La verdad en la historia

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Introducción

La historia es fundamental en nuestras vidas por muchas razones, pero principalmente porque nos ayuda a entender nuestro pasado y le da sentido a muchas cosas que ocurren en nuestro presente, podemos saber si un hecho es verídico a través de fuentes. Pero, ¿realmente existe una verdad en la historia? ¿Es posible alcanzar una verdad objetiva en la historia?

Aquí a través de dos perspectivas de la verdad en la historia trataremos de averiguar o por lo menos tener una idea más clara sobre si realmente existe una verdad en la historia.

La verdad en la historia

Primero comencemos por aclarar que es lo que entendemos por verdad; por verdad entenderemos juicio verdadero. Un juicio es verdadero cuando de él se puede confirmar que lo que enuncia existe en la manera en que se enuncia.

 Por lo tanto si en una ciencia cualquiera, en este caso la ciencia de la historia, damos por hecho que nuestro juicio es verdadero, queremos decir que estamos del todo convencidos de que nuestro juicio concuerda con su objeto real.

No puede existir otra verdad que la verdad objetiva, lo contrario a la verdad objetiva sería la verdad subjetiva.

Considerada como contrario de la verdad objetiva la verdad subjetiva es equivalente a falso.
Entonces resulta que toda verdad es objetiva por lo tanto no es necesario usar el adjetivo “objetivo”. Sin embargo, a pesar de que se trate de un pleonasmo, la expresión “verdad objetiva” puede conservar su valor para remarcar la objetividad de la relación cognoscitiva.

El viejo conflicto entre los partidarios de la verdad absoluta y de la verdad relativa afecta a dos objetos distintos, aunque ligados entre sí. El primero consiste en saber si un juicio dado es verdadero o falso independientemente o en dependencia de las circunstancias, o sea de la persona que lo formula, del tiempo y del lugar en que es formulado. El segundo objeto se refiere al carácter total o parcial de las verdades adquiridas.

Si se desarrollan las construcciones elípticas determinando el sujeto, el tiempo y el lugar, las proposiciones que se obtienen son verdaderas o falsas independientemente de la persona que las enuncia y del lugar y el instante en que son formuladas.

Entre los absolutistas y los relativistas, la clásica definición de la verdad y la teoría del reflejo nos aconsejan situarnos del lado de los relativistas.

Uno de los problemas en cuestión es este debate, por un lado están los que piensan que solo puede ser verdadero el conocimiento total y completo, y por lo tanto es eterno e inmutable y por el otro lado los que piensan que la verdad puede ser, con sus excepciones por su puesto, incompleta y, por tanto, variable en la medida que se desarrolla nuestro conocimiento del objeto dado.

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