La tragedia griega

El Ciclo Tebano.

Se le llama de esta forma a un conjunto de poemas escritos durante la época arcaica en Grecia. Se cree que datan de los siglos VIII a VII a. C, y giran en torno a los acontecimientos ocurridos a Edipo, rey de Tebas, y la guerra entre tebanos y argivos. Nos centraremos en las siguientes obras escritas por Sófocles, principalmente en Antígona.

• Edipo Rey. Es la primera, cronológicamente hablando y la que habla de la vida de Edipo, Rey de Tebas e hijo de Yocasta y Layo. En esta se introduce la maldición de la estirpe de Edipo producto del pecado de incesto cometido con su madre y el parricidio que cometió contra su padre. Aunque él no tenía consciencia de sus pecados, al enterarse se autoexilia con ayuda de su hija Antígona.

• Edipo en colono. Es la segunda dentro de dicha cronología y la última en ser escrita. En esta obra, Edipo ya ciego llega a Colono sabiendo que en dicho sitio deberá morir por dictado a su profecía. Sin embargo, le piden que se marche de ahí y aparece Teseo, Rey de Atenas quien le promete que será enterrado en dicha ciudad para que su espíritu sea su guardián. Ismene llega con la noticia del enfrentamiento entre Eteocles y Polinices, luego de ello Creonte intenta hacerse con Edipo y sus hijas, pero son rescatados por el rey ateniense. Polinices acude a su padre para obtener su apoyo, pero Edipo los maldice y los condena a morir el uno en manos del otro.

• Antígona. Es la tercera cronológicamente hablando, y la que nos compete estudiar en esta ocasión. En esta ocasión, luego del enfrentamiento y muerte de ambos hermanos, Antígona desafía la ley al intentar dar sepultura a los restos de su hermano Polinices sobre la voluntad de Creonte, quien ya había tomado partido y enterrado a Eteocles.

Ismene y Antigona.

Para Romilly (2011), una de las características más notorias de los héroes sofocleos es que sus acciones los van aislando progresivamente de sus seres cercanos porque no hallan en ellos la consonancia con sus propósitos y aspiraciones.

Ismene y Antigona presentan las dos caras del deber de la mujer frente a la polis y al hombre. Siendo la primera la cara convencional, ella presenta la concepción tradicional del mundo de una mujer griega. “Ísmene —quizá porque permaneció en Tebas mientras Antígona compartía el exilio con su padre—, fue educada en las creencias de la sociedad patriarcal: los hombres han nacido para mandar y las mujeres para obedecer. Antígona rechaza amargamente las ideas de su hermana sobre la conducta normal en la mujer.” (Pomeroy, 120)

“Antígona urge el que ellas mismas realicen los ritos del enterramiento, su hermana Ismene esgrime la excusa de que ellas no son hombres: «Hemos nacido mujeres—dice— lo que significa que no debemos luchar contra hombres» (61-62). Ella usa el verbo, frecuentemente transcendente, «phyo», lo que implica que es más bien por naturaleza (physis) que, por convención hecha por los hombres, por lo que las mujeres no deben intentar rivalizar con los hombres.” (Pomeroy, 119)

Antígona se encuentra en medio de dos etapas de la vida femenina: no es una niña (παρθένος), pero tampoco es esposa cabal (γυνή), se trata de una novia o νύμφη, designación dada a las doncellas que no habían procreado (Bruit Zaidman, 1993, p. 165) y que todavía estaban bajo el favor de Ártemis. A los ojos de Creonte, Antígona conserva esa virilidad perteneciente a la edad núbil y el hecho de que no participe aún de la institución social del himeneo, sumado al desafío frontal que hace de su edicto, la convierten en una amenaza para su ἀνδρεία.

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