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La Fusión Del Maestro En La Educación Alfabetizadora


Enviado por   •  3 de Marzo de 2015  •  2.885 Palabras (12 Páginas)  •  145 Visitas

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ENSAYO “LA FUNCIÓN DEL MAESTRO EN LA EDUCACIÓN ALFABETIZADORA”

La educación siempre ha sido un tema que a mi en lo particular me ocupa y me preocupa. Soy profesora de primaria, he trabajado 20 años, y cada año, en las distintas capacitaciones que he tenido no encontraba una forma de lograr “enseñar” a mis alumnos esa filosofía del aprendizaje, es decir que ellos encontraran ese amor a aprender, pero también quería cambiar la forma de enseñar que aprendí, y aquellas nuevas metodologías que adquiría, no satisfacían mi búsqueda. Me he preguntado ¿Cuál es la función del maestro para poder evitar el fracaso escolar, logrando estudiantes competentes con este mundo tan cambiante, tan exigente y tan competitivo? ¿Tendremos los maestros en nuestras manos la solución a este problema? Si bien es cierto que debe tener muchos elementos y también es cierto que debe conocer como piensan y se desarrollan sus alumnos, pero también es cierto que los profesores han sido educados por la misma línea. Por otro lado que pasa con aquellos que fracasan, los acusamos de que son hijos abandonados de sus padres, no tienen posibilidades económicas, no tienen el coeficiente intelectual adecuado, no se interesan en sus estudios, algunas veces los padres se preguntan qué pueden hacer y no encuentran una solución que los ayude, y batallan con su hijo toda su vida escolar. Entonces es cuando me vuelvo a preguntar qué puedo hacer para lograr una educación de calidad, cómo puedo ayudar a esos padres desesperados, ansiosos por una solución para mejorar la comprensión y los estudios de sus hijos.

Me gustaría enfocarme a tratar los inicios de la educación primaria, concretamente la alfabetización. Actualmente estoy aplicando un nuevo método de alfabetización, de Emilia Ferreiro, llamado Aprendiendo a leer, escribiendo. Estoy fascinada ya que al irlo conociendo, mi primera impresión al igual que el de mis compañeras, fue de incredulidad, nos hablaba de cosas totalmente contrarias a nuestra labor cotidiana, como calificar, dar conocimientos, enseñar las letras, sus fonemas, repetición de ejercicios, juegos para memorizar las letras y los trazos, señalar las faltas ortográficas para tratar de que les quedaran grabadas en sus mentes la forma correcta, en fin. Este método nos dice que todo esto pasa a segundo término, que debemos primero encaminar al niño a prácticas de lectura cotidianas, a dictados al maestro y no al alumno, a que el niño vea el fin de la comunicación y se interese porque sabe a quien va destinado su proyecto, nos enseña realmente como es un proyecto y cómo se debe manejar, nos señala cómo trabajar un conocimiento de autor, de diferentes géneros literarios, leer como lo dice el nombre para aprender a escribir.

Llevo 3 semanas aplicándolo y no es fácil requiere de mucho trabajo con los niños, un abstenerse de corregir faltas ortográficas y revisar continuamente apuntes y textos, porque me siento realmente comprometida en hacer que no sea por mi culpa sino al contrario que lograr el éxito con los niños en cuanto a alfabetización, y lo más fascinante es que atendemos a las necesidades de los niños, la educación es más placentera y también más eficaz, enseñamos más, mejor y con más gusto, además de atender al desarrollo del que aprende, La meta es ir aplicándolo año con año hasta sexto grado.

La escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica, del trazado de las letras, por un lado, y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surge, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue logrado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de "cultura letrada". Surge entonces la noción de "fracaso escolar", que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno. Esos alumnos que fracasan son designados, según las épocas y las costumbres, como "débiles de espíritu", “inmaduros" o "disléxicos".

Pero el fracaso escolar es, en todas partes y masivamente, un fracaso de la alfabetización inicial que mal puede explicarse por una patología individual. El tiempo de escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados en el "leer y escribir" siguen produciendo discursos polémicos. Cada nivel educativo reprocha al precedente que los alumnos que reciben "no saben leer y escribir", y no pocas universidades tienen "talleres de lectura y redacción". Total, que una escolaridad que va de los 4 años a bien avanzados los 20 (sin hablar de doctorado y post-doc) tampoco forma lectores en sentido pleno. Está claro que estar "alfabetizado para seguir en el circuito escolar" no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo... ¿para qué y para quién alfabetiza?

El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela pública, gratuita y obligatoria, está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados. Peor aún: la democracia, esa forma de gobierno a la cual todos apostamos, demanda, requiere, exige individuos alfabetizados. El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de los ciudadanos.

La democracia plena es imposible sin niveles de alfabetización por encima del mínimo del deletreo y la firma. Estamos hablando de futuro, y los niños son parte del futuro. Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio. Todos los objetos (materiales y/o conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de apropiarse de ellas. Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores.

¿En qué consiste ese "saber" pre-escolar? Básicamente, en una primera inmersión en la "cultura letrada": haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde leer y escribir

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