LA PERCEPCIÓN DEL HOMBRE POR EL HOMBRE
55554443332Ensayo27 de Julio de 2021
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Tema 2
LA PERCEPCIÓN DEL HOMBRE POR EL HOMBRE
(Lucio Portugal - 2008) El desarrollo de las interrelaciones entre los hombres está supeditado a la forma cómo se perciben mutuamente. La expresión, la percepción de las personas, significa realmente algo más que una simple percepción de una persona por otra; pero, en realidad incluye procesos mucho más complejos que el simple procesamiento de la información. Cuando se evalúa a otros seres humanos, intervienen mecanismos emocionales, cognoscitivos, físicos, etc. Que alteran la información y el juicio que se formula no siempre corresponde con la aprehensión sensorial.
Conocer a las personas y anticipar sus acciones, es una destreza que se desarrolla progresivamente. A través de los años y en las interacciones con los miembros de su clase social, con los miembros de su familia, amigos de juego, compañeros de estudio, maestros y muchas otras personas, el ser humano aprende a anticipar cómo se comportarán estos individuos en situaciones diferentes. La participación en una gran variedad de actividades sociales y en diferentes contextos sociales, paulatinamente conduce a la persona a aprender a describir o identificar esta multitud de acciones sociales en términos verbales y más tarde a caracterizar a ciertos individuos en esos términos.
Cuando percibimos a una persona procuramos conocer su carácter, sus rasgos personales, sus deseos y sus intenciones, así como su actitud ante nosotros (Kaufmann, H.; 1977). A diferencia de lo que sucede cuando percibimos objetos, tratamos de saber para qué sirve, cuál es su utilidad, de qué material está hecho, cuáles son sus orígenes.
La percepción de las personas supone una sistematización de la información sobre las personas y atribuirle determinadas características. Estas características, no obstante, la variación del comportamiento se percibe constantemente. La apariencia de una persona es percibida por ora como un “conjunto de rasgos anatómicos funcionales y sociales accesibles al reflejo sensorial concreto que, no obstante que, estos rasgos están dados como un todo, en indisoluble unidad, saltan al primer plano aquellos que son más significativos para el sujeto que percibe en esa circunstancia”.
Juzgamos o prejuzgamos con relativa frecuencia a nuestros semejantes, no es extremado afirmar que los seres humanos han aprendido con cierta habilidad juzgar los diferentes estados psicológicos: emocionales, sentimentales, actitudes, etc., ajenas. Es de suponer que, así como acertamos, también, cometemos equivocaciones, por tanto, prejuzgamos. Claro, unas poseen mayores o mejores habilidades que otras en lo que respecta a la formulación de opiniones sobre estas particularidades psicológicas.
Cuando entramos en contacto por primera vez con una persona, generalmente, por no decir, siempre, surge una interrogante:
¿Quién es?, y está orientada a indagar fundamentalmente su situación y condición social. Esto puede apreciarse en parte –nos dice Petrovski, Leontiev y otros- por su aspecto físico, en el cual han grabado las particularidades de su modo de vida, entre ellas el tipo de trabajo, su alimentación, régimen de descanso, etc., típicos de un determinado grupo social. No es menos significativo su comportamiento y los giros peculiares de su lenguaje. En la medida en que el traje, el peinado, etc., corresponden a modelos aceptados, se puede juzgar su posición económica, así como, su actitud hacia las normas aceptadas. En situaciones en las que es importante desempeñar determinadas funciones, para facilitar la percepción de roles, se impone una forma especial de vestimenta, signos distintivos y otros símbolos.
En la interacción entre los hombres es importante para uno comprender la posición subjetiva del otro, su actitud hacia la presunta interacción. La inclinación a colaborar con otra persona se manifiesta en el afán de intimar con ella y se acompaña con la vivacidad, la sonrisa, la solicitud y otros signos de buena predisposición. Y, por el contrario, la frialdad, la tirantez, la brusquedad son prueba de la intención de alejar a quien aspira a obtener colaboración, de “ponerlo en su lugar”. Una prueba de cómo se imagina la “correlación de fuerzas” (posibilidades sociales) en la interacción inmediata, en su “acomodación” mínimo somática a la otra persona. Si le parece que el éxito de su empresa depende del otro (quiere que lo comprendan, que estén de acuerdo con él, que le tengan confianza), trata de contagiarse, de adivinar la actitud hacia sus actos, de enmendar rápidamente lo que “no anda bien”. La adaptación “acomodaticia” se manifiesta en su despilfarro de pequeños movimientos, gestos desordenados, excesiva tensión de músculos, febriles búsquedas de medios de influencia que llegan hasta intentos de demostrar falta de independencia. Algunos individuos realizan grandes esfuerzos para confundir al otro, por lo menos, para ocultar sus vivencias íntimas en el proceso de interacción.
La interpretación de los movimientos expresivos es un proceso complejo, que requiere un gran entrenamiento y experiencia y se complica no sólo por el hecho de que los síntomas exteriores distan mucho de contener una información completa sobre la persona, sino también porque las mismas manifestaciones externas pueden ser provocadas por diferentes vivencias interiores (Petrovski, Leontiev y otros, 1979).
Impresiones y formación de Impresiones
La impresión es una organización perceptivo-cognoscitiva acerca de una persona con contenidos específicos estructurados de una manera coherente y polarizados afectivamente, condicionadas, fundamentalmente por las experiencias socio-históricas.
La sociedad y la vida moderna son dominantes e impetuosas donde las relaciones y los contactos entre la gente son cuantiosas y relativamente breves. No obstante la complejidad de la vida moderna y los vínculos fugaces entre los hombres, en el transcurso de la práctica histórico social las generaciones precedentes han acumulado una enorme experiencia de la actividad social y de las relaciones interhumanas. Los “esquemas sociales” grabados en la cultura son algo así como estereotipos que la sociedad ofrece al hombre para la solución de determinadas tareas. Los conceptos de personas emergen gradualmente con la edad y el proceso de socialización. Así, el hábito de la gentileza y la discreción, aconseja cómo hay que conducirse en casa ajena cuando se está de visita; la manera de expresar los sentimientos: agradecimiento, satisfacción, simpatía, afecto, cariño, amor, celos, bravura, etc. depende de los modelos asimilados en la experiencia social.
Cuando nos presentan a alguien, advertimos varias cosas acerca de él: su ropa, gestos, forma de hablar, tono de la voz, firmeza en el apretón de manos y otros aspectos. Después nos valemos de esas pistas para clasificarlo en categorías a las personas por poca información que poseamos o contradictoria que sea y sin importar cuántas veces nos hemos equivocado antes al hacernos la primera impresión. Hay un esquema asociado a cada categoría, el cual, es un conjunto de juicios, creencias o expectativas sobre algo (en este caso la gente) basado en experiencias pasadas “estereotipos sociales” que los hombres se han formado de sus semejantes y los han ubicado dentro de un tipo esquemático, estándar, de hombre, como representante o modelo de un grupo social o categoría determinada.
Por ejemplo, la interesada y falsa impresión que las clases sociales dominantes han generado en otras personas con la idea de que los indios son brutos y los españoles superiores. De modo similar, cuando alguien nos dice, que es psicólogo de profesión, inmediatamente llegamos a la conclusión de que se trata de un profesional altamente capacitado, con conocimientos científicos sobre la personalidad, con calidades humanas altamente desarrolladas, etc. Estas conclusiones se derivan de los esquemas de psicólogo que tiene la mayoría de la gente.
Procesos en la formación de impresiones
Según R. Rommetveit, en el proceso de la formación de impresiones debe considerarse dos etapas:
- La de la aprehensión: De carácter perceptual propiamente dicha.
- La del juicio: De naturaleza cognoscitiva
Ambos procesos se generan a partir de datos observables que contribuyen la materia prima, modificada por elaboraciones subjetivas basadas en los juicios de la persona.
Según S. Shrauger, en este proceso debe considerarse cuatro etapas:
- Etapa de selección de claves.- Es la etapa de recopilación de toda información posible acerca de la otra persona.
- Etapa de la inferencia interpretativa.- Es la etapa de construcción y organización de la información inicial para inferir las características de la persona.
- Etapa de inferencia generalizada.- es la etapa de ampliación de la fase anterior, relacionando las características colegidas con otras que lógicamente se deben enlazar entre sí.
- Etapa de formación de expectativas.- Es la última etapa y supone la formación de expectativas respecto a la otra persona o a la formulación de respuestas verbales.
La situación del carácter social
La interacción se sucede dentro de un contexto social, en este contexto social las personas ocupan un lugar y desempeñan una actividad, cumplen roles diferentes (padre, madre, hijo, maestro, psicólogo, comunicador, médico, ingeniero, etc.) Esta ubicación y estas actividades que cumplen como ciudadanos influirán notablemente en la percepción, la valoración de ella. En definitiva, la evaluación que se haga de ella está influida y afectada por nuestro conocimiento de quién es él. Qué función cumple.
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