ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Inteligibilidad Del Mundo Natural


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  6.151 Palabras (25 Páginas)  •  193 Visitas

Página 1 de 25

a pregunta acerca de la naturaleza es una constante en la historia de la humanidad. Es lógico que así sea, ya que el hombre se encuentra inmerso en la naturaleza, rodeado por ella, e incluso formando parte de ella. Necesita conocer la naturaleza para sobrevivir, para entenderse a sí mismo, para responder a los interrogantes básicos que se le plantean.

Todas las culturas incluyen, de un modo u otro, una visión de la naturaleza y de sus relaciones con el hombre. El pensamiento filosófico occidental, desde la antigüedad griega, comenzó sus vuelos especulativos tomando como eje la pregunta acerca de la naturaleza. El desarrollo sistemático de la ciencia experimental, desde el siglo XVII, introdujo métodos nuevos y enormemente eficaces para concocer y dominar la naturaleza. La civilización actual tiene como uno de sus rasgos fundamentales el ser una civilización científica y tecnológica. Los interrogantes que nos planteamos hoy día están condicionados, en buena medida, por nuestra cosmovisión, y los problemas ecológicos han puesto aún más de relieve la centralidad de nuestra actitud ante la naturaleza.

En estas circunstancias, la pregunta acerca de la inteligibilidad de la naturaleza resulta ser una cuestión fundamental. No es fácil, sin embargo, proponer respuestas inmediatamente evidentes, y ello se debe al número y a la complejidad de los problemas involucrados. Las reflexiones que siguen, más que agotar las respuestas, pretenden clarificar algunos aspectos básicos del problema.

1. Tres imágenes de la naturaleza

Una primera reflexión, que servirá para enmarcar las restantes, nos lleva a considerar la sucesión de cosmovisiones a lo largo de la historia. Suele coincidirse en afirmar que, a grandes rasgos, se han dado tres grandes cosmovisiones.

La primera, propia de la antigüedad, es la cosmovisión organicista. La naturaleza era considerada de algún modo como un gran organismo viviente en el que cada parte desempeñaba una función bien definida dentro del todo. El cosmos era concebido como un todo ordenado jerárquicamente, y dotado de un dinamismo unitario, a semejanza de un ser vivo. A pesar de que no faltaron pensadores que defendían ideas mecanicistas y atomistas, el organicismo fue una imagen que prevaleció durante siglos. Aristóteles suele ser presentado como el exponente principal de esta imagen, en la que la finalidad ocupaba una función central. Si bien no se negaba la importancia de lo cuantitativo, la primacía recaía sin duda sobre lo cualitativo, tanto desde el punto de vista de la naturaleza como de nuestro conocimiento de ella. Y el cosmos venía integrado dentro de una perspectiva metafísica en la cual la divinidad era la razón última del orden.

La ciencia del siglo XVII acentuó, por el contrario, y en polémica con la filosofía de los aristotélicos de la época, lo cuantitativo y lo empírico. La mecánica, que fue la primera disciplina que se constituyó como un sistema progresivo, se presentó como la ciencia básica del mundo físico, y su éxito creciente durante los siglos siguientes pareció imponer el mecanicismo como la verdadera imagen de la naturaleza. Todo venía explicado por las leyes que regían el comportamiento de las porciones de materia. El universo pasó a ser considerado como una gigantesca máquina, y hasta el hombre parecía poder ser comprendido mediante este modelo. Desde luego, los grandes pioneros de la física y muchos de sus geniales sucesores eran personas de profundas convicciones religiosas, pero la lógica interna del mecanicismo favoreció la difusión de un materialismo que pretendía venir avalado por el éxito de la ciencia.

Las revoluciones científicas que tuvieron lugar en los comienzos del siglo XX pusieron de manifiesto las insuficiencias del mecanicismo en el ámbito científico, y provocaron una avalancha de estudios acerca de la naturaleza y el alcance del método científico. No existe unanimidad a la hora de proponer cuál sería en la actualidad la imagen adecuada de la naturaleza. Sin embargo, puede considerarse como básicamente aceptado que la cosmovisión contemporánea propone una imagen dinámica y procesual de la naturaleza; que subraya el aspecto constructivo de la ciencia, cuyos modelos se consideran provisionales y falibles; y que pretende sintetizar los aspectos mecanicistas y finalistas mediante la noción de sistema.

2. Inteligibilidad y causalidad

Sin duda, la cosmovisión organicista antigua ha sido superada en muchos aspectos por los avances científicos posteriores. Sin embargo, incluía uno que resulta esencial para afrontar el problema de la inteligibilidad de la naturaleza. Me refiero a la tipología de la causalidad, o sea, a la teoría aristotélica de las cuatro causas.

Las cuatro causas de la filosofía aristotélica tienen, al cabo de los siglos, un gran interés en relación con el problema de la inteligibilidad. En efecto, la inteligibilidad remite a explicaciones, y a su vez, las explicaciones remiten, en buena parte, a las causas aristotélicas.

La causalidad material y la formal nos sitúan ante los problemas que se refieren a la composición y conformación de los seres naturales. La causalidad eficiente y la final se refieren a la actividad de esos seres y a la direccionalidad de su actividad. Cuando buscamos explicaciones de los fenómenos naturales, nos estamos preguntando por sus causas.

Esta perspectiva pareció entrar en crisis cuando la ciencia moderna se centró en la formulación de relaciones entre los fenómenos y en su expresión mediante leyes. El enfoque filosófico dejó paso a una perspectiva más fenoménica. Pudo pensarse que la ciencia experimental nada tiene que ver con la indagación acerca de las causas y que encajaría, en cambio, en los esquemas fenomenistas y positivistas. En especial, las causas formal y final parecían condenadas a la desaparición; incluso se las consideraba culpables de la esterilidad científica de la antigüedad. En la ciencia moderna sólo parecía haber lugar, como máximo, para las causas material y eficiente que, además, venían traducidas a conceptos cuantitativos como los de masa y fuerza.

Sin embargo, el progreso de la biología, donde la teleonomía desempeña una función esencial, ha contribuido a replantear los problemas acerca de la finalidad. Se ha advertido que el desprestigio de la finalidad se debía, por una parte, a la exaltación de una imagen mecanicista que se ha revelado, a la postre, incapaz de explicar muchos fenómenos, y por otra, al deseo nada científico de combatir una perspectiva metafísica y trascendente. Incluso los defensores de ideas materialistas han debido admitir que en la

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (41.2 Kb)  
Leer 24 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com