La Filosofía En La Nueva (Siglos XVI Y XVII)
zajra182 de Enero de 2014
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LA FILOSOFÍA EN LA NUEVA ESPAÑA (SIGLOS XVI Y XVII)
La Universidad. La fundación de la Universidad Real y Pontificia en México el año 1553 por decreto de Carlos V, proporcionó el instrumento indispensable para la iniciación de los estudios filosóficos en el Nuevo Mundo. Las constituciones de aquella Universidad fueron idénticas a las de la Universidad de Salamanca, que era entonces una de las mejores de Europa y se encontraba a la misma altura que las Universidades de París, Oxford y Bolonia. Comprendían los estudios siete cátedras fundamentales, teología, escrituras, cánones, artes (lógica, física y metafísica), leyes, decrétales y retórica, que se enseñaban en latín. La Universidad pontificia era de tipo medieval como su modelo de Salamanca y la filosofía que allí comenzó a enseñarse era la escolástica, principalmente de orientación aristotélico-tomista. Los profesores que inauguraron los cursos universitarios eran españoles formados en las universidades de la península. El primer profesor de filosofía en la Nueva España fue Fray Alonso de la Veracruz, quien además de su labor docente escribió y publicó los primeros libros de filosofía en el Nuevo Mundo.
Las órdenes religiosas. Los civilizadores del Nuevo Mundo fueron los frailes de las diversas órdenes religiosas que con celo apostólico acometieron la empresa de cristianizar a los nativos. Antes que iniciar la enseñanza de la filosofía era preciso dar a los indios toda la preparación indispensable para escalar los estudios superiores entre los que figuran en primer lugar el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, que fue fundado por Zumárraga para hacer las funciones de una escuela normal. Cuando fue posible tener alumnos bien preparados para los estudios universitarios, empezó a funcionar la Universidad Real y Pontificia en 1553. es decir treinta y dos años después de comenzada la conquista, lapso en el cual los misioneros se ocuparon de organizar los estudios elementales, secundarios y los de artes y oficios.
Es sabido que cada orden religiosa profesaba y defendía la filosofía que le había llegado un miembro eminente de tal orden. Así los franciscanos que llegaron primero a la Nueva España eran partidarios de Duns Escota. Los dominicos que llegaron después cultivaron por tradición la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Los últimos en llegar fueron los jesuitas que se afiliaban a la doctrina de Francisco Suárez, gran filósofo español del siglo XVI, renovador de la filosofía escolástica.
La filosofía del siglo de oro en España. El pensamiento español, durante el siglo XVI, pasa por una época de actividad y de esplendor, que no es ajena a la crisis del Renacimiento. Juan Luis Vives es la figura más destacada del Renacimiento español, que formado en contacto con las influencias europeas más renovadoras llegó a anticiparse en algunas ideas al pensamiento de los grandes filósofos modernos. Pero el movimiento general de la filosofía en este siglo fue ganado por el espíritu de la contrarreforma y se manifiesta por un intento de restauración de la escolástica. Es cierto que se pretende reformar a esta última para librarla de vicios tradicionales que menguaban su valor, pero en definitiva sigue dominando en lo esencial, la dirección de Santo Tomás de Aquino. Fran¬cisco Suárez, de la orden de los jesuitas, es quien más a fondo emprende la reforma de la escolástica, logrando formar una doctrina filosófica de ciertos rasgos originales. Con excepción de Suárez que intenta realizar una metafísica independiente, los otros filósofos y teólogos españoles, carecen de interés por aquella disciplina y se ven urgidos a pensar en los problemas políticos, jurídicos y sociales. Justamente el descubrimiento de América y la fundación de un imperio colonial suscitan problemas que deben ser resueltos de inmediato. Cuestiones como los derechos de los indígenas, la esclavitud y la servidumbre, la guerra de conquista, etc., eran puntos de la mayor importancia que había que dilucidar para dar normas al trato de los nuevos siervos del Imperio español.
En cuanto a la enseñanza de la filosofía en las escuelas, se practica en dos direcciones principales: la de los teólogos dominicos y agustinos empeñados en defender la tradición tomista, y la de los teólogos de la Compañía de Jesús, más inmediatamente al servicio de la contrarreforma, que se dedican a propagar la filosofía de Francisco Suárez.
Fray Alonso de la Veracruz. Su formación espiritual fue el resultado de las dos influencias que actuaban en España en las primeras décadas del siglo XV: el humanismo de Erasmo que por breve tiempo inquietó el pensamiento hispánico, y el escolasticismo que impulsado por la contrarreforma adquiere una nueva vida y domina la enseñanza universitaria. Mientras estudiaba en la Universidad de Alcalá pasaba por España una racha efímera del Renacimiento.
Despertó entonces en el joven Alonso Gutiérrez la curiosidad universal propia de la época y la disposición de leer toda clase de libros, adquiriendo un hábito que había de conservar toda su vida. Terminados sus estudios de retórica se trasladó a la Universidad de Salamanca para completar su enseñanza con la teología y la filosofía. Fue discípulo de Vitoria, famoso teólogo, que profesaba las doctrinas de Santo Tomás. Alonso Gutiérrez no ignoraba seguramente las críticas modernas al pensamiento medieval, pero su espíritu hubo de ceder a la influencia del ambiente intelectual español que ahogó muy pronto los impulsos de renovación. Concluidos sus estudios y cuando apenas iniciaba en España su carrera docente se dejó tentar por la aventura del Nuevo Mundo. Después de tomar los hábitos de agustino, al desembarcar en Veracruz se internó en la Nueva España para comenzar la obra de su vida. En Michoacán se puso en contacto con Vasco de Quiroga y fundó en 1540 el Colegio de Tiripetío, donde empezó a enseñar a los indios tarascos, aprendiendo el idioma nativo. Para llegar más profundamente a su espíritu y convertirlos a la fe cristiana.
Pasó después a la Universidad de México, para enseñar un curso de teología y de artes (lógica, física y metafísica). Su educación teológica, su profesión religiosa, las nuevas responsabilidades de su cargo y tal vez la edad madura acercaban más a Fray Alonso a una estricta ortodoxia que naturalmente impedía todo movimiento original, y espontáneo de su pensamiento. Admitía en principio la necesidad de una reforma de la escolástica, pero en cuestiones menores, para librar al sistema de especulaciones vanas e inútiles, que sólo causaban daño a lo esencial, porque eran fácil blanco a los ataques del adversario. Del humanismo sólo le quedaba la convicción de que era preciso volver a los textos originales de Aristóteles siguiendo el ejemplo de los renacentistas. Para Fray Alonso la ciencia verdadera seguía estando en Aristóteles. En lógica, psicología y física había que estudiarlo como la suprema autoridad. En sus tratados de dialéctica y física así como en sus lecciones comenta las doctrinas peripatéticas (Dialéctica Resolutio y Física Especulatio). El pensamiento de Fray Alonso se va limitando más y más para inscribirse en los cuadros rígidos e impersonales de la escolástica. Está en la esencia misma de la escolástica ser un patrón uniforme del pensamiento, congelarlo en fórmulas inmutables que pretenden la eternidad. Fray Alonso no tenía ni el ingenio de Duns Escoto ni la poderosa inteligencia de Suárez para dar un nuevo sesgo al pensamiento escolástico e imprimirle una nueva nota original. En la forma externa sigue en sus obras el método tomista. Aquel teólogo que sintió la curiosidad universal de saber y trató de satisfacerla en la lectura de toda clase de libros concluye afirmando a sus discípulos estas palabras: «quien supiere los textos de las partes de Santo Tomás, sabe todo lo que es menester».
La base fundamental de los estudios escolásticos es el buen conocimiento de la lógica y la dialéctica para la comprensión y manejo de las verdades teológicas y filosóficas. El teólogo debe estar familiarizado con este instrumento intelectual que le permite defender a la fe católica demostrando sus verdades y demostrando también el error de las ideas que se le oponen. La lógica y la dialéctica constituyen el contenido esencial del método escolástico. Fray Alonso escribió un tratado de lógica y otro de dialéctica, principalmente con fines escolares y sin la pretensión de introducir en el cuerpo clásico de estas ciencias ninguna innovación.
Son la Recognitio Summularum y la Dialéctica Resolutio. Llamó Pedro Hispano Súmmulas a los términos y nociones de la lógica con los cuales formó un compendio de esta disciplina escolástica. La obra de Fray Alonso es un repaso de las Súmmulas, siguiendo el texto de Pedro Hispano. Se ocupa pues, la obra, de los temas fundamentales de la lógica, conceptos, juicios, raciocinios en la forma en que los maestros de la Edad Media y los españoles a principios de la era moderna, fijaron los términos, definieron y sistematizaron el mate¬ rial que legó Aristóteles. En la dialéctica Fray Alonso se ocupa de los predi cables, el árbol de Porfirio, los universales, el principio de individuación. Comenta el libro de Aristóteles sobre las categorías. Expone la cuestión muy importante para la escolástica, del silogismo demostrativo y de los modos de saber, etc. Todo hace suponer que Fray Alonso fue un distinguido profesor de filosofía, a pesar de que la actividad docente no era la única que ejercía. Teniendo que atender otros cargos eclesiásticos y múltiples actividades, no desatendió su trabajo favorito que era el estudio de la filosofía.
Los cronistas lo hacen aparecer
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