Kant: ¿Qué es la Ilustración?

REPORTES DE LECTURA SOBRE KANT

I.

En el ensayo Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, Immanuel Kant responde que la Ilustración es el abandono por parte del hombre de una minoría de edad, de la cual él mismo es responsable, puesto que esta “minoría de edad” no es sino la incapacidad para servirse del propio entendimiento por lo que es necesaria la guía de otro. Ante esto, nos lanza la invitación: Sapere aude!, tema central de la Ilustración. La falta de valor para pensar por uno mismo, la atribuye a la pereza y cobardía, ya que resulta más cómodo delegar las responsabilidades a nuestros tutores intelectuales, quienes además velan por hacernos creer que el paso hacia la mayoría de edad es algo peligroso, pues con ello conservar el control sobre los otros. Sin embargo, es sólo cuestión de tropezar y volver a intentar para darnos cuenta que salir del letargo en el que nos encontramos no es tan complicado. Lo realmente peligroso es considerar esta minoría de edad como algo connatural, pues puede hacernos sentir realmente incapaces de utilizar nuestro propio entendimiento y esto nos relega a una cualidad de seres actuando mecánicamente. Por lo expuesto anteriormente, sólo muy pocas personas logran deshacerse de las ataduras y cultivar su ingenio.

Pese a todo esto, también hay posibilidades de que un público se ilustre a sí mismo con tal de tener libertad; empero, al ser un grupo repleto de tutores y prejuicios impuestos, el proceso para llegar a la ilustración es sumamente lento, pues se necesita derrocar al despotismo personal y a la ambición para reformar de manera auténtica el modo de pensar.

Más adelante se menciona que para lograr la ilustración se requiere simplemente de ejercer libremente el uso público de la razón, entendiendo por esto aquello que cualquiera puede hacer, como alguien docto, ante un público que conforma el universo de lectores; pues en cuanto persona docta, tiene plena libertad (y vocación) para señalar las fallas y las diferencias de los pensamientos estudiados. A diferencia del ciudadano, quien debe hacer uso privado de la razón, ya que debe cumplir con lo que le ha sido ordenado y no alterar el orden público; el especialista puede y debe expresar sus tesis contra las injusticias del sistema. De ahí que devenga la importancia del estudio y la preparación para conseguir la libertad y conquistar la mayoría de edad, ya que sería completamente ilícito la persistencia de una constitución (civil o religiosa) que nadie pudiera poner en duda públicamente, porque ello anula y esteriliza el curso de la humanidad hacia su mejora, causando un gran prejuicio a la posteridad.

Por otra parte, Kant contesta tajantemente que no vivimos actualmente en una época ilustrada, mas sí en una de ilustración, puesto que, aunque todavía quede mucho por hacer para que los hombres utilicen su propio entendimiento sin la necesidad de un guía, ya hemos abierto el campo para dirigirnos libremente hacia esa dirección.

Por último, a pesar de que los hombres van abandonando poco a poco la minoría de edad y el estado de barbarie, es necesario ir más lejos para liberar el espíritu del pueblo; para ello será necesario que el modo de pensar de un jefe de Estado vire en torno a su legislación y los principios del gobierno, que, aunque no lo menciona en este ensayo, se refiere a la idea de poder llegar a conformar el Estado como una República (donde se dividen los poderes bajo los principios de igualdad y libertad)  y crear una constitución republicana para llegar finalmente al momento en que tratemos al hombre más que a una máquina y conforme a su dignidad.

II.

En el Replanteamiento de la cuestión sobre si el género humano se halla en continuo progreso hacia lo mejor, Kant pretende averiguar la historia moral del conjunto (universal) del género humano para saber si se puede predecir que en algún punto logrará alcanzar el bien. Para averiguar qué nos depara el futuro, es necesaria una representación a priori del mismo, creando las causas que preparen los acontecimientos que queremos presagiar. Ejemplifica esto demostrando cómo el clero vaticina la ruina de la religión y el Apocalipsis, mientras hace todo lo posible por provocarlo, instaurando ritos y dogmas en lugar inculcar los principios morales que conducen hacia lo mejor.

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