)  •  179 Visitas

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La relación entre el filósofo español José Ortega y Gasset y el filósofo alemán Martin Heidegger suele plantearse en los términos en la que la formuló Ortega. Todo se reduce a una disputa sobre la semejanza de las formulas usadas en ambos pensado-res y la originalidad en su utilización. Ortega reclamó para sí la «prioridad cronológica» de la obra orteguiana respecto a la heideggeriana en el tema de la existencia, sin mer-mar la profundidad de los análisis heideggerianos. Desde 1914, Ortega se ha decanta-do por el plano del «mundo de la vida» (Lebenswelt), es decir, el plano de experiencia originaria a cuyo esclarecimiento se dedica Heidegger en su obra Ser y tiempo.

Antes de profundizar en la relación entre estos pensadores –que es el asunto principal de este ensayo–, me parece conveniente citar un texto de Manuel García Mo-rente, discípulo de Ortega, de su obra Lecciones preliminares de filosofía (1938). «Ya desde el año 1914, mi fraternal amigo Don José Ortega y Gasset, en sus “Meditaciones del Quijote”, pedía esa lógica vital, esa razón vital capaz de apresar el nuevo objeto, que la superación del idealismo y del realismo propone a la metafísica. No se trata aquí, por mi parte, de discutir una cuestión de prioridad o de no prioridad; pero es con-veniente hacer notar y subrayar que la idea de una metafísica de la vida, o sea de una metafísica existencial, y la idea de una razón vital capaz de forjar los conceptos aptos para apresar las peculiaridades ontológicas de la vida o de la existencia, es una idea que ya en el año 1914, sus buenos diez años antes de la publicación del libro de Heide-gger; había sido expresada de una manera clara y terminante por Ortega y Gasset en las “Meditaciones del Quijote”».

El pensamiento de Ortega coincide con planteamientos heideggerianos sobre la facticidad de la vida: el Dasein, el existente, desarrolla sus posibilidades existenciales siempre desde su estar-en-el-mundo. Esta es la constitución ontológica fundamental del Dasein, que es concreta porque se refiere a la vida misma. Tanto para Ortega como para Heidegger, la vida es la totalidad, la realidad radical. Ambos hacen un análisis de la vida humana, de la existencia. Los conceptos de la tradición filosófica no sirven para dar cuenta de este ser fluyente y proyectante, de este ser temporal, esto es, del Da-sein, ya que únicamente pueden dar cuenta de un ser estático. Ambos filósofos se dis-tancian de la tradición metafísica con una concepción de la realidad más dinámica.

Ortega en sus obras, especialmente en las Meditaciones del Quijote, ¿Qué es fi-losofía? y Unas lecciones de metafísica, traza un análisis de la vida humana, aunque admite que «en el análisis de la vida quien ha llegado más adentro es el nuevo filósofo alemán Martin Heidegger[1]». No hay referencias evidentes de Heidegger respecto a Ortega, aunque en un texto de 1956 titulado Encuentros con Ortega y Gasset, en el que se menciona un encuentro de Heidegger con Ortega en Alemania, Heidegger indi-ca que Ortega se mostraba con una actitud reservada frente a su obra.

La obra de Heidegger, Ser y tiempo, contiene un análisis de las estructuras exis-tenciales de la vida humana. Su objetivo principal es el planteamiento de la pregunta por el sentido del ser. El análisis existencial heideggeriano adquiere un nuevo punto de vista diferente al alcanzado a lo largo de la filosofía moderna. Es una nueva perspectiva que no es la subjetividad cognoscente, como en Descartes, sino la vida humana de ca-da cual. Según Heidegger, el mundo no es algo externo al hombre –como se creía en la concepción tradicional–, sino un existencial del Dasein. Por tanto, a diferencia de lo que ocurría en la tradición anterior, no es que previamente estemos nosotros y con posterioridad se nos añada el mundo, sino que llevamos aparejada nuestra inclusión o pertenencia a un mundo. Por tanto, si se nos priva del mundo, no se nos priva de algo, sino que se nos priva a nosotros de nosotros mismos. No hay mundo sin Dasein ni Da-sein sin mundo –o como señalaba Ortega, tiene que haber circunstancia–. Por «mun-do» se entiende las cosas que se presentan a nuestra vida –o a nuestro estar-en-el-mundo– como significativas y en su carácter utilizable. En la base del darse del mundo como totalidad instrumental está el Dasein. La mundaneidad del mundo se da sobre la base del Dasein. Heidegger señala que el Dasein fundamentalmente es una estructura, la estructura del ser-en-el mundo. Más adelante Heidegger advierte que todo ser en es un ser-con. El hecho de estar en el mundo ineludiblemente lleva aparejado el estar-con-otros en la forma de la convivencia.

Ortega no oculta la profunda impresión producida por la obra de Heidegger, Ser y tiempo, la cual le ha hecho darse cuenta del sentido y el alcance de sus propias fór-mulas. Estas se convierten en una tesis ontológica radical. «Vivir es el modo de ser radi-cal[2]». La analítica de la vida es iniciada en las Meditaciones del Quijote (1914). La crítica al idealismo penetra toda la obra orteguiana. La crítica se centra en Descartes, tal como Heidegger en Ser y tiempo al llevar a cabo la destrucción de la Metafísica. La in-fluencia de Heidegger en Ortega fue decisiva, ya que le permitió el abandono de la an-tropología, convirtiendo la realidad inmediata –la vida existencial– en metafísica fun-damental. Al radicalismo ontológico de la vida en Ortega no podía serle indiferente la lectura de Ser y tiempo. En su parágrafo cuarto, Heidegger establece la superioridad ontológica del Dasein, pues al estar abierto al ser en su ser, le corresponde la com-prensión del ser de todo ente. La radicalidad del Dasein consiste en su carácter ontoló-gico, esto es, en estar ónticamente señalado como pregunta por el ser.

En el siguiente texto de Ortega se ve la influencia de Heidegger: «Soy intimidad, puesto que en mí no entra ningún ser trascendente, pero a la vez soy lugar donde apa-rece desnudo el mundo, lo que no soy yo, lo exótico de mí. El mundo exterior, el Cos-mos, me es inmediato y, en ese sentido, me es íntimo, pero él no soy yo y en este senti-do me es ajeno, extraño[3]». Incluso la expresión «soy lugar donde aparece desnudo el mundo» es una traducción del Dasein heideggeriano, aunque no fuera el objetivo de Ortega. Lo propio de la analítica existencial heideggeriana reside en haber eliminado la interpretación cosista de la conciencia natural y exponerla en su función trascendental de luz del ser. De igual modo, en Ortega el tema de la vida trasciende el ámbito natura-lista –biologista– para aparecer como lugar de la presencia.

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