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La Constitucion Narrativa De La Identidad Personal


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2014  •  5.469 Palabras (22 Páginas)  •  233 Visitas

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Paul Ricoeur

La constitucion narrativa de la identidad personal

Eduardo Casarotti

Paul Ricoeur Nació al alba del primer conflicto mundial que sumergió a Europa en la guerra e hizo desaparecer generaciones enteras de jóvenes. Ochenta años después, se ha convertido en uno de los pensadores más influyentes del panorama filosófico actual.

Su despertar a la filosofía surge del contacto con Roland Dalbiez, profesor de filosofía en secundaria e introductor del pensamiento freudiano en el ámbito filosófico francés. El impulso recibido por la fuerte personalidad de Dalbiez, será luego sostenido por otras influencias no menos importantes: G. Marcel, J. Nabert y E. Mounier.

El encierro forzado en los campos alemanes durante la segunda guerra mundial le hará descubrir la obra de K. Jaspers, al mismo tiempo que traduce las Ideas I de Husserl. Sus primeros trabajos -Karl Jaspers y la filosofía de la existencia (1947) y Gabriel Marcel y Karl Jaspers (1948)- están escritos desde ese horizonte de conflicto y sufrimiento, y suponen el acercamiento a una esfera de problemas tales como los de alienación y culpabilidad personal y colectiva. Tales temas, propios de buena parte del pensamiento existencial alemán y francés de esa época, son abordados por Ricoeur desde una perspectiva nueva, en la cual la existencia no es sólo vista como finitud o contingencia, sino sobre todo como apertura y afirmación.

Hacia una filosofía de la acción.

De tales presupuestos nace en Ricoeur el proyecto de elaborar una Filosofía de la voluntad siguiendo una triple estructuración, que él mismo denomina eidética, empírica y poética de la voluntad. El proyecto inicial de Ricoeur es claro. La

eidética de la voluntad pretende descubrir, siguiendo el método fenomenológico de Husserl, las estructuras fundamentales de la voluntad con abstracción de la realidad del mal que desfigura las formas del obrar humano. La empírica introduciría la realidad del mal, del que se había hecho abstracción, con la exigencia de un cambio de método, puesto que el mal, por su carácter absurdo y opaco, no puede ser objeto de ninguna descripción pura. Su estudio sólo es posible a través de los indicios reales del mal en el mundo y del análisis de su lenguaje indirecto, que tiene una simbología concreta. La poética concluiría la proyectada filosofía de la voluntad intentando mostrar las vías de regeneración de una voluntad que se hecho impotente a sí misma por causa del mal.

Sin embargo, la coherencia de tal proyecto inicial se verá trastocada al verse Ricoeur obligado a realizar determinados recorridos marginales en su investigación. De hecho Ricoeur sólo desarrollará en su primera gran obra -Lo voluntario y lo involuntario (1950)- la primera parte del proyecto, es decir la eidética. Finitud y culpabilidad, escrito diez años después, será sólo la introducción a la empírica, que no será ya continuada. Y la proyectada poética no será nunca escrita como tal, aunque será tema implícito de la Metáfora viva , escrito en 1975, y de Tiempo y narración, que aparece entre 1983 y 1985.

¿Qué es lo que lleva a Ricoeur a cambiar su primera orientación? Básicamente es la convicción que para acceder a las experiencias más fundamentales del sujeto es necesario hacer un rodeo por los símbolos en los que ese sujeto se expresa y exterioriza. "El símbolo da que pensar". Esta frase, con la que concluye Finitud y culpabilidad, será la consigna que orientará su tarea filosófica en los años 70 y 80. Su investigación se centrará, no ya sobre un conjunto simbólico particular, sino en la estructura simbólica en cuanto estructura lingüística. A partir de esos años, Ricoeur se inclina hacia el "giro lingüístico" y su fenomenología se transforma en hermenéutica. Las temáticas y los autores trabajadas por Ricoeur serán múltiples y diversos: la teoría psicoanalítica freudiana, la lingüística de De Saussure, el estructuralismo de Lévi-Strausss, las filosofías analíticas del lenguaje, la redescripción de la experiencia humana por medio del lenguaje metafórico, la relación entre experiencia temporal y narración.

Considerada en su totalidad, y atendiendo a los múltiples cambios de orientación que Ricoeur a realizado de década en década, su obra presenta una complejidad en apariencia difícil de conducir a una intención única que vertebre las múltiples inspiraciones que en ella confluyen. El propio Ricoeur tiende a distanciarse de una comprensión unitaria de su obra y considera el conjunto de sus publicaciones determinados cada uno por una problemática fragmentaria. "Mis libros -nos dice en una entrevista concedida en 1994- poseen siempre un carácter limitado. Nunca me hecho pregunta generales del tipo : ¿qué es la filosofía?. Me preocupan los problemas particulares". Sin embargo, y tomando distancia de la posición del propio autor al respecto, es posible encontrar en esa múltiple fragmentariedad una preocupación y una línea de investigación constante, a la que el autor vuelve una y otra vez. En efecto, recorriendo el conjunto de la obra de Ricoeur es posible identificar una pregunta y un propósito único y coherente: la pretensión de caracterizar, en los límites de lo posible, las estructuras fundamentales del sujeto de la acción. La problemática del actuar humano, representa así un eje fundamental de su pensamiento. ¿Cómo caracterizar al hombre que actúa, que decide, que toma iniciativas y se hace responsables de ellas? ¿En dónde se enraíza esta capacidad que tiene el hombre de obrar libre y responsablemente? ¿Qué es, en definitiva, el actuar humano? Estas preguntas no cesan de acompañar la investigación de Ricoeur a lo largo de toda su obra. Primero se interesa a la estructura del actuar humano en relación con la temática de la voluntad; luego retoma esta cuestión estudiando las estructuras inconscientes del deseo; finalmente, al mostrar las relaciones entre tiempo y narración, Ricoeur echa las bases para comprender las condiciones temporales de la acción. En su conjunto, la filosofía de Ricoeur puede ser, por lo tanto, bien caracterizada como una filosofía de la acción.

Es justamente en su último libro, Soi-même comme un autre (1990), su obra maestra según algunos comentaristas, que su filosofía de la acción toma forma e ilumina retrospectivamente el conjunto de sus escritos El libro se presenta como una serie de estudios, cada uno con unidad propia. El objetivo de la obra es elaborar una comprensión del hombre (hermenéutica del sí-mismo, le llama Ricoeur) que escape a la alternativa de la exaltación del Cogito, ejemplificado en la posición de Descartes, y su humillación,

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