LA ECONOMIA MORAL. DE LA MULTITUD EN LA INGLATERRA DEL SIGLO XVIII
Ismael Romero MaestúEnsayo12 de Diciembre de 2022
22.540 Palabras (91 Páginas)84 Visitas
LA ECONOMIA «MORAL. DE LA MULTITUD EN LA INGLATERRA DEL SIGLO XVIII·
AI que acapare el trigo el pueblo lo maldecírã:
mas la bcndición recaerá sobre quien lo venda.
Proverbios XI, 26
I
Hemos sido prevenidos, en los últimos afios -por George Rudé. entre otros-, contra el uso impreciso del término «populacho». Qui siera eo este artículo extender la advertencia aI término «motim>, especialmente en 10 que atafie a los motines de subsistencias en la Inglaterra dei siglo XVIII.
Esta simple palabra de cinco letras puede ocultar algo susceptible de describirse como una visión espasmódica de la historia popular. De acuerdo con esta apreciación, rara vez puede considerarse al pueblo como agente histórico con anterioridad a la Revolución Francesa. Antes de este período la chusma se introduce, de manera
* «The Moral Economy of the English Crowd in the Eighteenth ~ntury», Past and Present, 0.° 50 (febrero 1971), pp. 76-136. (Copyright mundial: Past and Present Society, Corpus Christi College, Oxford). Este artículo s~ .basa en una investigaciôn comenzada en 1963 y retrasade du~ante los úl~os cinco afies por las exigencias de trabajo en .una nueya universidad. Una pnmera versión fue presentada en una conferencia organizada por el Departamento de Historia de la Universided del Estado de Nueva York en Buffalo, en abril de 1%6. Tengo que agradecer a la Fundaci?n Nuffield una reciente
ayuda de investigación, y a Mr. Malcolm Thomas, Miss J. Nees~n y Mr. E..E. Dodd su ayuda. El rraba]o original ha sido revisad~ y ampliado en ~arlos puntos. [Publicado anteriormente en castellano en ReVIsta de Occidente, n. 133 (abril 1974), pp. 54-125.]
LA ECONOMfA MORAL DE LA MULTlTUD 63
ocasional y espasmódica, en Ia trama histórica, en épocas de distur bíos sociales repentinos. Estas irrupdones son compulsivas, más que" autoconscientes o autoactivadas; son simples respuestas a estímulos econômicos. Es suficiente mencionar una mala cosecha o una dismi nuciõn en el comercio, para que todas las, exigencias de una explica ci6n histórica queden satisfechas.
Desgraciadamente, aun entre aquellos pocos historiadores ingleses que han contribuido a nuestro conocimiento de estos movimientos populares, se cuentan varias partidarios de la imagen espasmódica. No han retlexionado, sino de manera superficial, sobre- Ios mate riales que ellos mismos han descubierto. Así, fu'lof( comenta con respecto a los motines de subsistencias (food riots) de principios dei siglo XVIII: «este resentimiento, cuando el desempleo y los altos pre cios se combinaban para crear condiciones insoportables, se descar gaba en ataques contra comerciantes de cereales y molineros, ataques que muchas veces deben de haber degenerado en simples excusas para el crimen».' Sin embargo, registraremos inútilmente sus páginas en busca de la evidencia que nos permita detectar la frecuencia de esta cdegeneraci6n». Weªrmouth, en su útil crónica de los disturbios, se permite enunciar una categoría explicatoria: la «miseria»." Ashton, en su estudio sobre los motines de subsistencias entre los mineres, formula eI crgumento propio del parernalista: «la rurbulencia de los mineres debe, por supuesto, ser explicada por algo más elemental que la politica: era la reacción instintiva de la virilidad ante el ham bre».' Los disturbios fueron «rebeliones dei estómago», y puede sugerirse que esta, en cierto modo, es una explicación reconfortante. La linea de anãlisis es: hambre-elemental-instintiva. Charles Wilson continúa la tradición: «Alzas espasmódicas en eI precio de los ali mentos incitaron aI motín a los barqueros dei Tyne en 1709 y a los mineros dei estafio a saquear graneros en Falmouth en 1727». Un espasmo condujo a otro: el resultado fue eI «pillaje».'
1. M. Beloff, Public Order and Popular Disturbances, 1660-1714~ Oxford, 1938, p. 75.
2. R. F. Wearmouth, Methodism and the Common People 01 the Eighteenth Century, Londres, 1945, esp. caps. 1 y 2. ." 3. T. S. Ashron y J. Sykos, The Coai Industry 01 the Eighteenth Century, Manchester, 1929, p. 131. " ' "
4. Charles Wilson, Etzgland's Apprenticeship, 1603-1763, Londres, 1965, p. 345. Es cierto que los magistrados de Falmouth informaron ai duque de Newcastle (16 noviembre t727) de que «los revoltosos mineros deI estafío» habian «irrumpido y saqueado varias despensas y graneros de cereal». Su in-
64 TRADICI6N, REVUELTA Y CONSCIENCIA DE CLASE LA ECONOMÍA MORAL DE LA MULTlTUD 65
Durante décadas, la historia social sistemática ha quedado reza gada con respecto a la historia económi.ca~ ha,sta el momento act~al en que se da por hecho que una especialización en la segunda dis ciplina confiere, automáticamente, igual nível de peri~ia Q la, prim~ra. Uno no puede quejarse, por lo tanto, de que las recientes invesnga ciones hayan tendido a tergiversar y euantificar testimonios que sólo se han entendido de manera imperfecta. EI decano de la escuela espasmódica es, por supuesto, Rostow, cuy~ tosco «~ráfico de Ia tensión social» fue presentado en 1948 por pnrnera vez. De acuerdo con este gráfico, no necesitamos más que unir un índice de des~n:pleo y..uno de.altos precios alimenticios para encontra~nos en condiciones de hacer un gráfico dei curso de los disturbios sociales, Esto contiene una verdad autoevidente (la gente protesta cuando tiene harnbre): [pic 1]
de igual maneta que un «gráfico de la tensión sexual» mostraríaque eI comienzo de la madurez sexual puede corre1acionarse con una ma yor frecuencia en dicha actividad. lja objeción e~ que .este ~ráf~c~, si no se usa eon discrecíón, puede dar por concluída Ia mvestrgacion en eI punto exacto en que éstaadquiere verdadero interés sociológico o cultural: cuando está hambrienta (o con apetito sexual), ~qué es lo que hace la gente?, cómo es modificada su conducta por la :C08- tumbre, la cultura, y la razón? Y (habiendo convenido en que eI estímulo primario de la «miséria» está presente), écontribuye la_eon ducta de las gentes a una función más compleja, y culturalm;~~e mediatizada, que -por mucho que se cueza en eI horno dei anãlisia estadístico-- no puede retrotraerse de nuevo aI estímulo?
Son muchos, entre nosotros, los historiadores dei desarrollo cul pables de un craso reduccionismo económico que elimina las com... plejidades de motivación, conducta y fundó~; reduccionismo que, der advertirlo en el trabajo de sus colegas marxistas, les haría protestar.
forme concluye con un comentario que sugiere que no fuero.n m:ucho más capaces que algunos historiadores modernos en comprender la racl(~nahdad de la acci6n directa de los mineros: «la causa de estas atropellos, segun pretendf~ los amotinados era la escasez de grano en el condado, pero esta sugerencía es probableme~te falsa, pues la mayorfa de .los que se llevaron el grano lo dieron o lo vendieron a un cuarto de su precro». P~O, SP 36.4.22.
...