La Sensibilidad Del Mexicano
DianaIvethRayos25 de Noviembre de 2012
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LA SENSIBILIDAD DEL MEXICANO
EZEQUIEL A. CHAVEZ
Señores:
1. Entre los más importantes estudios, tiene particular categoría el que lleva por fin delinear el carácter de los pueblos: debiera ser firme cimiento de cuantas disposiciones se refieren a cada sociedad; así las que intentan transformar la rigidez oscura de su ignorancia en la acertada y luminosa adaptabilidad de su inteligencia, como las que procuran convertir a los enemigos del cuerpo social en unidades cooperativas del mismo, y las que se esfuerzan por vigorizar los vínculos todos que a los hombres ligan.
Por no tener en cuenta la cardinal observación de que el carácter, o lo que es lo mismo, la resultante de todas las condiciones psíquicas de los individuos, varían con los pueblos, se incide a veces en el absurdo de querer trasplantar, lisa y llanamente, a un país instituciones educativas, represivas o políticas que han florecido en otro, sin reflexionar en que acaso no sean aclimatables en el intelecto, en los sentimientos y en la voluntad de los pueblos a quienes se trata de mejorar, ofreciéndoles un presente, tan precioso tal vez, cuanto inadecuado.
Por olvidar asimismo que una institución social no es viable sino cuando está en consonancia con el grado de desenvolvimiento de las aptitudes mentales características del pueblo en el que se trate de implantarla, es por lo que a menudo se ha forjado en abstracto un sistema, para aplicarlo a un país, como se quiso hacer por los revolucionarios del glorioso año de 1789, que intentaron vaciar en el brillante molde de sus fantasías de patria francesa, sin ver que ésta, más grande aún que sus vastos ideales y diversa de elIos, iba a quebrarlos, apenas se quisiera encerrarla en los mismos.
La observación de que no basta que una ley satisfaga en abstracto a la inteligencia, sino que es indispensable que en concreto se adapte a las condiciones especiales del pueblo para el que se haya ideado, es sin embargo, novísima, y de aquí nace la lamentable consecuencia que tantas veces ha podido notarse, sobre todo en los pueblos de educación latina, de que planes maravillosamente trazados sobre el papel, constituciones armónicas, como los sueños de Platón, se estrellan en las asperezas de la práctica, o quedan en parte sin cumplirse, en tanto que en los pueblos de educación sajona, por lo contrario, casi nunca se legisla para edificar sino se construye primero, y luego se formula en leyes lo que ya vino, lo que ya está hecho.
Aún entre esos pueblos conviene, sin embargo, observar si las instituciones que los rigen se adaptan en todo a sus rasgos psíquicos característicos, o si en parte son productos arbitrarios y artificiales, que convenga ir adaptando mejor.
Dificilísimo es en todo caso fijar en cualquier pueblo los rasgos distintivos de su carácter, los que hagan que determinadas formas constitutivas, de educación o de represión, lo perfeccionen, y que otras no Ie sirvan; y de aquí resulta que puede afirmarse que no hay un solo país en el que descanse sobre una base verdaderamente científica la pública organización.
No obstante, en varios pueblos se ha principiado ya a estudiar el carácter nacional, al que debían adaptarse las instituciones, y es valioso ejemplo de tal estudio el fino análisis que, de la psicología de los eslavos, ha hecho el hábil observador Sikorski; pero mejor que en casi toda Europa, en los Estados Unidos se procura en el momento presente observar y analizar las condiciones psíquicas de los elementos nacionales tales como aparecen en la infancia o en la juventud y a ese fin los alumnos en los laboratorios de psicología experimental de las universidades se someten a múltiples observaciones para adaptar a las circunstancias de cada cual los métodos apropiados y las dosis y la dirección de trabajos que Ie convengan.
En México casi nada o a lo menos demasiado poco hay sobre el particular, sabemos todos que somos distintos psíquicamente de un francés o de un angloamericano, de un chino o de un alemán, pero ignoramos en qué consiste la diferencia; por lo mismo conservamos en parte la ilusión de que instituciones buenas en otros países serán buenas también en el nuestro, sin hacerlas sufrir modificación ninguna; y tenemos a veces por la falta de estudio de tales asuntos, el candor de creer que podrán copiarse organizaciones ajenas y colocarlas sobre el organismo nacional de un modo perfecto, cuando sabemos que un simple traje bueno para un sajón no puede avenirse a un mexicano sin hacerle sufrir modificaciones considerables.
En el vado de conocimientos expuestos hasta ahora sobre el carácter nacional flotan, sin embargo, varias observaciones felices, pero casi desarticuladas y de empírico valor; importa en consecuencia elaborar el estudio que en el particular no existe; fruto suyo será la institución científica del tratamiento adecuado, para la educación de los diversos componentes del cuerpo social, para la represión de los delincuentes, para la coherencia de los asociados todos.
2. Tal estudio no puede hacerse rápidamente: tiene singular dificultad porque representa, como ya lo he dicho, la resultante de los fenómenos psíquicos que se revelan en los numerosos individuos que componen un pueblo y dichos fenómenos se encuentran inextricablemente entremezclados.
Por lo mismo, para empezar el trabajo en este enorme y poco explorado dominio, es indispensable dividir la dificultad en partes, como lo aconsejaba en sus reglas sobre método el inmortal Descartes, y perseguir cuidadosamente la solución de una parte del problema a fin de pasar a otra más tarde.
Debido a esto, he hecho punto omiso de los demás factores del carácter mexicano y he concretado el presente estudio a los rasgos distintivos de la sensibilidad como elemento constitutivo del mismo carácter.
Aun reduciendo así el campo de mi investigación, estoy seguro de que mi esfuerzo no puede merecer mas que el título de ensayo, que habrá de corregirse y completarse más tarde; pero a lo menos me lisonjeo de que tendrán el mérito de iniciar estudios sistemáticos sobre un asunto que, como éste, debe servir de base a todas las futuras instituciones que en el país procuren plantearse.
3. Desde luego conviene notar que, en tanto que en otros lugares los pueblos constitutivos han sido machacados por el mortero de los siglos, hasta llegar a formar un solo cuerpo con cierta homogeneidad común, esto no ha pasado aún en el nuestro, pues el viejo sedimento indígena, a pesar de que han transcurrido ya cerca de cuatro centurias del principio de la Conquista, rige aún en varios millones de individuos, independiente, refractario y con carácter propio; Asimismo, con carácter propio se presenta el grupo de los descendientes directos y sin mezcla de los extranjeros, y por último, forman otros dos grupos irreductibles los individuos de razas mezcladas; dos grupos digo y no uno como siempre se arma; dos, porque son bien diversos: por una parte el descendiente de razas mezcladas que secularmente ha tenido antecesores constituidos en familias estables; ese es el resistente nervio del pueblo mexicano; y por otra parte, el también descendiente de razas mezcladas pero que, en vez de tener un árbol genealógico de familias constituidas que hayan dado una educación social y hayan formado un alma de cooperador orgánico, ha tenido por lo contrario, secularmente como antecesores, individuos fortuitamente unidos en desamparado tálamo de incesantes amasiatos, el que tiene así la desgracia de ser hijo, nieto y biznieto de efímeros azares, el que al nacer se encontró rota o deshecha su familia, como rota la habían encontrado sus progenitores y los progenitores de éstos, forma el bajo fondo de la sociedad, es la hez de la misma, y fuera injusto aplicar a la parte restante de ella los rasgos distintivos que hubieran podido observarse en el que no forma el elemento cooperador sino el destructor, el disolvente, el que flota como escoria en cierto tiempo en las calles e hincha luego el pletórico seno de los rebosantes presidios.
4. Son así diversas las observaciones que pueden hacerse en cuanto a los componentes demográficos de México y será forzoso ir analizando lo peculiar de cada uno de dichos elementos, tanto al exponer los rasgos característicos de la producción de la sensibilidad, que será lo primero que bosqueje en este estudio, como al decir lo que a mi juicio caracteriza en si misma dicha sensibilidad y al tratar en seguida de su duración y fuerza, para concluir por último con sus efectos sobre la conducta.
Seguiré así en mi exposición el mismo orden que sigue la vida, es a saber: nacimiento del fenómeno, su caracterización, su permanencia, sus efectos y término; y una por una de estas fases progresivas de la sensibilidad irán siendo estudiadas en mi bosquejo con referencia, de un modo alternativo, a los indígenas, a los mestizos vulgares y a los mestizos superiores, que son los tres componentes propiamente dichos del pueblo mexicano; muy pocas observaciones haré en cambio respecto de los extranjeros y sus descendientes directos, cuya múltiple connotación psíquica sólo medianamente puede ser objeto de este trabajo.
5. Refiriéndome, pues, al primer punto que he indicado cabe preguntar: ¿cualquier excitante determina en los mexicanos con facilidad las emociones? ¿Son éstos para nuestros compatriotas fenómenos de pronto y rápido nacimiento como lo son para los franceses? ¿Basta una chispa para encender la sensibilidad o bien es, al contrario, de eclosión difícil y trabajosa y se necesitan reiterados estímulos, múltiples provocaciones, repetidos esfuerzos para formarla?
a) Desde luego, por lo que se refiere a la raza indígena no temo asegurar que su sensibilidad se despierta con
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