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La utopía contradictoria revolucionaria


Enviado por   •  12 de Agosto de 2013  •  Exámen  •  3.413 Palabras (14 Páginas)  •  251 Visitas

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La utopía contradictoria revolucionaria: Cuba y el Tercer Mundo en el contrapunteo del hombre mítico y el hombre nuevo

El periodo post-revolucionario cubano creó el contexto propicio para el desarrollo de un nuevo tipo de producción cultural y artística. Las repercusiones de la Revolución sobre el papel del intelectual y el artista en el nuevo espacio político y social cubano obligaron a modificar la agenda ideológica con la que venían produciéndose literatura, música y arte. En el contexto revolucionario, el trabajo del intelectual debía servir para reafirmar el triunfo de lo que se definiría como el ‘hombre nuevo’ y para exaltar su identidad en el espíritu de compromiso que requería la construcción de una nueva nación. Uno de los exponentes con mayor impacto sobre este nuevo imaginario fue Wifredo Lam, artista surrealista latinoamericano por excelencia, quien logró una apropiación de la identidad cubana a través de un estilo único que capturaba el carácter ecléctico y alternativo de ese ‘hombre nuevo’. Debido a su filiación ideológica con el rol del intelectual y del artista dentro de la Revolución, Lam se convirtió rápidamente en uno de los principales voceros del proyecto de transformación de la isla y su trabajo sería reconocido por la dirigencia revolucionaria como emblemático. Así, en 1965, apenas seis años después de la Revolución, Lam recibió el encargo de crear una obra capaz de condensar el proceso histórico por el que atravesaba Cuba, trabajo que sería expuesto permanentemente en el Palacio Presidencial. Titulada El tercer mundo, la obra que entregó Lam identificaba la condición híbrida como la principal característica de una nación que, desde el subdesarrollo, buscaba su ingreso definitivo a la modernidad. La exploración de los elementos que la obra de Lam ofrece al análisis de la Cuba revolucionaria, sus utopías y fracasos, sus aciertos y errores, dialoga también con el análisis que puede hacerse de la producción literaria del mismo periodo. Memorias del Subdesarrollo, novela escrita en 1962 por Edmundo Desnoes, resulta una obra igualmente emblemática de este proceso histórico. En esta novela de Desnoes, al igual que en el trabajo de Lam, las tensiones producidas por los cambios ideológicos revolucionarios quedan reflejadas en la descripción del surgimiento de un ‘hombre nuevo’ problemático, incapaz de asumir la transición de Cuba, tras la Revolución, del subdesarrollo hacia una nueva etapa.

Partiendo de este contexto, en las paginas que vienen quiero proponer que la pintura de Lam y la narrativa de Desnoes, al ser producidas durante este momento de transición, pueden leerse en el sentido en que Antonio Benítez Rojo interpreta la obra de Fernando Ortiz, es decir, “como un texto dialógico y acéntrico en cuyo pluralismo de voces y de ritmos no sólo se dejan escuchar las más variadas disciplinas y las ideologías más irreconciliables sino también enunciados que corresponden a dos formas muy diferentes de conocimiento, de saber” (160). Desde esta perspectiva, entonces, se enuncian múltiples posibilidades discursivas que ligan estas obras con diferentes aproximaciones analíticas a la labor del intelectual en el Tercer Mundo. Una de estas opciones es la de entender las obras como alegorías del devenir histórico cubano, lo cual proveerá, como sugiere Julie McGonegal , un punto de partida suficientemente sólido para el análisis de ciertas contradicciones en las que incurre la idea del ‘hombre nuevo’ revolucionario al intentar desligar la identidad del marco de tensiones post-coloniales dentro del cual surge la Revolución. En este trabajo, por tanto, exploraré los conceptos de subdesarrollo y tercer mundo en relación con las tensiones de identidad en Cuba y la forma como éstas fueron articuladas dentro del proyecto revolucionario. Partiendo de tres diferentes discursos culturales: una pintura (El tercer mundo), una novela (Memorias del subdesarrollo) y un evento (el famoso Salón de Mayo, organizado en 1967 por Lam con el propósito de promocionar el éxito de la campaña revolucionaria en el medio intelectual europeo), quiero presentar una nueva lectura de la transición revolucionaria en la que propongo la existencia de un dialogo contradictorio entre el pasado y el presente, entre la burguesía y el proletariado y entre la Habana pre y post-revolucionaria, en el que, al intentar escapar de las ideologías y categorizaciones tercermundistas mediante la creación del ‘hombre nuevo’, éstas terminan reafirmándose. Tanto Lam como Desnoes, al estar creando alegorías de la nación, recaen en esa misma situación contradictoria, lo cual puede verse en el contrapunteo (en los términos de Fernando Ortiz ) entre mito y modernidad presente en la obra de Lam, en el carácter ahistórico con el que Desnoes cuestiona en su novela la participación del ‘hombre nuevo’ durante la Crisis de octubre frente al papel protagónico que adquiere Cuba en el marco de la Guerra Fría, y en el gesto de Lam como vocero de la Revolución al buscar para la isla, mediante la creación del Salón de Mayo, un reconocimiento, por parte del Primer Mundo, que conserva el carácter propio de las tensiones post-coloniales.

Al asumir que existe una tensión entre opuestos, y que esta tensión sobrepasa el carácter puramente binario y dialéctico de los esquemas analíticos positivistas, el estudio de la obra de Lam en relación con el trabajo de Desnoes alude a problemáticas propias de la post-modernidad, en las que una multiplicidad de centros permite enfatizar las relaciones históricas mientras facilita la exploración del sentido contrapuntual de varios elementos propios de la identidad cubana: “human, plants, machines, land and mythology” (Mahabir 27). En este sentido, la obra de arte y su creador se convierten en transmisores de un sentido de unidad identitaria, con lo que confirman el carácter de voceros ideológicos del que tomará ventaja la Revolución. Sin embargo, y como señala Susan Sontag, dentro de la transición revolucionaria, las distintas direcciones que fue tomando el proyecto ideológico crearon espacios de ambigüedad en los que el papel del artista-intelectual se convirtió en canal de expresión y en cara visible de muchas de las contradicciones propias de un proceso como el que afrontaba Cuba:

The official encouragement of the artist is a two-edged sword. Not only are the people educated and uplifted by the work of the artist, but the artist, realizing that his work is not merely tolerated as decoration but considered useful to the society, feels himself to be an important integrated citizen. Contrary to the cliché of the artist being antisocial, alienated and alienating, most serious artists, I am aware of, believe their work is important for society and want society to

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