LIBERTAD Y POLITICA
gartov77711 de Septiembre de 2012
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El poder y la Libertad
En la relación entre el poder y la libertad o viceversa, se presentan diversas visiones, de tal suerte que de entre ellas se destacan dos muy relevantes, las propuestas de Foucault y Habermas.
Para Foucault, el poder no es violencia ni prohibición; el poder tiene también aspectos positivos. El poder crea, construye, el poder constituye al hombre y estos están sujetos a él. El poder trata a toda red social donde fomenta y apoya todo tipo de saber. Foucault, cambia como decíamos antes, la noción negativa acerca del poder. Pero el que el poder sea positivo no significa que sea contrario a lo negativo, vale decir que sea "bueno" y no "malo". Lo que lo vuelve positivo es su producción de efectos, controles, necesidades, regulaciones del cuerpo social. Es la producción de deseo, de prácticas y saberes. No es que la ley exista para, mediante la prohibición, destruir, sino que su función es la de reproducir el poder acorde a las relaciones de dominación y explotación existentes socialmente. Así para Foucault, se educa a poblaciones enteras para que se maten mutuamente en nombre de la necesidad que tienen de vivir .
Para Foucault, el poder y el saber están relacionados dialécticamente, ya que toda forma de poder conlleva un discurso que legitima y reproduce las relaciones de dominación. El poder según Foucault, crea objetos de saber, los hace emerger, acumula informaciones, las utiliza. No puede comprenderse nada del saber económico si no se sabe cómo se ejercía, en su cotidianidad, el poder y el poder económico. El ejercicio del poder crea perpetuamente saber e inversamente el saber conlleva efectos de poder.
El ejercicio del poder es, en cierta medida para Foucault, la producción de discursos que se vuelven verdades incuestionadas. El discurso es una forma específica de poder. Procura la legitimación del mismo, mientras el poder institucionaliza al saber, no es sólo legitimación, sino además es la producción de mecanismos efectivos de formación y acumulación de saber, métodos de observación, técnicas de registro, procedimientos de indagación y aparatos de verificación.
Pero para que la teoría sea critica y logre desenmascarar al poder, no puede plantearse como un sistema totalizador de verdades. Para la construcción de un discurso crítico, que se vea a sí mismo como herramienta de lucha, que analice, cuestione, denuncie públicamente al poder, sus núcleos, y revelar cómo actúa y quién lo sostiene. La teoría contra el poder debe denunciar, formular preguntas, dudar, intuir, y plantear posibilidades de soluciones prácticas. Sin embargo, Foucault (2006), se opone radicalmente a que sean los intelectuales quienes hablen por las clases dominadas .
Los humillados y ofendidos son los que deben hablar por sí mismos, y no los favorecidos por el sistema del poder-saber que se levantan a sí mismos como los líderes de los oprimidos.
Ahora bien, los intelectuales, para Foucault, han descubierto, después de las recientes luchas, que las masas no los necesitan para saber; ellas saben perfectamente, claramente, mucho mejor que ellos; y además lo dicen muy bien. Sin embargo, existe un sistema de poder que intercepta, prohíbe, invalida ese discurso y ese saber, poder que no está tan sólo en las instancias superior de la censura, sino que penetra de un modo profundo, muy sutilmente, en toda la red de la sociedad. Ellos mismos, los intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la propia idea de que son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma parte de ese sistema.
Habermas, consiente el interés técnico en términos clásicos, donde nos encontramos interesados por el saber, pero cuando éste se centra en la naturaleza es un "saber para poder". Sin embargo, Habermas, piensa que la alianza entre
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