Libro Andrea Garcia Tierz By Daphi
AlEjAnDrOFiiRe15 de Enero de 2014
9.270 Palabras (38 Páginas)280 Visitas
LIBRO OJOS DE FUEGO A. García Tierz
PRÓLOGO "LA CAZADORA CAZADA"
El día amaneció luminoso, revelador. Tal vez fuera tan revelador que cuando el primer rayo de sol penetró por el ventanal, Katzena ya sabía que por esa vez, no podría salvarse. Giró la cabeza hacia la izquierda y contempló por un momento a su amante. Estaba dormido. Él no se percataba de nada en absoluto.
Con cautela, la atractiva joven se liberó del férreo abrazo que la encadenaba al pecho del musculoso muchacho y se dispuso a vestirse. Cuando ya terminaba, escuchó unos pasos apresurados. Intentando no perder la calma, Katzena agarró la vasija de lavado. Se escondió detrás d la puerta, aún cerrada y agudizó los oídos al máximo.
-¡Katy!,¡Katy!,¡soy yo!
La suavísima voz, repleta de nerviosismo, le sonó familiar.
-¡Oh, Haily! -bostezó ella, al reconocerla, sintiéndose reconfortada.
Una joven, quizá de uno o dos años menos que la otra, tropezó al abrirse bruscamente la puerta, y a punto estuvo de caerse.
-¡Chissst! -la silenció Katzena, a la vez q la agarraba por el antebrazo- vas a despertarle.
Haily miró con retintín a su amiga. Siempre había envidiado su belleza y el desparpajo q tenia con todo el mundo, sobre todo con los chicos, pero no los líos en los que a menudo se metía.
-No se como puedes acariciarle con tanta ternura después de tirártelo -se mofó, viendo como su amiga tomaba la cabeza d su amante entre sus manos y le estiraba la rizada cabeza con cariño- pensaba q eras incapaz de amar.. así..
-Hay muchas formas de amar -Katzena entrecerró los ojos, como si acabara de recordar algún suceso pasado q le había hecho daño.
Se hizo un silencio incómodo, al menos para Haily. De pronto le vino a la cabeza la razón de porque se encontraba ahí.
-¡Katy, tu marido se ha enterado de que le eres infiel y viene hacia aquí! -la dijo, casi chillando.
-Bien, ya era hora de que ese estúpido se enterara de que no voy precisamente con mis amigas a la iglesia en su ausencia -murmuró su amiga y añadió- Has despertado a Jon.
En efecto, el joven se había despertado entre bostezos, y con los ojos todavía cerrados, buscaba con sus labios la suave piel de la joven. Al notarla tensa, decidió abrir los ojos y justo en ese momento se percato de que allí había una chica de mas...
-Ho...hola - esbozó una tímida sonrisa al darse cuenta de que también... ¡estaba desnudo!
-Hola -saludo con voz ahogada Haily, atragantándose x lo k acababa d ver.
Sólo Katzena, la chica de ojos verdes y mirada felina, como algunos la llamaban parecía inmutable.
-¡Ay, de verdad! -exclamó- ¡Ni q en tu vida no hubieras visto "eso"!
-No tan... grande.
Haily se llevo una mano a la boca, al darse cuenta de lo que había dicho. Sin embargo Katzena comenzó a reír.
-Perdón, perdón, perdón –repitió a una y otra vez la chica rubia.
-Jajaja, no te preocupes -y Katzena le hizo una carantoña un poco subidita de tono y con voz sensual dijo- Así ya tengo testigos de lo mucho que te pongo.
-Por supuesto, mi gata montesa.
Y ante la mirada incrédula de Haily, los dos amantes se enzarzaron en un movimiento de sábanas, palabras picantes, risas y jadeos.
-Ejem, ejem -ella tosió fuertemente- ¿De verdad no te preocupa que tu marido venga cabreadísimo y diciendo que te va a matar?
-¡Ay, Hai, como eres, de verdad! -replicó su amiga- Es un inocentón, ¿por qué te crees que me casé con él si no? Además... no olvides que las mujeres tenemos el poder sobre los hombres...
Pero Jon no parecía estar muy conforme con la situación. Torció el gesto y se apresuró/dispuso a vestirse.
Antes de que Katzena pudiera impedirlo, el muchacho ya se había precipitado escaleras abajo y desaparecido de su vista.
-Y pensaba que me quería -ella escondió su cara entre las manos.
Haily respiró lentamente para intentar relajarse. Había llegado corriendo, yendo de una punta a otra del pueblo, porque su marido se había enterado de que Katzena le ponía los cuernos, había pasado completamente de su advertencia, y, ahora ,¿la tenía que consolar?
La furia se le pasó pronto al notar lo muy afectada que estaba su amiga.
-Bah, déjalo, era un cabrón -se sentó a su lado- No merece la pena.
-Y yo soy la gran cabrona entre los cabrones -musitó Katzena, con voz apenas audible- Juré que no me volvería a enamorar porque los chicos solo sirven para dos cosas, para darte dolor de cabeza y para pasar el rato... ¡Y ahora mírame... y dime en qué me he convertido!
Haily suspiró. Katy y ella... Ella y Katy... Eran muy diferentes la una de la otra... Katzena era apasionada, arrojada, valiente, mientras que Haily era tímida, reflexiva y prudente. Eran polos opuestos. Sin embargo, habían estado siempre juntas y se querían como hermanas. Haily se kedó huérfana de padre y madre a edad muy temprana y se dedicaba a vagabundear por la calle. Un día, Katzena la descubrió y se la llevó junto a los suyos. Ella tampoco tenía familia, la abandonaron cuando apenas era un bebé, pero se negaba a pensar que estaría sola el resto de su vida y se juntó con chavales de su edad que se dedicaban al pillaje. Más de una vez Katzena pasó hambre por dar algo de comer a Haily, y siempre que se ponía enferma, pues Haily de pequeña era muy débil físicamente, Katzena se pasaba horas y horas a su lado sin dormir, hasta que se recuperaba.
-¿Hai...?
Katzena la miraba con ojos brillantes. No lloraba, pero los hoyuelos en las mejillas delataban que si lo había hecho.
-¿Estás bien? -le preguntó, preocupada.
¿Qué si ella, Haily, se encontraba mal...? La muchacha se rió con un deje musical. A Katzena le encantaba ese sonido, Siempre que podía intentaba hacerla reír. Que ella fuera feliz le proporcionaba una enorme felicidad.
-¿Qué si yo estoy bien? -repitió, sonriendo, la rubia joven.
Katzena le devolvió la mirada, divertida.
-Hombre, no voy a estar Yo mal.
Las dos se rieron al unisonó.
-Me encanta la determinación que tienes... -dijo Haily mientras cogía aire- Yo no sé si podría... Ojalá fuera como tú...
Katzena fue a replicar algo, pero no pudo. La puerta de la casa había sido forzada y ahora un hombre subía por las escaleras y gritaba a pleno pulmón:
-¡¡Katzena!! ¡¡Maldita bruja!! ¡¡Katzena!!
Haily se estremeció al rebotar la dureza de las palabras contra su pecho. En cambio, la otra le preocupaba más salir de ahí que su propio marido.
-¡Ven! -le chistó para llamar su atención- ¡Por aquí!
Katzena se encontraba en la repisa de la ventana y la llamaba dando violentos manotazos al aire.
Haily se mareó cuando, estando ya en el tejado de la casa, miró hacia abajo.
-¡Esto es una locura! -murmuró, en un tono de rabia.
-Si, si, si... -sonrió Kat- Tú y las locuras no sois compatibles.
Debajo de ellas hubo un estruendo. El marido de Katzena la buscaba en todos los rincones de la casa sin encontrar nada.
-¡Malditos esclavos de Jon! -aulló como un lobo herido- ¡Nunca sabré que ha pasado aquí porque les cortó la lengua!
Katzena asintió.
-Y bien que hizo -afirmó.
-¿¡Pero Kat...!? -Haily se volvió para mirar a su amiga, horrorizada.
-¡Chssst! - le ordenó que se callara- Hablas cuando no tienes que hablar y callas cuando no tienes que callar.
Con un gruñido frustrado, Haily rumió un insulto y, juntas, esperaron a que el marido cornudo se cansara de buscar.
CAPÍTULO 1 El destierro
Haily miró por la ventana. No vio quién buscaba. Preocupada, contó las rayas que había trazado en la madera vieja. Cada línea significaba un día. ¡Once! Hacía once días que su amiga Katzena había desaparecido y la extrañaba de veras. Se marchó con una sonrisa forzada y esos ojos tristes que tanto inquietaban a Haily, y un “volveré, no te preocupes” dibujado en los labios.
¿Pero a dónde se fue? De vez en cuando ella marchaba del lado de su amiga por dos o tres días, pero nunca se había marchado por tan larga estancia.
¿Estará bien? –Se preguntaba la muchacha rubia, sin dejar de suspirar- En cuanto la vea le daré una bofetada.
Inmediatamente echó a llorar. Unos golpes en la puerta le produjeron una breve hipada. Apareció tras ella el viejo Barón Cervarios, señor de la Villa y parte de las tierras que se extendían más allá de su finca de verano. Era un importante hombre de apariencia tranquila, más bien conocido popularmente como el Viejo Verde.
-¿Puedo ayudarlo en algo, Señor? –preguntó educadamente Haily, secándose, apurada, las lágrimas.
- No me gusta ver a una señorita de tal hermosura llorar –replicó el Barón.
La joven lo observó. Tenía el rostro arrugado por la edad, la nariz aguileña y la rectitud de su boca le hacían aparentar seriedad. Iba con el pelo blanquecino, a juego con sus suntuosas túnicas hiladas en plata y piel. Aparentaba algo que no era, como su fingida ceguera gracias a la cual le permitía acercarse a asustadas muchachas. Ellas lo sabían bien y les causaba terror su presencia. Había oscuras leyendas entorno a la figura del Barón (…)
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