La Identidad Incompleta Del Mexicano
connieponce17546 de Enero de 2014
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LA IDENTIDAD INCOMPLETA DEL MEXICANO
ENSAYO BASADO EN LA OBRA DE OCTAVIO PAZ
“EL LABERINTO DE LA SOLEDAD”
Doctorante María Consuelo Ponce Saavedra
“…todos y cada uno de nosotros cohabitamos con Otro,
que es nuestro propio fantasma interior.”
(Muñoz, 2013)
Para hablar de identidad, es necesario mencionar diferentes definiciones dadas en diversos campos de estudio, y se puede iniciar con la etimología de la palabra identidad, que proviene del latín identitas, que de acuerdo al diccionario es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad, que caracterizan al sujeto o a una comunidad frente a los demás. Es la conciencia que una persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en algo distinto a los demás, menciona también, que hay diferentes tipos de identidad, por ejemplo: la identidad sexual, que hace referencia a la visión que cada persona tiene de su propia sexualidad, lo cual resulta determinante a la hora de relacionarse con el resto de la sociedad. Es importante aclarar, que la identidad sexual no tiene relación con la orientación sexual; la primera se refiere al género que una persona siente que la representa o que le corresponde; la segunda, en cambio, se refiere al género hacia el cual la persona, se siente atraída.
Ahora bien, desde el punto de vista de la metafísica, la identidad tiene dos sentidos, la perfecta conveniencia de un ente consigo mismo y la de dos o más entes que convienen en algo común.
En el plano antropológico, supone la unidad del sujeto humano, que es la unidad de la persona, llamada “mismidad” y es la madre de todas las posibles identidades que en sentido lato se puede predicar de alguien, (mismo origen familiar, religioso, étnico, cultural, educativo, entre otros).
En psicología, tiene que ver con el “yo”, que implica la integridad personal subyacente a las acciones realizadas de modo consciente o inconsciente por el mismo sujeto, y también a todo lo que la conducta ajena y el medio plasman en un individuo, ya que todo lo que se recibe, se recibe de acuerdo a lo que uno es. El sentimiento de inferioridad, tan arraigado en el mexicano mestizo, le provoca imitar otras culturas, quizás para esconder su inseguridad, le obliga, por decirlo de alguna forma, a la utilización de máscaras ante los demás.
En la ética, los hábitos morales (virtudes y vicios) tienen un gran papel, ya que se constituyen como segunda naturaleza, para conformar la identidad; y desde la perspectiva teológica, el ser humano es creado por Dios con una naturaleza corpóreo-espiritual, dotado de inteligencia y libre albedrío, suceso que se repite en cada persona de manera especial, por lo que se puede afirmar que la filiación divina constituye un elemento importantísimo de la identidad humana.
Por último, la identidad como derecho, está prevista en la ley, y se entiende resumida en el nombre propio, apellido, nacionalidad, profesión, ocupación de un sujeto, que forma parte de agrupaciones sociales como la familia y el Estado. Sin embargo, analizando este punto, el mexicano tiene un nombre y un apellido generalmente español, una nacionalidad
Valorando las diferentes definiciones de identidad, se puede decir entonces que en conjunto deberían formalizar una definición general para todo ser humano, sin embargo, cada individuo tiene su propia identidad, forjada a partir de sus propias vivencias, de sus propios aprendizajes, de los hábitos y costumbres heredados o aprendidos y de su propia visión de sí mismo y Octavio Paz, en su ensayo “El laberinto de la soledad”, hace una semblanza de lo que podría ser la identidad del mexicano.
Octavio Paz, es el poeta mexicano más prestigiado y controvertido de la segunda mitad del siglo XX. Nace en la ciudad de México en 1914, durante el periodo revolucionario. Parte de su vida trascurre en los Estados Unidos, como adulto en Francia y en la India, donde se desempeña como diplomático mexicano.
Es galardonado como Premio Nobel de Literatura en 1990 y muere en la ciudad de México en abril de 1998.
Su vida familiar, se ve polarizada por dos figuras importantes, su abuelo, quien era escritor, intelectual y personaje allegado al gobierno de Porfirio Díaz, y su padre, quien fue simpatizante de la Revolución Mexicana y cercano a Emiliano Zapata.
A partir del ensayo “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz, se convierte en una voz buscada y escuchada en México, sin embargo, su obra inicia mucho antes de la mitad del siglo XX, ya que desde niño escribe poesía, en la adolescencia, escribe reflexiones de tipo ensayístico, en su juventud participa en revistas literarias como Barandal y Taller, y en su madurez, en publicaciones como el suplemento cultural “Plural” (del periódico Excelsior) y la revista “Vuelta” de la que fue fundador y su director hasta el final.
Una de las obras más reconocidas de Octavio Paz, “El laberinto de la soledad”, servirá de base para el desarrollo del presente ensayo, en la mencionada obra, el ser mexicano es la reflexión central para tratar de dar respuesta a quién es el mexicano, es decir, descubrir, o quizás solamente intentar definir la identidad del mexicano.
Ahora bien, si hacer un ensayo “es un quehacer intelectual, ideacional de exploración argumental sin pretensión de exhaustividad, una esgrima lógica contra lo incierto, fundación racional de la certeza, imperio apolíneo de las luces y la afirmación de la claridad en prosa estoica” (Muñoz, M. 2013), entonces es la suma de varias ideas que conllevan a la definición de un concepto a través de las palabras, de la reflexión y de la continua búsqueda de respuestas en la inmensa gama de matices literarios, históricos, científicos, que a su manera y con su lenguaje describen ese concepto y lo clarifican y lo argumentan dejando siempre la puerta abierta a otras reflexiones, a otras ideas, a otras dimensiones. Algo, que se tratará de hacer en el presente ensayo.
Por su ascendencia indígena y española, México es un país fundado en las tradiciones de culto, razón, por la que la cultura mexicana, celebra fiesta siempre que puede. México se caracteriza por un espíritu festivo excesivo., todo es ocasión para reunirse, cualquier pretexto es bueno para celebrar y escapar, aunque sea por un corto tiempo, de la rutina. En México se puede hablar prácticamente de un arte de la fiesta.
Lourdes Arizpe (2011) en su artículo “Cultura e identidad, Mexicanos en la era global”, menciona que México es una nación megacultural, debido a la gran diversidad de culturas de todos los puntos cardinales que convergieron en ella en el pasado y que siguen en el presente, lo cual se reconoce en la riqueza del legado paleontológico, arqueológico e histórico, en el número de lenguas y culturas originarias mesoamericanas, las cuales siguieron floreciendo con las creaciones culturales posteriores al encuentro con los españoles, conocidas como culturas mestizas. Afirma que, ante tal diversidad, el mexicano, en lugar de replegarse, creo una cultura de gran hospitalidad y generosidad, que sin duda ha contribuido en la formación de la identidad mexicana, dándole la originalidad como característica primordial, misma que está forjada en las culturas mesoamericanas, y en la mexicanidad, como voluntad colectiva nacional, basada en la fuerza de compartir una historia que hiere y el deseo de comunicar e intercambiar diversidades, lo que desemboca en la creatividad cultural de los mexicanos; sin embargo, cabe hacer notar que de acuerdo con Paz, el mexicano y la mexicanidad, se definen como ruptura y negación, como búsqueda y voluntad por trascender de su estado de exilio, en suma, como viva conciencia de la soledad histórica y personal.
En su obra Octavio Paz, lanza una severa crítica a los acontecimientos históricos nacionales. Primero, describe al pachuco, como el residente en Los Ángeles, EUA, que reniega de su origen, que si bien no quiere ser mexicano tampoco quiere ser estadounidense, es una raza en suspenso perdida en el espacio y el tiempo, cuyas características son las del pelado.
El pachuco, descrito como un adolescente vacilante, que se asombra de su ser, el cual se convierte en interrogante permanente, un adolescente, que no quiere cruzar la línea y ser como los demás y se aferra a marcar sus diferencias para afirmar su singularidad.
Menciona que uno de los rasgos más notables del carácter mexicano, es la familiaridad, la complacencia y contemplación del horror, los cristos ensangrentados de las iglesias pueblerinas, el humor macabro de ciertos encabezados en los diarios, los velorios, la costumbre de comer el dos de noviembre panes y dulces que simulan huesos y calaveras, los cuales son hábitos heredados de indios y españoles, inseparables en el ser del mexicano; el culto a la muerte, el gusto por la autodestrucción no se deriva nada más de tendencias masoquistas, sino también de una cierta religiosidad, y si en la definición teológica de identidad, Dios crea al hombre a imagen y semejanza, entonces se puede decir que el mexicano, trata de afirmar su identidad identificándose con Dios, y es por ello su apego a la religión, tanto a la católica impuesta como a la heredada, pues si bien es fanático en cierto sentido a la religión impuesta, no deja nunca de lado las creencias que heredó de su lado indígena, las cuales se ven reflejadas en todas las festividades sean o no religiosas; Paz, en su ensayo dice que el hombre, no está en la historia, sino que es historia.
Por otra lado, también se describe al mexicano como un ser que se encierra y se preserva, como un ser, que usa máscaras, que vive
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