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LA HOJARASCA La novela comienza

Luii TamayoApuntes14 de Noviembre de 2015

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EL ODIO

El odio esta hecho de enojo, furia, envidia, rencor, son muchos sentimientos malos, que se juntan, el odio es la venganza de un cobarde, odiar a alguien es como quemar nuestra casa para matar un ratón, es una mezcla de sentimientos, como lo podemos ver en esta obra titulada “La Hojarasca” la cual está basada desde el punto de vista de tres personajes diferentes, donde se cuenta el relato sobre la muerte del médico del pueblo, quien era odiado por todos los habitantes de Macondo, menos por el Coronel, quien sentía compasión y misericordia por el cadáver del médico . En el momento de su muerte, al coronel no le quedó más remedio que organizarle el entierro, ya que todos esperaban que sus despojos se pudrieran en su lecho de muerte. Pero al parecer el coronel tenía una deuda moral con el muerto, y junto con su hija y su nieto se dirigieron a la casa del fallecido doctor, para prepararle una cristiana sepultura. Dejando atrás los prejuicios del pueblo que posiblemente adquirirían en ese momento, al compadecerse del difunto, que para todos era bien muerto, y que solo esperaban que se lo comieran los gallinazos.

La novela comienza, narrada por el nieto del coronel, un niño de 11 años, para quien, era primer vez, que veía un cadáver tan de cerca. Describe todo a su alrededor, y se asombra ya que, al ser miércoles en la tarde, su madre le pone el vestido de los días domingos, sin saber porque, ni para que, todo a su alrededor es extraño y es invadido de un silencio absoluto. Al mismo tiempo que el niño piensa sobre lo sucedido, su madre Isabel, la hija del coronel, también describe su punto de vista sobre lo ocurrido, es miércoles a las dos de la tarde, y se escucha el sonido del pito del tren. Al parecer la sorpresiva muerte del doctor, no era tan sorpresiva, ya que todos desde hace mucho tiempo se la esperaban. Y según parece se suicidó.

El coronel describe su punto de vista sobre el difunto de esta manera cuenta desde el momento que lo encontró muerto, y sobre como sus empleados preparaban al cadáver para darle una cristiana sepultura.

Desde ese instante que se encuentran en la casa del fallecido, se comienza una especie de flash back relatando la historia desde que llegó el doctor al pueblo, ya que le dio un cambio a la vida del pueblo desde su llegada tan sorpresiva. Cada uno desde su perspectiva cuenta como fue la llegada de medico a su casa, y como tuvo la desfachatez de quedarse varios años a vivir con ellos sin dar nada a cambio. Y además como fue la llegada de la hojarasca donde ocurrieron muchos cambios para el pueblo.

Se dice que el odio a este hombre fue debido a que veinticinco años atrás se nego a tender a unos pacientes con la excusa de que ya había olvidado lo que sabía desde ese entonces fue condenado al odio total y absoluto de este pueblo (exceptuando a el coronel).

 Ellos son los narradores que nos cuentan la historia de una manera subjetiva, como no podía ser de otro modo. De esta manera sabemos cómo vieron y vivieron los hechos que se narran y la relación existente con el resto de los personajes de la novela. Cada uno de ellos representa una generación de Macondo.  La visión del niño vendría a significar el presente después de que la compañía bananera se marchara y lo que ello comportó de miseria, odio, desolación y pobreza. Su relato nos muestra el ocaso del pueblo, la desaparición del esplendor de una época.  Según ello, la hojarasca sería como la metáfora de todos los males que pueden ocurrir en un lugar, el poso de un pasado destruido y el odio y rencor a partir de ese momento de la población.

Los tres personajes aparecen influenciados por una misma situación política y social, es decir, por la llegada de la compañía bananera, por las guerras civiles de Colombia y la guerra mundial. El pueblo se convierte en dos bandos, dos fuerzas contrarias y difícilmente reconciliables: el “nosotros” formado por las familias antiguas de Macondo, representadas por la figura del coronel y el resto, la hojarasca, los restos de seres humanos que acuden a la llamada de la compañía bananera.

A través del relato de Isabel nos enteramos de su matrimonio, de su embarazo y de la desaparición de su marido. De su narración conoceremos sus sentimientos y la soledad en la que vive.  Ella podría significar los años de bonanza del pueblo y la llegada de la tan temida hojarasca.

La narración y los recuerdos del coronel, el mayor de los tres, puede representar socialmente la llegada de la compañía bananera al pueblo, el inicio de un cambio que tendría que conducir al crecimiento económico y a la modernidad.

Tanto en el relato de Isabel como en el del coronel se trasluce una cierta fatalidad, una aceptación de los hechos, alejada totalmente del libre albedrío. Las vidas están marcadas por la predeterminación ante la cual nada se puede hacer. Isabel acepta con resignación la vida que le ha tocado vivir. Por su parte el coronel acepta alojar al doctor durante ocho años sin pedirle nada a cambio, consintiendo toda la injusticia y la maldad que este hombre representa en la vida del pueblo.

La narración transcurre dentro del mismo espacio: un lugar sofocante, húmedo, con el aire estancado como bien relata el niño. Desde este espacio se cuentan los años pasados desde que el médico entró en sus vidas.

García Márquez nos deja con la duda de si el doctor fue enterrado o no y los interrogantes del principio permanecen al final. Nada se sabe tampoco de Meme, la indígena que vivió con el médico, ni de Martín, el esposo de Isabel. Ni siquiera por qué el doctor se suicidó.

 En los monólogos de los tres personajes nos muestran la vida interior de cada uno de ellos y su reflexión sobre el ser humano.

La hojarasca, como título, hace referencia a ese poso de rencor y odio, ambición, envidia y desamor; sobre todo el odio y el desamor que queda tras la abundancia desmedida; los restos del árbol de la vida dirigida por otros y vivida para otros. 

Muchas veces estas personas tienen una razón de base, de una u otra forma, se han sentido abandonados o engañados y esto ha despertado ese sentimiento negativo tan fuerte. Lo curioso es que todos ellos piensan que, al odiar, le están haciendo daño al otro. No se dan cuenta de que se están haciendo daño a sí mismos.

El rencor y el odio son dos sentimientos muy profundos que se arraigan y terminan desequilibrando nuestra mente y cuerpo. Porque cualquier sentimiento negativo que experimentemos, sobre todo si está presente durante años, termina pasándonos la cuenta y volviéndose contra nosotros.

El odio y el rencor, a la larga, es un profundo resentimiento y se basan en la necesidad de decir algo que jamás se ha podido expresar (o al menos no con la intensidad que la persona desearía). La persona, de cierta forma, se siente defraudada y comienza a generar dentro de su mente una serie de ideas negativas contra ese enemigo. Con el paso del tiempo, estas ideas aumentan su intensidad.

De una forma u otra, lo cierto es que ir por la vida cargado de odio y rencor es como tener que llevar siempre un pesado fardo a nuestra espalda que no nos deja ser del todo felices. Entonces, además de albergar sentimientos negativos, te estás negando la oportunidad de ser feliz. En resumen, lo veas por donde lo veas, estos sentimientos no generan nada positivo. Por eso lo mejor es trabajar para canalizarlos y eliminarlos de una vez y por todas.

Sin embargo, esta obra nos muestra que aun después de la muerte el odio sigue y persiste y que lo que este médico hizo fue tan grave o por decirlo de alguna otra forma fue tan ofensivo que jamás a pesar de que pasaron veinticinco años desde aquel suceso esta población pudo perdonarle su gran ofensa o su gran error a este señor.

De los personajes que caben resaltar en la novela es, quizá, El Cachorro, la representación del anti-sacerdote, religioso que no preconiza las bondades de la moral cristiana, defiende a un ateo y no lee la Biblia. El Cachorro es poco ortodoxo y menos doctrinario y, por tanto, muy caribe. Es uno de los representantes del desorden y aunque nació en el pueblo, también es un extranjero que llegó junto con la hojarasca. Para todos tiene características heroicas, incluso para el coronel, representante del orden, por ello es uno de los elementos que corrobora la desestabilización de la visión del mundo occidental y de la ideología conservadora-moralista que va de la mano con ella por parte de la visión caribeña. 

La figura del sacerdote en “no religioso" parece surgir de una tendencia social y religiosa escenificada a partir del Segundo Concilio Vaticano en una nueva generación de sacerdotes que, en palabras de Jaime Eduardo Jaramillo, "expresan una visión notablemente más secularizada que muchos de sus antecesores expresada en una enseñanza religiosa más moderna, tolerante y pragmática" 

El cachorro, a su vez, determina otra figura en el panteón caribe: el almanaque Bristol, reemplazando a uno de los símbolos más sagrados del mundo occidental: La Biblia. El mismo Coronel lo deja ver: "De todos modos, lo que suceda tenía que suceder, como si lo hubiera anunciado el almanaque." Claro está que el ataque de García Márquez a la religión, en este sentido, también se encuentra ligado al papel de la iglesia católica como aparato ideológico y represivo del Estado durante la hegemonía conservadora de mitad de siglo. 

El otro personaje heroico caribeño reflejada en la novela, es la del trickster, tal vez la de mayor recurrencia en las manifestaciones folclóricas de todo el gran Caribe (recordemos a Ananse, por ejemplo). Martín, el esposo de Isabel, es la clara representación del ser astuto que logra engañar a todos valiéndose de los más ingeniosos ardides, consiguiendo la admiración de todos por ello. Así, Martín desposa a Isabel con el objetivo de ganarse la confianza del Coronel y llevar a cabo una empresa con el respaldo de los bienes de éste. A pesar de que ha desaparecido desde hace nueve años, el Coronel piensa: "han transcurrido nueve años, pero no por ello tengo derecho a pensar que era un estafador. No tengo derecho a pensar que su matrimonio fue apenas una coartada para persuadirme de su buena fe.”. Sin embargo, en el fondo, el Coronel sabe que ha sido engañado por un especialista en timos y por eso señala más adelante: "si ambos nos equivocamos al confiar en Martín, corre como error compartido". Además, el coronel deja entrever cierta admiración por el astuto joven: "llegó a mi casa con un saco de cuatro botones, segregando juventud y dinamismo por todos los poros, envuelto en una luminosa atmósfera de simpatía”. Isabel advierte esa situación: "Martín parecía vinculado a mi padre por una entrañable y sólida amistad y éste hablaba de aquél como si fuera él y no yo quien iba a casarse con Martín". 

El juego de las reglas se puede ver en la conversación del alcalde con el Coronel acerca del entierro del doctor. El alcalde se elige como el deshonesto, el hombre que se enfrenta al mundo adverso y sobrevive en una situación precaria jugándose la regla: "Y entonces comprendo que es deliberadamente ilógico, que está inventando trabas para impedir el entierro." Es aquí donde la desestabilización de esa visión del mundo occidental, lógica y racional, llega a su punto máximo. Es la visión caribe, anti-lógica y entrópica la que organiza claramente el desarrollo del relato y las relaciones de los personajes, pues el Coronel comienza a tener una visión menos ortodoxa: "Coronel, esto podríamos arreglarlo de otro modo. Y yo, sin darle tiempo a terminar, le digo: «Cuándo»". 

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