La religión, vista, en un sentido equivocado, como la sociedad capaz de satisfacer las necesidades de salvación:

Miércoles, 18 de mayo de 2016                                                    Seminario de Frankfurt y Habermas

Daniel Delgado Guerra                                                                                     Dr. Jaime Torres Guillén

En el trabajo que a continuación presentaré, quiero exponer una de las caras de la religión, la que se presenta como sistema totalizante, omniabarcante, como factor unidimensional y no referirme a ella como el ejercicio de la fe de alguien específico. Hago alusión, entonces, a lo que, en un inicio surgió como contracultura, como denuncia hacia una doctrina totalizante, hacia un factor unidimensional. La religión, que primero surge, como parte esencial del pueblo judío, para transformarse posteriormente en el factor certificante, que después, en tiempos de Constantino se convierte en doctrina universal, legitima y legitimizante para aquellos que en un tiempo fueron perseguidos. Se convierte también en coto de poder que se extiende hasta llegar a ser La visión y el centro de ésta, hasta nuestros días.

La religión, vista, en un sentido equivocado, como la sociedad capaz de satisfacer las necesidades de salvación:

1.- explota y comercia mediante la dialéctica: premio-castigo la fe del pueblo.

2.- somete las conciencias, generando una falsa piedad.

3.- inventa un nuevo concepto de salvación (felicidad) mediante la legitimación de sus  prácticas de piedad.

Dejando de lado su esencia: la libertad, autonomía y la desideologización que generan la toma de conciencia social, así como la emancipación ante todo sistema unidimensional y régimen totalitario, que promueve la construcción de tejido social.

Como su función es social, estando unida a las autoridades civiles, la religión se torna ambigua, generando así la legitimación de ideologías alienantes. La religión entonces se convierte en abstracción que veladamente oculta la acción social, deja de pensar en personas vivas para sustituirlas por individuos, por funciones que corresponden a abstracciones teóricas, en una filosofía que demanda los conceptos de razón, de individuo, de sociedad, de economía.

Como evidencia una teoría de identidad, se convierte en una teoría afirmativa. Demanda que su Estado, por así llamarle, siempre ha existido, configurado por unos que mandan y otros que obedecen. Implica a su vez, el poder coercitivo, las maneras y la esencia de las mismas; consecuentemente significa que estas no cambian.

Esto lleva a un callejón sin salida puesto que el problema principal de una ideología de este tipo, es que se convierte en criadero de teorías burguesas que determinan, queriendo resolver todo en la cabeza, no así en la praxis desde una dinámica de trabajo alienado.

A fin de explicar esta dinámica de trabajo alienado, emplearemos la dialéctica de felicidad-trabajo forzado. Primeramente habremos de distinguir que, felicidad no puede entenderse simplemente como verdadero o falso. De aquí, desplegamos la pregunta: ¿cómo se podría explicar que las personas permitan ver una dinámica de trabajo en condiciones de explotación como camino que conduce a la felicidad? Ahora desplegaremos la dinámica del trabajo desde una perspectiva actual: entre más trabajo, mayor felicidad. Si tienes horas extra, ganarás más dinero. Estamos en una ética del trabajo alienada.

Regresando a la esencia de la religión, ésta debería de ser denuncia ante la alienación de la libertad, la autonomía y la ideologización que presenta la dialéctica de felicidad-trabajo forzado. Pero, el enfoque que presentamos de la religión, incluye una dialéctica tan similar como la que mencionamos al inicio, el premio-castigo. Donde detrás de una falsa piedad popular, se castiga por medio de las restricciones a fin de alcanzar la felicidad (el premio de su salvación): a mayor castigo o severidad en las puniciones, legitimadas por la autoridad eclesiástica (Estado), el individuo permite las condiciones de explotación con tal de alcanzar la felicidad: si tienes más indulgencias, seguro llegarás al cielo; si practicas más obras de misericordia, seguro serás mejor cristiano; a mayor mortificación, ¡mayor grado de santificación! A mayor involucración por parte de las autoridades eclesiásticas que legitimen a la autoridad civil... entonces sucede una mayor derrama económica, política y poder para el clero.

Desde este enfoque, tanto en el trabajo encontramos una ética alienada, como la religión. ¿Cómo subsiste hasta nuestros días esta dialéctica de felicidad-trabajo forzado? Más aun, una segunda pregunta: ¿cómo puede darse este cambio de conciencia si estás dentro de esa dinámica alienada de trabajo?

Cuando las dos partes: sociedad civil y eclesiástica convergen mediante un mismo sistema alienado, lo demás se adhiere.

Una sociedad, capaz de satisfacer las necesidades de los individuos, por su organización, priva la independencia de pensamiento, la autonomía y el derecho de oposición de su función crítica básica.

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