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Historia De Un Buen Brahma


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2014  •  754 Palabras (4 Páginas)  •  395 Visitas

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En mis viajes encontré un brahma anciano, sujeto muy cuerdo, instruído y discreto, y con

esto rico, cosa que le hacía más cuerdo; porque como no le faltaba nada, no necesitaba engañar

a nadie. Gobernaban su familia tres mujeres muy hermosas, cuyo esposo era; y cuando no se

recreaba con sus mujeres, se ocupaba en filosofar. Vivía junto a su casa, que era hermosa, bien

alhajada y con amenos jardines, una india vieja, tonta y muy pobre.

Díjome un día: Quisiera no haber nacido. Preguntéle porqué, y me respondió:

- Cuarenta años ha que estoy estudiando, y los cuarenta los he perdido; enseño a los demás y lo

ignoro todo. Este estado me tiene tan aburrido y tan descontento, que no puedo aguantar la vida;

he nacido, vivo en el tiempo, y no sé qué cosa es el tiempo; me hallo en un punto entre dos

eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo idea de la eternidad; consto de materia,

pienso, y nunca he podido averiguar la causa eficiente del pensamiento; ignoro si es mi

entendimiento una mera facultad, como la de andar y digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo

que palpo con mis manos. No solamente ignoro el principio de mis pensamientos, también se me

esconde igualmente el de mis movimientos; no sé porqué existo, y no obstante todos los días me

hacen preguntas sobre todos estos puntos; y como tengo que responder con precisión y no sé

que decir, hablo mucho, y después de haber hablado me quedo avergonzado y confuso de mí

mismo. Peor es todavía cuando me preguntan si Dios es eterno. A Dios lo pongo por testigo de

que no lo sé, y bien se echa de ver en mis respuestas. Reverendo Padre, me dicen, explicadme

cómo el mal inunda la tierra entera. Tan adelantado estoy yo como los que me hacen esta

pregunta: unas veces les digo que todo está perfectísimo; pero los que han perdido su

patrimonio y sus miembros en la guerra no lo quieren creer ni yo tampoco, y me vuelvo a mi casa

abrumado por mi curiosidad e ignorancia. Leo nuestros libros antiguos, y me ofuscan más las

tinieblas. Hablo con mis compañeros: unos me aconsejan que disfrute de la vida y me ría de la

gente; otros creen que saben algo y se descarrían en sus desatinos, y todo la angustia que

padezco. Muchas veces estoy a pique de desesperarme, contemplando que al cabo de todas

mis

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