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MICROFISICA DEL PODER

272981 de Octubre de 2012

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MICHEL FOCAULT

MICROFISICA DEL PODER

CAPITULO 4.LOS INTELECTUALES Y EL PODER

ENTREVISTA MICHEL FOCAULT

GILLES DELEUZE

MICHEL FOCAULT: Un mao me decía “entiendo bien por qué Sartre está con nosotros, por qué hace política y en qué sentido la hace, pero a Deleuze verdaderamente no lo entiendo”.

GILLES DELEUZE: La práctica se concebía bien como una aplicación de la teoría, como una consecuencia y se concebían sus relaciones bajo la forma de un proceso de totalización. La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría empalme de una práctica con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie de muro, se precisa la práctica para agujerearlo.

M. F.: La politización de un intelectual se hace tradicionalmente a partir de dos cosas: su posición de intelectual y su propio discurso. Estas dos formas de politización no eran extrañas la una de la otra, pero tampoco coincidían forzosamente. El intelectual decía lo verdadero a quienes aún no lo veían y en nombre de aquellos que no podían decirlo: conciencia y elocuencia.

Los intelectuales han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para saber; saben claramente, perfectamente, mucho mejor que ellos, pero existe un sistema de poder que obstaculiza, que prohíbe, que invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está solamente en las instancias superiores de la censura, sino en toda la malla de la sociedad.

G. D.: Una teoría es exactamente como una caja de herramientas, es preciso que sirva, que funcione. La teoría no se totaliza, se multiplica y multiplica. Es el poder quien por naturaleza opera totalizaciones, y la teoría por naturaleza está contra el poder. Este sistema en el que vivimos no puede soportar nada. A mi juicio usted ha sido el primero en enseñarnos algo fundamental, a la vez en sus libros y en un terreno práctico: la indignidad de hablar por los otros.

M. F.: Meter a alguien en prisión, encerrarlo, privarlo de comida, de calefacción, impedirle salir, hacer el amor…, etc., ahí está la manifestación del poder más delirante que se puede imaginar. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. Esto es lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al mismo tiempo puro, enteramente “justificado”.

G. D.: No son solamente los prisioneros los que son tratados como niños, sino los niños como prisioneros. Los niños sufren una infantilización que no es la suya.

M. F.: Pienso que bajo el odio que el pueblo tiene a la justicia, a los jueces, a los tribunales, a las prisiones, no es conveniente ver solamente la idea de otra justicia mejor, más justa, sino en primer lugar, y ante todo, la percepción de un punto singular en el que el poder se ejerce a expensas del pueblo. La lucha anti-judicial es una lucha contra el poder.

G. D.: Todas las formas de represiones actuales, que son múltiples, se totalizan fácilmente desde el punto de vista del poder. Nosotros no tenemos que totalizar lo que es totalizado por parte del poder, y que no podríamos totalizar por nuestra parte más que restaurando formas representativas del centralismo y de jerarquía. Lo que nosotros podemos hacer es llegar a instaurar conexiones laterales, todo un sistema de redes, de base popular.

M. F.: Nuestra dificultad para encontrar las formas de lucha adecuadas, ¿no proviene de que ignoramos todavía en qué consiste el poder? Marx y Freud no son quizá suficientes para ayudarnos a reconocer esta cosa tan enigmática. La gran incógnita actualmente es: ¿quién ejerce el poder?

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