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La filosofía


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  2.370 Palabras (10 Páginas)  •  131 Visitas

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Quizás debiéramos comenzar preguntándonos si el mundo actual puede aceptar la pervivencia de la filosofía como actividad y encima convertirla en asignatura. ¿Tiene esto algún sentido para nosotros? Habría que preguntar, para empezar, qué es el mundo actual. La misma pregunta que da título a la ponencia parece sospechar que el mundo es ya otro distinto de aquel que dio a luz una nueva forma de pensar y de vivir.

La filosofía consiste, si lo queremos expresar en palabras sencillas, en pensar bien para vivir lo mejor posible. Conocer, dar razón de las cosas, para vivir lo mejor posible. El problema es ¿quién hace hoy en día esa función? Hoy hay otros medios que suplen esa tarea: medios de comunicación, derecho, espectáculos… Evitamos la tiranía de la reflexión y vivimos sometidos bajo la tiranía de la facticidad.

La filosofía surge de la vida y es una reflexión para la vida. Si no cumple su función, deja de tener lugar, lo cual puede venir provocado por causas internas y externas. Una causa externa es, por ejemplo, la emancipación e independencia de las ciencias durante la modernidad: el “desmadrarse” (es decir, el “olvidarse” de su madre la filosofía) de las ciencias es un proceso histórico constatable. La especialización hace que los propios científicos desarrollen complejos lenguajes, hasta el punto de tener dificultades para comprenderse entre sí.

Para responder a la pregunta que titula la conferencia hay que rescatar la dimensión humanizadora de la filosofía. Eso no implica rechazar la ciencia, pero sí dialogar con ella. No podemos olvidar que la ciencia es un producto más del humanismo. Como dice la conocida frase, “Homero creó el humanismo y el humanismo creó la ciencia”. La ciencia expresa la libertad y la dignidad del ser humano por lo que sólo cierta concepción de la ciencia puede ser perniciosa para la filosofía. Sólo cuando la ciencia se enorgullece tanto que anula la filosofía se termina convirtiendo en un enemigo de la misma. Actitud que a menudo, por cierto, se observa dentro de la filosofía misma.

Concretando la pregunta que titula la conferencia podríamos ofrecer 3 perspectivas desde las que reivindicar la función de la filosofía hoy:

1. La filosofía recrea la vida intelectual. Sin ella no hay lugar para la filosofía ni para la ciencia. Sin valorar la vida intelectual no es posible la filosofía y a largo plazo tampoco la ciencia. Por ello, para revitalizarla hay que tener en cuenta que “los peores están dentro”: como anticipábamos antes, los positivistas dejan la vida fuera ya que vivir es valorar. La vida no es hecho sino valor. El neutralismo axiológico es otro enemigo: la ciencia y la tecnología son neutrales, se nos dice. ¿También financieramente? ¿También cuando se escoge una u otra línea de investigación? La filosofía nos puede ayudar a crear un espacio personal y público de pensamiento. Puede hacer (y debe hacer) que el pensamiento “pese”.

2. La situación de crisis de la razón también nos da que pensar. La razón moderna es ilusionante, pretende salvar obstáculos. Pero hoy no es ya un lugar seguro, sino un problema. En esto consiste la posmodernidad, no en negar la razón sino en tener una experiencia diferente de la misma, que quizás se acerca a la desconfianza. Esto hace que no queden convicciones ni verdades: con ellas se pierden amistades y oportunidades. Esto, y no un concepto abstracto, es el nihilismo: por dentro estamos vacíos, hay un hueco en nuestra existencia. Por dentro nihilistas, y por fuera pragmatistas. Tenemos una experiencia radical del absurdo de la que huimos “para funcionar”, para “ir tirando”. Vivimos de urgencias, de necesidades del espectáculo público porque ya no hay ideales, ni ideologías, ni convicciones. La vida ya no se politiza: ahora se partidiza.

Como solución, Taylor y otros autores hablan de “hiperbienes”, bienes que dan sentido a la vida y que hemos de recuperar. Y para ello es imprescindible tomar conciencia de que es necesario interpretar la vida y el mundo: nos movemos entre interpretaciones, y “vivir es interpretar”. Necesitamos filosofías potentes y serias que nos ayuden a interpretar el mundo que vivimos. Hay problemas que no tienen una solución científica y/o técnica. No podemos entendernos ni determinar lo que queremos ser sin filosofía, sin interpretaciones.

3. Una de las urgencias de la filosofía contemporánea es la ética aplicada y es también otro de los motivos para fortalecer la filosofía. Para Ortega la filosofía es ciencia del quehacer. La responsabilidad nos obliga a afrontar la vida cotidiana y las éticas aplicadas no surgen de la academia, que debe tener la humildad de difundir los problemas de la ética aplicada. Cómo se incrustan los valores y normas en instituciones y formas de vida. Esta es una cuestión eminentemente filosófica (y, por cierto, hermenéutica, pues exige un ejercicio de interpretación). La hipocresía pública, la corrupción generalizada y la mentira de la vida pública hacen que la filosofía ponga en marcha una denuncia de la situación. Lo cual es, claramente, una forma de interpretar el mundo. La crítica como interpretación consiste en recuperar (con fines más nobles) aquello de “luz y taquígrafos” y ser testigos y notarios del mundo en que vivimos. “Conócete a ti mismo”, “sé el que eres”, estos viejos lemas filosóficos siguen siendo aplicables hoy en día. La ética hermenéutica nos ayuda en este sentido, al decirnos que no hay comprensión sin aplicación. Sin experiencia no se comprende nada.

Valorar el pensamiento y la actividad intelectual, afrontar el nihilismo y repensar el papel de la razón (y la ciencia) en nuestras sociedades y constituirse en una instancia crítica capaz de ser aplicada y transformar la realidad. Éstas pueden ser, muy resumidamente, 3 razones para potenciar la presencia de la filosofía en el mundo actual.

2.- Para qué sirven los filósofos

“¿Para qué sirven los químicos? ¿Para qué sirven los hombres de negocios? ¿Para qué sirven los políticos? A todas estas preguntas, y otras similares, cabe responder de un modo relativamente satisfactorio: cada uno de ellos sirve para algo determinado y se supone, además, que útil y beneficioso -comprender mejor la naturaleza y funciones de ciertas sustancias, lo que puede dar por resultado la invención y perfeccionamiento de muchos utilísimos productos; comprar y vender mercancías; legislar o mandar. En todo caso, las personas que ejecutan esas actividades, u otras similares, están convencidas de que no sólo sirven para algo, sino de que pueden asimismo dar buena cuenta y razón de ello. Por añadidura, se juzga que todas esas actividades son importantes.

Los

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