La Autonomia Universitaria

Las Universidades públicas deben ser autónomas pero realmente eficientes

Por: Rubén A. Hernández A. | Jueves, 13/03/2008 07:28 PM | Versión para imprimir

Una vez más está en el tapete el tema de la Autonomía universitaria, en virtud de la incomprensible negativa de las autoridades a aceptar los planteamientos que el Gobierno nacional ha realizado en pro de unas Casas de Estudios verdaderamente democráticas. Rectores, decanos, profesores y algunos líderes estudiantiles, han señalado tajantemente que la Autonomía posibilita manejar las universidades como les viene en gana, argumentando que sólo de esta manera pueden ser regidos sus destinos de las formas más convenientes. Lógicamente estos personajes son contrarios a la eliminación de las pruebas que se han venido aplicando para quienes desean ingresar a cursar estudios superiores, demostrando de esta manera que no hay el menor interés por eliminar el carácter excluyente que progresivamente ha ido alejando a las universidades del pueblo “común”, contraviniéndose la principal razón de ser de las Casas de Estudios Superiores: generación de conocimiento al servicio de la resolución de problemas reales y de urgente abordaje teórico y práctico en pro de los intereses nacionales actuales.

Ahora bien, la exclusión que está caracterizando a las universidades públicas, es sólo una de las problemáticas que se esconden tras una interpretación errada y malintencionada de la Autonomía. Numerosos vicios e irregularidades que han venido afectando a las distintas universidades, y que han podido ser abordados efectivamente desde el interior de las mismas, están erosionando su funcionamiento hasta el punto de transformarlas en instituciones ineficientes y carentes de una verdadera pertinencia social. Por esta razón es necesario llamar la atención sobre algunos de los vicios e irregularidades que han desvirtuado el sentido de las universidades públicas venezolanas, en nombre de la Autonomía y en favor de ciertos sectores con intereses políticos y económicos dentro y fuera de estas instituciones. En este escrito se apuntarán los dardos a la ‘mala hierba’ enquistada en tres colectivos universitarios: el profesoral, el estudiantil, y el de los empleados.

En primer lugar, nadie puede dudar de la calidad humana y académica de numerosos profesores universitarios, lo que se refleja, por ejemplo, en la variedad, amplitud y pertinencia de las investigaciones en distintas áreas del conocimiento, y en la generosidad de formar adecuadamente las nuevas generaciones. Tampoco podemos desconocer algunas dificultades económicas, que igualmente padece el resto de la comunidad universitaria. Pero estas dificultades de ninguna manera justifican el proceder mediocre, mezquino y corrupto de otros tantos "profesores" en términos como los siguientes:

1. Arrogancia y pedantería. Numerosos profesores pretenden humillar a quienes consideran inferiores académicamente. Se regodean con los premios, las condecoraciones y los ascensos en el escalafón docente. La verdad es que sus conocimientos, sí de verdad los poseen, en poco o nada han contribuido no sólo con el mejoramiento de la vida universitaria, sino con la solución de diversos problemas locales, regionales y nacionales (no hay pertinencia social).

2. La autoridad moral brilla por su ausencia. En este sentido, muchos profesores no deberían criticar la supuesta inferioridad intelectual o la conducta "impropia" de aquellos que no han tenido la oportunidad de formarse académicamente. A manera de ejemplo, considérese que persisten aquellos “docentes” que aplican la famosa “Operación Colchón” a aquellas estudiantes que son de su gusto sexual.

3. La politiquería. Es vergonzosa la forma como muchos "investigadores" e "intelectuales" han mezclado la actividad docente con el proselitismo. Peor aún es el empleo que algunos han hecho de las aulas de clase como tribunas de adoctrinamiento ideológico, obligando a los estudiantes a apoyar sus “principios”. Por cierto, son los primeros que defienden la libertad de expresión y el pluralismo ideológico.

4. Arreglo de concursos de credenciales y de oposición. Es una de las peores bajezas en la que puede incurrir un “docente”, siendo una práctica común y legitimada por medio de distintas mascaradas legales. En realidad la mayoría de estos concursos ya tienen su ganador antes de la revisión de credenciales y presentación de pruebas, pero obviamente deben llevarse a cabo para cumplir uno de los requisitos formales para la renovación de las plantas profesorales.

En cuanto al sector estudiantil, también es importante hacer algunas críticas:

1. La presencia de numerosos estudiantes vagos y parásitos, que viven a expensas de la universidad. Para ellos el mejor estudio es una buena rumba financiada con becas y con fondos "donados" por dirigentes políticos dentro y fuera de la universidad. Obviamente estos imbéciles no pueden tener ningún criterio válido para desdeñar a sus profesores, por muy piratas que éstos sean. Para colmo de males, algunos de estos individuos son protagonistas de la constante violencia “estudiantil” en las calles venezolanas (la mayoría no saben porque protestan), y permanecen largos años en las Casas de Estudios. Por cierto, algunos dirigentes del Movimiento 13 de Marzo de la Universidad de Los Andes, conocido por la militancia en éste del “notable politólogo” Nixon Moreno, tienen más de 15 años “quemándose las pestañas”, preparándose de “extraordinaria” manera para dar lo mejor de sí al país.

2. La situación lamentable de los Centros de Estudiantes, salvo honrosas excepciones. Estos Centros, por lo general, lo menos que hacen es ayudar a la comunidad estudiantil, y en caso de que así sea, exigen una "colaboración" por medio de favores políticos (campañas electorales y votos). No contentos con esto, la mayoría de los dirigentes estudiantiles se benefician impunemente con parte del dinero que debería ser destinado a la mejora de distintos servicios (transporte, comedor, bibliotecas,

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