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Identidad Narrativa


Enviado por   •  26 de Agosto de 2013  •  2.326 Palabras (10 Páginas)  •  712 Visitas

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LA DES-CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD NARRATIVA EN NIÑOS INSTITUCIONALIZADOS

Lic. Judit Fraidenray

(Psicóloga E.I.A.)

Quiero comenzar esta exposición explicando un poco acerca del título. Pensé la construcción del término “des-construcción” como una manera de explicitar un corte, una ruptura de una continuidad, que si bien preserva de alguna manera lo anterior, no lo continúa. Me interesa diferenciar entre “destrucción” y “des-construcción”; ya que el primer término hace referencia según el diccionario de la Real Academia Española y según todos sabemos a la “acción y efecto de destruir; a la ruina, asolamiento, pérdida grande y casi irreparable” ; mientras que la des-construcción, con su prefijo “des” denota “negación o inversión del significado simple”, es decir negación o inversión de la construcción; “indica privación y fuera de” . No se trata de perder algo o destruir algo, en este caso la identidad, sino de negar, privar o dejar fuera la construcción de la misma.

De qué identidad estoy hablando? Mientras que la identidad, en tanto aquellos rasgos y características propias que nos caracterizan frente a los demás se conserva, la identidad narrativa se construye con la participación activa del individuo.

Aquí tomo a Paul Ricoeur, filósofo contemporáneo quien dice que “la identidad narrativa permite al agente aprehender la totalidad de sus acciones como suyas (y no como una diversidad incoherente), en la singularidad de una unidad temporal única y propia, pero que no es la identidad estable e inmutable de la sustancia aristotélica

El concepto de identidad narrativa permite incluir el cambio en la cohesión de una vida. El agente actúa en el mundo y en el seno de un contexto dado, pero al mismo tiempo, el sentido de su acción sólo le es accesible a través de la lectura (o narración digo yo) de su historia. Es posible ver aquí el aspecto circular, a la vez pasivo y activo, de esta comprensión: en el mismo acto que me comprendo a mí mismo a través de la narración, me construyo. De ese modo, la mediación narrativa, sin dispersarme en una sucesión incoherente de acontecimientos, permite, a su vez, que sea posible reescribir a lo largo de la vida diferentes tramas de mi existencia”

Para Ricoeur la historia de una vida es refigurada constantemente por todas las historias verídicas o de ficción que un sujeto cuenta sobre sí mismo. Esta refiguraciòn hace de la propia vida un tejido de historias narradas.

Necesitamos contar lo que nos ocurre, verbalizarlo, descifrar y dar nombre a lo que nos rodea, inventando y reinventándonos cada día. La objetividad sobre los sucesos es pura falacia, todo consiste en un punto de vista, “quienes somos como sujetos autoconscientes, capaces de dar sentido a nuestras vidas y a lo que nos pasa, no está más allá entonces de un juego de interpretaciones” Somos, lo que somos capaces de contar.

Al narrarse, el individuo da rienda suelta a ese pasado que está llamando continuamente a su presente, recordándole que no está muerto. Ese pasado es producto de la escritura –o la oralidad, según se mire- en cuanto el autor necesita comprenderse desde el tiempo vivido, el tiempo presente y el tiempo por vivir. Son estas letras narradas sobre el yo las que tejen la construcción de una identidad que, básicamente es narrativa.

Comprendidos estos términos, es donde yo comienzo a preguntarme acerca de lo que sucede en los niños cuando son institucionalizados y para preguntarme por ellos, comienzo por los niños antes de ser institucionalizados, es decir cuando están con sus familias de origen.

Una de las preguntas quiprincipales que los seres humanos nos hacemos respecto a nosotros mismos es la pregunta ¿Quién soy?. Cada uno de nosotros necesita saber algo de sí mismo y lo hace a través de las preguntas. Nos preguntamos a nosotros mismos cuando intuimos que tenemos algunas respuestas y le preguntamos a otros cuando sospechamos o deseamos o esperamos que la respuesta venga desde afuera.

Los niños comienzan a preguntar desde el momento mismo en que comienzan a hablar. Inclusive en la época del balbuceo aparece el tono de interrogación en sus expresiones (ej: eto?, no ta?, etc.). las preguntas tienen su destino en un otro que les da la respuesta. Las respuestas van informando al niño acerca de lo que acontece, le cuentan lo que es y lo que no es y van conformando un entramado de realidad de la cual el niño es parte. Tanto las palabras, como los silencios, los gestos, el contacto o el no contacto, las miradas, todo va dándole la forma al mundo en el cual cada día se mueve y va siendo él. Todos los aquí presentes sabemos lo que le sucede a un niño en el seno de su familia, como va incorporando a si mismo la concepción del mundo que tiene esa familia, va decodificando en función de lo que sus padres y familiares le van enseñando; pregunta y tiene algún tipo de respuesta que le va diciendo cómo mirar, cómo comprender y entender ese mundo y mientras comprende y entiende va sabiendo, que es él, el que mira el mundo. Se va reconociendo a si mismo en el mirar del otro, se va apropiando de esa mirada y va sabiendo que es él quien mira. Y cuando se pregunta ¿Quién soy?, sabe al menos que es él, quien mira al mundo, que desde él parte también la creación de ese mundo al darle significado; ese significado que fue aprendiendo dentro de su familia.

Dentro de las significaciones aparece la pertenencia, el ser parte de un todo, que es la familia, como constitutivo de la identidad. La persona es en tanto pertenece. Su referente, su espejo, sus identificaciones están en ese todo fuera de ella al que pertenece. Se es parte de tal o cual familia, un apellido da una identidad, una filiación. Cada uno de nosotros somos parte de un grupo de pertenencia único, aunque compartamos el apellido con muchísimas otras personas, por ej. ¿cuántos Perez, o García o López hay?, sin embargo cada quien sabe a cuales pertenece y a cuales no. Personas con el mismo apellido se encuentran e intentan buscar en sus ramas familiares algún punto de coincidencia, si lo encuentra se sienten parte de la misma familia, aunque recién se estén conociendo, si no lo encuentran se sienten totalmente ajenos. El ser reconocidos dentro de una familia nos dice algo respecto a quienes somos. Nos ubica y posiciona respecto a otros: hijos de…, hermanos de….., nietos, sobrinos, etc. Somos una continuidad histórica que se va tejiendo día a día.

Sin embargo, esa identidad narrativa en tanto relato que va siendo construido por un mismo grupo de pertenencia, se ve interrumpido abruptamente cuando el niño es institucionalizado. Sabemos que las condiciones en las que

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