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La percepción del hombre


Enviado por   •  21 de Enero de 2021  •  Ensayos  •  3.195 Palabras (13 Páginas)  •  98 Visitas

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LA PERCEPCIÓN DEL HOMBRE

Emmanuel López Arce

La razón de ser: la razón que nos permite existir. Somos porque estamos o somos porque trascendemos. Alma, fruto de nuestra conciencia, es el principio de la vida; no es cuerpo, sino acto de cuerpo, como el calor, que es el principio de calentarse; no es cuerpo sino acto de un cuerpo. Trascendemos porque partimos de un ser que adquiere conciencia; vamos más allá de simple materia discontinua hacia algo más complejo. Pero, ¿por qué? ¿Para qué? ¿Hacia qué fin exactamente? Quizá para saciar de alguna manera nuestros deseos, o para encontrar un propósito verdadero… Un propósito en base a nuestra propia verdad, por lo que para conocerlo es necesario ser completamente consciente de la realidad: lo real, ¡lo verdadero!

        El hombre, al igual que el resto de animales, posee dimorfismo sexual: varón y hembra. Obviamente me dirijo hacia usted, mi estimado lector, desde la posición de un joven varón. Para nosotros los hombres, las mujeres viven en la otra orilla del mar y la corriente que nos separa es más ancha y profunda que el océano mismo. Pero al fin y al cabo pertenecemos a la especie humana; estamos encaminados hacia un propósito en general: nos servimos los unos a los otros como debe ser desde que fuimos conscientes de nuestro ser. De igual modo poseemos características comunes. No somos idénticos, pero tenemos los pies sobre la misma tierra. Es a través de nuestros cinco sentidos convencionales por donde se analiza la realidad que nos es posible percibir. Nuestro cerebro hace un intento por traducir tal información, y al mismo tiempo se vale del uso de la razón y emociones para lograr dicho cometido. Aun así, no considero que, de momento seamos entes perfectos; nuestros pies aún están encadenados a la misma tierra que hace doscientos mil años, dejando nuestro espíritu a la deriva y capricho de una evolución desesperadamente lenta; somos esclavos de la mismísima naturaleza, en todos los sentidos; ¿acaso habremos algún día tener la osadía de andar sobre otras tierras? ¿Siquiera somos dignos de contemplar otros horizontes en anhelo de continuar en el plano de la existencia, recordando así a las profundas tierras de donde ha surgido el hombre como un camino irreversible? Todo depende de voluntad del individuo. Y ya que hago mención de aquellos hombres con deseos y convicciones propias, hay que dejar en claro que parte de su esencia se debe a que poseen un alma: una conciencia moldeable a su propia voluntad, dependiente al cuerpo: el trono del alma; así pues, poseer un cuerpo es el pilar donde posar nuestras ideas; significa entonces tener presencia dentro de lo mundano, puesto que dichas ideas descienden paralelamente, por así decirlo, a través del cuerpo. En otro tiempo, el alma miraba al cuerpo con desprecio; y ese desprecio era entonces lo más alto; el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra… Oh, también esa alma era flaca, fea y famélica: ¡y la crueldad era la voluptuosidad de esa alma!

        Siendo uno mismo, en cuerpo y alma, hay que empezar a ver la verdad; nuestra verdad yace en un mundo objetivo, observado con la noción de que algo es verdad, independiente de la perspectiva humana; es una verdad absoluta, innegable e inamovible. Lo subjetivo se extiende de la verdad absoluta: es la noción de que algo es verdad desde la perspectiva de un individuo; algo que pasa por el muro de los prejuicios personales y sentimientos, y está sujeto al gusto personal. Identificar cuál de estas dos perspectivas tiene mayor peso puede ser contraproducente puesto que, siendo certeros, una opinión pesa tanto como sus argumentos y fundamentos. Y un hecho necesita de un contexto relativo para tener un peso real. La realidad es independiente de todo, tal y como afirma el objetivismo; por lo tanto, los hechos son hechos y la tarea de la consciencia del hombre es entender esa realidad objetivamente con el uso de la razón. Personalmente, le veo huecos a esta corriente filosófica, porque limita nuestra concepción del mundo a aspectos cien por ciento mundanos, cayendo incluso en falacias tratando de racionalizar o justificar ciertos antivalores, motivando al hombre a perseguir frívolos sueños. Entonces, ante toda esta diversidad de perspectivas, la ciencia también busca su lugar dentro de la búsqueda de la verdad. El universo: todo lo que conocemos; usted mismo, todo, absolutamente todo no es nada más que nuestro cerebro interpretando a su manera lo que interacciona con uno mismo. ¿Cuántos colores hay? ¿Cuántas notas musicales existen? Pues esto viene determinado únicamente por lo que nuestro cerebro quiere interpretar a través de nuestros sentidos. Un ejemplo de esto es cuando “vemos” algo, lo que realmente estamos viendo son ondas electromagnéticas. Dicho de otro modo: el rojo no es más que ondas electromagnéticas o fotones con una longitud de onda de setecientos nanómetros, el verde de quinientos cincuenta nanómetros y el azul de cuatrocientos cincuenta. ¿Es posible ver una longitud de onda de ochocientos nanómetros? Nunca podremos. ¿Una de trescientos nanómetros? Vaya olvidándolo. Los seres humanos podemos “ver” las longitudes de onda que tienen de cuatrocientos a setecientos nanómetros: es lo que se llama “luz visible”, pero el espectro electromagnético es infinito; es decir, hay ondas que miden tan sólo una longitud de onda de un átomo, mientras que hay ondas que tienen una longitud de onda del tamaño de edificios y nosotros tan sólo podemos ver una pequeñísima facción de este abanico de longitudes de onda. Es nuestro cerebro quien nos dice cómo debe ser para nosotros cada longitud de onda; es él quien traduce un simple número en algo tan importante para nosotros como los colores; es por esto que nuestra realidad es única. Si, por ejemplo, nos fijamos en el caso de las mantis marinas, nos encontramos con un animal que posee la increíble habilidad de ver longitudes de onda mucho más pequeñas que las de los humanos; es decir, es capaz de ver, a parte de la luz visible, la luz ultravioleta, lo que le permite ver cuatro veces más colores que nosotros. Ahora intente imaginarse cómo sería ser una mantis marina, intente ver cómo vería ella, intente imaginarse otro color distinto a los que ya conoce… ¡Es imposible! No podemos ver más allá de la realidad que nosotros mismos nos hemos creado. Nosotros tenemos nuestra realidad con un número concreto de colores y las mantis marinas tienen su realidad con cuatro veces más colores que nosotros: una realidad que jamás vamos a poder ni imaginar. Usted, estimado lector, podrá pensar quizá sí somos capaces de ver otras longitudes de onda, como por ejemplo el infrarrojo: ¿quién no ha visto una de esas imágenes en las que la temperatura de un cuerpo queda representada por una escala de colores? ¡Ajá! Una escala de colores. La tecnología nos permite traducir lo que no podemos ver a nuestra realidad de siete colores; no es que podamos ver luz ultravioleta o infrarroja, simplemente hacemos que una máquina la detecte y nos la represente con nuestra luz visible: con nuestra realidad. Sabemos que en el Universo todo es materia y energía, existiendo éstas en forma de partículas elementales. No sabemos cómo son, lo único que podemos hacer es intentar actuar con ellas y mediante observaciones indirectas medir sus propiedades. Sabemos que todas las partículas del universo se comportan como partículas y ondas a la vez. Porque incluso habiendo llegado a este nivel de precisión, la realidad vuelve a esconderse; no es lo suficientemente frustrante que no podamos saber cómo son las partículas, sino que además éstas se pueden comportar de dos formas a la vez: son partículas y a la vez son ondas. Sea bienvenido a la física cuántica. En función de cómo estudiemos a la realidad para saber cómo es verdaderamente, ésta parece que se ríe de nosotros y nos muestra dos realidades: ondas y partículas a la vez. ¿A quién le cabe esto en la cabeza? Y lo mejor de todo es que la dualidad onda partícula no es la auténtica realidad; nuestra realidad no está hecha ni de círculos ni de cuadrados, porque incluso las partículas más elementales no son reales. La concepción de una partícula como “una pequeña bolita” es errónea; no es más que otra forma de interpretar la realidad. Por otro lado, es hora de hablar de la Teoría Cuántica de Campos: ésta dice que el Universo no está hecho ni de partículas ni de ondas, sino de campos cuánticos. Cada partícula elemental tiene su campo, pero no es que los campos estén localizados en un punto del Universo, sino que los campos cuánticos son algo intrínseco del espacio-tiempo: están en todos sitios. El concepto de onda y partícula no es nada más que una invención humana para interpretar la realidad; una realidad que puede que se comporte como ondas y partículas, pero que no está hecha ni de ondas ni de partículas. Pero bueno, este es el enfoque científico de las cosas, algo ambiguo para ser sincero, mas está justificado.

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