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Livertad, Identidad Y El Vacìo

aliescante10 de Noviembre de 2013

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Libertad, identidad y el Vacío

Pedir libertad absoluta es llamar al Vacío, pero, ¿quién tiene las agallas de aceptar al Vacío sólo por la nimiedad de “ser libre”? Creo que no, porque de todos modos, el valiente que lo hiciese, no sería consciente de ello.

Imagina por un momento que estás flotando en la nada... En el Vacío. Aquí tienes la libertad de flotar hacia donde sea: adelante, atrás, arriba, abajo, en diagonal, girar, rotar... Lo que se te ocurra. ¿Qué harías? Puedes decir lo que quieras. ¿Qué articularías? Puedes pensar lo que quieras. ¿Qué discurrirías?

¿Difícil pensar en ello? Ahora imagina que en esa Nada, en el Vacío, hay suelo qué pisar... Ya hay fondo. Las opciones se reducen. Ahora puedes ir hacia donde sea, menos hacia abajo. Y así hasta salir de la Nada, del Vacío, al mundo que conocemos.

Lo mismo va para la igualdad. Está en el Vacío y nada más en el Vacío. El Vacío y la muerte (como puente de la Vida al Vacío) son lo que nos hace iguales. En el Vacío está la igualdad. La unidad. Todo es Uno y Nada en el Vacío. He ahí lo terrible de los dos conceptos más buscados por el humano y la más grande contradicción.

La igualdad y la libertad son antinaturales (ya lo gritó Poncela). En el medio natural nadie es igual. Es la diversidad lo que mantiene el sistema en movimiento. Si todo fuese igual, el sistema se volvería estático, dejaría de evolucionar... Y dejar de evolucionar es la Muerte en sí misma. Porque las diferencias crean conflicto y el conflicto mueve a las especies... mueve la Naturaleza. Es la competencia entre especies diferentes y organismos diferentes lo que mantiene vivo al mundo. El día que todo sea igual, ese día se detiene todo. Y muere. Incluso el concepto de “equidad” es uno muy evasivo y eufemístico que sólo puede existir en abstracto en el humano y su Derecho. En la Naturaleza está cruel y crudamente implícito.

En cuanto a la libertad, si un organismo pudiese decidir cuándo actuar bajo las leyes naturales (por ejemplo) y cuándo no, el sistema también se vendría abajo por razones obvias (¿cuándo dormirías o te distraerías?): no sería nada funcional. Siempre somos esclavos de algo. Es la verdad. Y no sería tan deprimente si fuéramos más humildes, pues en la arrogantísima civilización somos esclavos de las cosas más imbéciles. Cuando sólo debiéramos ser esclavos de las leyes naturales, nos volvemos esclavos de las pasiones, de sustancias, de bienes, de nuestro saber, y, dramáticamente, de nuestra especie y de nosotros mismos. He ahí la prueba de que a la gente le aterra la libertad. Necesita que le digan qué hace, cómo hacer y cuándo hacer. Así todo es más sencillo y hay que pensar menos. Haz lingüística comparativa si no me crees. La gente necesita ser esclava. Tan no tiene idea de lo que es la libertad, que buscan la “libertad absoluta” , Pfff...

Deterministamente (¿existe semejante adverbio?) podemos echar un grito de ¿ayuda?, A la postura aristotélica que dice que el hombre es un dsóòon mimetikón y deprimirnos al pensar que si, en efecto el hombre copia todo aunque sea de una idea, entonces somos esclavos hasta de nuestras ideas (que en fin, provienen del mundo). Y que si todas nuestras ideas son copias o provienen del mundo real, entonces sólo podemos aspirar a la libertada cinética... y eso, con reservas.

Pero desechemos la anterior teoría por deprimente y asumamos que, en efecto, nuestras ideas son libres. Sea. Entones, sólo tenemos libertad cinética y de pensamiento (aunque esta última sea constantemente vendida, regalada o alquilada)... y añadamos a continuación todas las cadenas que nos echamos voluntariamente (la “coacción” como argumento no es valida, pues, ¿no vive el valiente hasta que el cobarde quiere?). Ahora sí, a llorar de tristeza.

Cuando

...

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