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La Ética: ¿una lista de prohibiciones?

Makarena M. VladislavicEnsayo2 de Octubre de 2020

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Capítulo 1

La Ética: ¿una lista de prohibiciones?

Mariano Bártoli

(Capítulo tomado del libro “El camino de la persona” (obra escrita por los profesores del Instituto de Filosofía de la Universidad San Sebastián).

Cuando se piensa en Ética o en moral, lo primero que podría aparecernos es una cantidad infinita de normas o leyes que nos prohíben realizar ciertos actos que nos parecen agradables o ventajosos. Solemos verla como ese “deber” que nos pesa y nos agobia privándonos de esa “libertad” anhelada de hacer lo que de verdad queremos o nos gusta. En nuestros días, ciertamente, la Ética no tiene buena prensa. En gran medida porque los mismos que hacen alarde de ella y la reivindican, suelen saltársela como si nada fuera. Pero ¿es esto verdaderamente la Ética? ¿Es de verdad un sistema de prohibiciones o lista de deberes? ¿O por el contrario es algo mucho más noble y necesario en la vida humana?  

Para responder estas preguntas y, seguramente algunas otras, comencemos por el principio: La Ética o moral es un hecho. Esta es una constatación primera que nadie puede negar. Todos los hombres, sin importar cuáles sean sus costumbres, su cultura o sus creencias, realizan acciones que consideran buenas o malas. Más aún, sin importar su concepción antropológica o Ética, todos los seres humanos buscan realizar acciones que les hagan buenas personas. Realidades cotidianas que todos vivimos como el premio, el castigo, el remordimiento o arrepentimiento, nos hacen palpable la existencia en el orden humano de este tipo de acciones. Acciones admirables, acciones reprobables, acciones censurables, acciones imitables, etc. Es parte de lo que somos. Lo hemos experimentado además en nosotros mismos. No solo con relación a otras personas, cuando juzgamos y decimos: “eso que ha hecho fulano es admirable”, “eso que ha hecho mengano, es una atrocidad y no debe repetirse”, sino que nosotros mismos nos hemos mirado con admiración o reprobación, porque en el fondo reconocemos que hay un tipo de acciones, de entre todas las que hacemos, que las valoramos como buenas o malas moralmente, que las juzgamos como capaces de hacernos mejores o peores personas.

Debido a que es tan presente, hablamos de ello continuamente. Es posible que no haya un tema sobre el cual se discuta tanto como el de las materias morales. ¿Quién no ha discutido con su familia o sus amigos sobre las mentiras piadosas, sobre si el fin justifica los medios, sobre el amor y la vida en pareja, sobre la justicia social, sobre el suicidio, sobre los derechos humanos, sobre el aborto o la eutanasia, etc.? Las opiniones se enfrentan sin que parezca posible conciliarlas. Por todo ello es que en nuestros tiempos posmodernos suele afirmarse que la moral es del orden de la opinión. No hay lugar para certezas. Cuando se trata de ciencias empíricas o técnicas que tienen que ver con cosas objetivas, palpables, ahí sí es posible la certeza objetiva, allí sí es posible afirmar proposiciones verdaderas y rechazar con seguridad las falsas, sin embargo, esto no ocurre en el ámbito de la moral que, de ningún modo –se dice– puede ser considerada una ciencia. En ella todo es subjetivo, todo es opinable.

Sin embargo, eso dista mucho de ser verdadero, como intentaremos mostrar. La moral no solo es un hecho constatable, sino que se puede reflexionar filosóficamente sobre el modo adecuado en el que la persona humana puede obrar de un modo tal que alcance efectivamente su felicidad. A la inteligencia humana no le basta con constatar el hecho, sino que busca penetrar en la realidad y poder saber en qué consiste la vida buena, la vida moralmente adecuada al hombre. Y a eso nos dedicaremos en el presente volumen. Sin embargo, antes es preciso responder a la pregunta por la Ética misma. ¿Qué es la Ética?

1.- Primera aproximación a la Ética

Una buena manera de aproximarse es examinar qué nos dice la palabra. Por ello, daremos una definición nominal, esto es, aquella definición que no nos muestra lo que es la cosa, sino que nos da ciertas características de ella a través de su etimología. La voz “Ética” proviene del griego êthos (ηθοζ), escrito con la letra “eta” (η), que significa “hábito o costumbre”. Pero la misma palabra también procede de éthos (εθοζ), escrito con la letra épsilon (ε). A diferencia de la anterior, esta expresión significa “carácter, modo de ser”. Aunque son dos las voces ligadas a la palabra “Ética”, eso, lejos de suponer una confusión, es una riqueza para el vocablo ya que el carácter o personalidad humana está formado por el hábito, es el actuar de un modo estable, constante. Por eso es que bien vale recordar que originalmente la voz éthos hacía referencia a la morada, al lugar donde uno está, el lugar que se habita. La virtud o el vicio modelan modos de ser que nos permiten decir que uno es de una determinada manera, que uno se halla de un determinado modo con respecto a la realidad fundando diversos sistemas o modos de comportamiento. Por eso, la Ética es lo que nos va moldeando y nos permite llegar a ser lo que queremos ser o, mejor dicho, lo que debemos llegar a ser.

Esta voz ethos, pasa al latín como mos, moris, para significar exactamente lo mismo, esto es, los comportamientos humanos que están fundados en hábitos o costumbres. Moral y Ética, por tanto, desde el punto de vista etimológico son exactamente lo mismo. No hay diferencias entre ellas y así lo tomaremos aquí. La única diferencia es la procedencia etimológica: una viene directamente del griego al castellano, mientras que la otra viene del griego, aunque pasando por el vocablo latino[1], pero significan la misma realidad: los actos humanos que moldean y dan consistencia al carácter o personalidad.

No obstante, hay quienes distinguen estos dos conceptos. Incluso lo hace el mismo Diccionario de la Real Academia Española. Por ello, aunque aquí los tomaremos como sinónimos, es preciso conocer y reflexionar sobre esa diferencia. La significación fundamental es la misma: significan lo que tiene relación con el recto obrar humano, con el comportamiento humano que forma el carácter. Sin embargo, se distinguen, en tanto, el término “moral” se utiliza para significar los sistemas de valores o normas concretos que rigen en una determinada sociedad, sin relación con lo que llamaríamos “recto comportamiento”. Así se habla de la moral azteca, la moral musulmana, la moral antigua, la moral moderna, la moral posmoderna, etc. La voz “Ética”, por su parte, se reserva para la reflexión filosófica sobre dichos sistemas. En este sentido, la Ética es la que se encargaría de establecer cuál es la moral más adecuada al ser humano. En un caso se reflexiona sobre los valores y modos de ser que caracterizan a una sociedad o cultura; mientras que, en el otro caso, se piensa sobre el sentido del obrar humano con vistas a determinar qué es lo más adecuado para la persona.  En síntesis, digamos que la moral refleja lo que es, mientras que la Ética, reflexiona sobre lo que debe ser. No obstante, y tal como lo hemos señalado, tomaremos aquí tanto a la Ética como a la moral cómo conceptos sinónimos, como dos modos de referirse al obrar humano y su relación con la felicidad.  

Ahora bien, tan controvertida es la reflexión sobre lo que significa dicho obrar moral, tanta discusión tenemos en nuestros días sobre el modo en el que el ser humano debe comportarse para actuar moralmente, que muchos han terminado despreciando o minusvalorando el papel de la Ética porque no le ven sentido. En parte esto se debe al desconocimiento que hay sobre ella y las diversas apreciaciones falsas sobre lo que es la Ética. Por eso, y a fin de comprender en profundidad qué sea la Ética, vamos a intentar, siguiendo a Ramón Ayllón[2], describir qué cosa NO es la Ética, de modo que queden descartadas las posturas erróneas en relación con el tema.  

2.- Lo que la Ética no es

Muchos son los errores que en el mundo moderno proliferan en torno a la Ética y que debieran ser debidamente explicados. Sin embargo, nos limitaremos a explicar tres cosas que no dicen relación con la Ética, pero que en la actualidad se las vincula con ella. Y lo haremos a través de la explicación de un mito, de una historia y con una búsqueda del tesoro.

a) En primer lugar, el mito. Este mito nos revela y nos refleja uno de los errores en la comprensión de la Ética. Se trata del mito de Eco y Narciso. Eco era una ninfa[3] de los bosques, alegre y muy parlanchina, que fue condenada por Hera, la esposa de Zeus a repetir la última frase de su interlocutor y decidió esconderse en los bosques.  Narciso, por su parte, era un joven hermoso, tan hermoso como nadie en todo el mundo quien, caminando un día por el bosque, fue sorprendido por la ninfa Eco, la que quedó prendada de la belleza del joven. Él, sin embargo, se burló de ella de tal modo que volvió a esconderse hasta quedar confundida casi con la misma roca de la cueva. Como castigo, Nemesis, la diosa de la venganza, le causó a Narciso una gran sed, que llevó al joven a beber agua en el río. Al ver su reflejo, quedó enamorado poderosamente de su propia belleza. No podía dejar de mirarse, él lo era todo para sí mismo. Tan fuerte era su amor a sí mismo que quiso unirse con la imagen y se ahogó. Como recuerdo, junto al lago creció una flor a la que se le llamó Narciso.

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