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La Deontología Posible


Enviado por   •  27 de Febrero de 2013  •  1.630 Palabras (7 Páginas)  •  434 Visitas

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TEMA 4 .LA DEONTOLOGÍA POSIBLE: EL ETHOS PROFESIONAL. ETICA

PERSONAL Y ETICA SOCIAL .LAS VIRTUDES PROFESIONALES

4.1.HÁBITOS PROFESIONALES Y ETHOS DOCENTE

Deontología docente significa estudio del carácter o modo de ser del profesional de la docencia, secundariamente es también el estudio de los derechos y deberes que la práctica docente conlleva, los derechos fundamentales se tienen por el mero hecho de existir; sin embargo, los derechos profesionales se adquieren por medio del trabajo.

El conocimiento del modelo de ser que forja una profesión, no es el resultado de

una investigación, sino la figura cultural que la tradición decanta con el correr de

los siglos.

La tarea primaria en la deontología docente aparece como estudio y reflexión

sobre el modo de ser propio de la enseñanza, la cual, va configurando el carácter del profesor o del maestro, el ethos docente es el modelo de ser personal

auto adquirido en el ejercicio cotidiano de la propia libertad, a través de sus elementos constitutivos: los hábitos. El trabajo profesional se presenta como idóneo para fomentar hábitos, los hábitos profesionales.

Para estudiar los hábitos profesionales es preciso partir de la misma realidad y

atenerse a ella. El método o vía para el conocimiento es inductivo. Se parte de los hechos, la experiencia subjetiva tanto externa como interna.

( ejemplo de Aristóteles en su Ética a Nicómaco)

"Hábito" expresa la dimensión de posesión de la facultad, fruto de la reiteración de actos; "virtud", por su parte, expresa lo mismo desde la potencialidad, la consideración del hábito en cuanto que supone una energía operativa del agente. como el término griego areté: disposición o capacidad operativa específica para algo.

Teleológicamente, la virtud significa algo adquirido hasta el punto de que se convierta en hábito, algo querido por la voluntad y que acaba siendo así mismo objeto del deseo.

VIRTUDES DE LA RESISTENCIA

El profesor debe tener la capacidad necesaria para afrontar el quehacer con una motivación intrínseca, lo cual presenta la tarea docente como un empeño por el valor y la nobleza de su propio quehacer. Se necesita una virtud que no se detenga ante los escasos resultados. Son tres virtudes: magnanimidad, longanimidad y paciencia, las que parecen ser las correspondientes al ethos docente, respecto de la virtud principal de la fortaleza. La fortaleza se expresa como resistencia ante la adversidad, lo que no implica pasividad, conlleva una enérgica actividad interna de perseverancia en la adhesión al bien.

El profesor deberá tener la virtud que se opone a la ambición y a la presunción. De aquí se deriva la virtud de la magnanimidad, que puede asimilarse también a "abnegación" o "altruismo".

Cuando la finalidad formativa aparece lejana, el docente deba tener la virtud que tensa el ánimo hacia algo distante y alejado: es la longanimidad, y en la esperanza "constancia, perseverancia, tenacidad"; la más adecuada de estas tres últimas podría ser la constancia ya que conlleva la referencia a la distancia espacial y temporal entre la intención y la realización. la virtud que conserva la razón del bien frente a la tristeza, paciencia, por la que se persiste en el empeño y se sostiene la empresa iniciada, pese a las adversidades.

LAS VIRTUDES DE LA MODERACIÓN

El docente necesita un soporte del sentido de la realidad, pero sobre todo de

sentido de sí mismo, ya que carece de indicadores definitivos de su eficacia profesional. Por eso necesita actuar con templanza, tener equilibrio psicofísico, armonía interior. Vocablo griego sofrosyne abarca lo que es "discreción ordenada". Sin esa moderación se hace imposible la ejecución de la justicia.

Con la humildad y la estudiosidad se especifica la virtud de la templanza, también tiene un sentido derivado en la acción comunicativa con los demás, lo cual, en la docencia, es su eje esencial. La moderación en el trato con otros supone unas disposiciones afectivas como la afabilidad o simpatía que potencian dicho trato.

Lo primero es que el hombre debe conocer a la realidad y a sí mismo, en y frente

a esa realidad. Este conocimiento, sostenido en el tiempo da lugar a la virtud que consiste en que el hombre se tenga por lo que realmente es: la humildad es estimarse justa y ponderadamente. es el hábito que mejor puede defender, ética y psíquicamente, contra la tendencia depresiva del docente.

Otra cualidad necesaria es el afán "ordenado" de aprender: la estudiosidad que es la virtud moral que refrena y modera el apetito de conocer. Es necesaria por su propio perfeccionamiento profesional La parte potencial de la virtud de la templanza que modera la ira recibe el nombre de mansedumbre, que templa la ira pero no la anula.

En definitiva, como virtudes propias del ethos docente, que obran de modo

dispositivo serían la magnanimidad, la constancia y la paciencia, por parte de la fortaleza, y la humildad, la estudiosidad y la mansedumbre por parte de la

templanza.

VIRTUDES PROFESIONALES SUPERIORES

Hay un segundo grupo de virtudes que se refieren a la realización didáctica y son pertinentes al

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