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LA FELICIDAD

Fernando4419 de Noviembre de 2014

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LA FELICIDAD

Objetivo: Conocer que es la felicidad, factores que nos perjudican para no llevarla a cabo y los falsos proveedores de la felicidad. La felicidad y el destino y que tanto están aliados, y que es el Carpa Diem.

La felicidad es aquello a lo que todos aspiramos, aun sin saberlo, por el mero hecho de vivir. Ocurre así sencillamente porque la felicidad es a las personas lo que la perfección es a los entes. (Aristóteles, ética a Nicómaco, 1094 a 1920) Felicidad significa para el hombre plenitud, perfección pretensión humana es pretensión de felicidad, todo proyecto de vital búsqueda de ella; todo sueño, aspiración a encontrar la. A fin de esclarecer este complejo y sugestivo tema, adoptaremos ya desde el principio una doble perspectiva: una exterior y objetiva, viendo las cosas desde fuera y otra más experimental y subjetiva, metiéndonos dentro de nosotros mismos. Ambas se complementan mutuamente. (Marías, la felicidad humana, 1956)

La vida lograda, felicidad o autorrealización exige la plenitud de desarrollo de todas las dimensiones humanas, la armonía del alma está considerada desde fuera, se consigue si hay un fin, un objetivo que unifique los afanes, tendencias y amores de la persona, y que de unidad y dirección a su conducta. Los clásicos acostumbraron a decir que la felicidad es ese fin, el bien último y máximo al que todos aspiramos y que todos los demás fines, bienes y valores los elegimos por él. (Mencionado por platón, y por Thomas de Aquino en su libro Suma Teologica, pg. 2-8) La felicidad seria pues, el bien incondicionado, el que dirige todas nuestras acciones y colma todos nuestros deseos, ese bien incondicionado no sería evidentemente, medio para conseguir ningún otro pues los contendría a todos y alcanzarlo supondría tener una vida lograda.

La felicidad consiste en la posesión de un conjunto de bienes que significan para el hombre plenitud y perfección. . (Mencionado por platón, y por Thomas de Aquino en su libro Suma Teologica, pg. 2-8) Es un planteamiento que busca responder a esta pregunta ¿Qué bienes hacen feliz al hombre? Se trataría de aquellos que constituyen una vida lograda, una buena vida.

La pregunta sobre la felicidad es siempre de carácter existencial: no es algo que nos importe en teoría, sino en la práctica; no es algo que tenga interés en general, sino para mí ¿Qué tengo que hacer para vivir bien, para optimizar los logros de mi vida, para que ésta merezca la pena?

Hemos dicho que vivir es ejercer la capacidad de forjar proyectos y después llevarlos a cabo. Cada uno hacemos nuestra propia vida de un modo biográfico y por eso tiene tanta importancia la pretensión vital de cada uno, aquello que cada uno le pide a la vida y procura por todos los medios conseguir; pues bien somos felices en la medida en que alcanzamos aquello a lo que aspiramos. El problema es que muchas veces eso no se consigue, porque queremos quizá demasiadas cosas; o porque aspiramos a menos de lo que nos es debido, o por aspirar a algo que no responde a nuestro anhelo de felicidad (como la pretensión es compleja y múltiple, su realización es siempre insuficiente).

La felicidad parece tener entonces un carácter bifronte; constituye el móvil de todos nuestros actos, pero nunca terminamos de alcanzarlo del todo.

Una primera condición para aspira lo felicitario es no ser un miserable en la vida humana lo más alto no se sostiene sin lo más bajo, algunas condiciones mínimas que tiene que cumplirse. Es imprescindible un mínimo de bienes. La desgracio es el advenimiento del mal y el dolor a la vida humana. La felicidad consiste radicalmente en la liberación del mal. El punto de partida para la consideración de la felicidad humana es la limitación natural del hombre, temporal, física, moral. La felicidad tiene ciento carácter de meta o fin, a alcanzar desde la inevitable experiencia de la limitación, cuya serena aceptación es la primera condición para no echar a perder la dicha que dentro de ella puede conseguirse.

Sin embargo, hay que tratar la felicidad, no tanto como liberación del mal y de la desgracia sino como alcanza miento y celebración del bien. Ahora no vamos a fijarnos principalmente en los mínimos de la felicidad, sino en la respuesta a las preguntas planteadas; no podemos olvidar que hay mucha gente que no cree en la felicidad, que la considera una ilusión, un imposible. Asimismo, hay otra mucha gente que entiende por una vida buena algo muy diferente a lo que aquí se va a sostener. Todas esas posturas merecen ser caracterizadas y presentadas puesto que son intentos de soluciones el problema de la felicidad y del sentido.

LOS ELEMENTOS DE LA VIDA BUENA

La vida buena era para los clásicos la que contiene y posee los bienes más preciados; la familia y los hijos en el hogar, una moderada cantidad de riqueza, los buenos amigos, buena suerte o fortuna que aleja de nosotros la desgracia, la fama, el honor, la buena salud y sobre todo una vida nutrida en la contemplación de la verdad y la práctica de lo virtud. Hoy todavía se puede mantener que la posesión pacifica de todos estos bienes constituye el tipo de vida que puede hacernos felices.

La vida buena incluye en primer lugar el bienestar, es decir, unas condiciones materiales que permitan estar bien y en consecuencia tener desahogo suficiente para pensar en bienes más altos y no andar siempre preocupado por los mínimos de supervivencia. ¿Qué incluye esta calidad de vida? En primer lugar la salud física y psíquica, el cuidado del cuerpo y de la mente y la armonía del alma. En segundo lugar, la satisfacción de las diferentes necesidades humanas. En tercer lugar, contar con las adecuadas condiciones naturales y técnicas en nuestro entorno. La adecuada instalación y conservación de la persona en estas circunstancias corporales, anímicas, naturales, y técnicas constituyen la calidad de vida

LA FELICIDAD Y EL DESTINO

Darse a uno mismo es el modo más intenso de amar. Darse exige un destinatario; alguien que reciba el don, sobre todo si el don soy yo mismo. El destino de la persona es otra persona. Darse por completo solo puede hacerse respecto de una persona. Ser feliz, es destinarse a la persona amada lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado; El hombre cuando ama es dueño de su destino, porque se destina a quien quiere, a la persona amada. ¿Solo cabe hacerlo respecto de otro ser humano? Salta enseguida a la vista que la muerte señala la barrera que termina con ese destinarse mutuo de las personas humanas; no hay otro destino que ese. Así aparece de nuevo una pretensión humana sin la cual el problema de la felicidad quedaría en ultimo termino sin resolver; la necesidad de eternidad. El hombre desea dejar atrás el tiempo e ir mas allá de él, hacia una región donde el amor y la felicidad no se trunquen, donde quede a salvo de cualquier eventualidad y se hagan definitivos.

El destinarse a la persona amada nos hace ver que una persona humana no es suficiente para colmar las capacidades potencialmente infinitas del hombre. Si el hombre tiene una apertura irrestricta, lo que se corresponde con su libertad fundamental no es esta o aquella persona humana, sino el Ser Absoluto. De nuevo volvemos al planteamiento clásico: Dios es la suprema felicidad del hombre, pues es en El donde se colma plenamente el anhelo que marca la vida de todos los hombres. Dios es el amigo que nunca falla; toda persona humana puede hacerlo, aun sin querer. Solo con Dios queda asegurado el destino del hombre al tu, porque cualquier otro tu es falible, inseguro y mortal. La respuesta que se dé al problema de la felicidad y el sendio de la vida está en último término intensamente condicionada por la cuestión del más allá de esta vida del destino. (G. Celaya, momentos felices, obras completas, 1989)

DISTINTOS MODELOS DE FELICIDAD

Todo lo dicho hasta aquí dista de parecerse a lo que suele decirse acerca de la felicidad. Es por eso obligado aludir a las respuestas y modelos más corrientes que se sueles dar sobre ella. Nos interesan principalmente las actitudes prácticas, nacidas de ideales determinados. Se pueden agrupar en varias tendencias que se describirán brevemente a continuación. Es importante tener en cuenta que en las personas singulares estas actitudes no se dan en estado puro, como aquí se describen, sino mezcladas unas con otras.

• El nihilismo

Por nihilismo vamos a entender aquí un tipo de nihilismo práctico (citas) que afirma que la vida carece de sentido. Según el, las preguntas por ese sentido y por el valor de la justicia y la felicidad no tiene respuesta. Para los nihilistas la felicidad no es posible, no existe, es inútil buscarla, porque nunca se encuentra. El modo e intensidad de vivir estar afirmación varia.

El nihilismo lleva consigo la vivencia de la nada. La nada es, desde el punto de vista de la voluntad (citas), la vivencia de que no hay nadie que sea termino de mi manifestación, interlocutor de mi dialogo y receptor de mi don. La voluntad es afirmación del otro o intención o inclinación hacia otro (citas). Cuando el otro desaparece de mi vista, la persona no tiene nadie a quien dirigirse; no hay otro y por tanto lo que me rodea es la nada, la solidad. Si no hay un tú al que dirigirse es que estamos solos, nadie nos espera. Esto es la desesperación y el nihilismo, cuyas variantes vamos ahora a enunciar:

• La desesperación

Es el grado extremo de nihilismo práctico. Quienes la adoptan tiene una indigestión de dolor es como si la vida les hubiera sentado mal. El des-esperado es el que ha dejado de esperar, aquel para quien el futuro no depara

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