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Minotauros


Enviado por   •  9 de Febrero de 2020  •  Informes  •  2.561 Palabras (11 Páginas)  •  98 Visitas

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“Estus”, pronunciaban exclamando venganza todos los soldados caídos que yacían en el hades. Si hay algo a lo que el hombre le temía más aún que a la brutalidad y crudeza de la guerra, a ser esclavizados mientras que el sonido del látigo se convierte en sinfonía al entrañarse en sus cuerpos, que el miedo a una vida de esclavo detrás del frio metal de los barrotes , a solo tener a la luna como consuelo en noches de sufrimiento y desesperación mientras esperas postrarte frente a la muerte, Estus era el nombre de un despiadado y cruel guerrero, de cuya piedad no quedo ningún rastro, cual corazón solo lo alimenta el odio, la desgracia y una gran crueldad. Sin duda, la reputación que le perseguía desde el momento que entro a las filas, era bien merecida. Si bien el semblante propio de un demonio bastaba para confinar el corazón del el más valiente de los soldados en el más profundo y sofocante miedo, las habilidades de Estus eran inhumanas a los ojos de cualquier soldado, con una fuerza y agilidad extraordinarias, impulsado por la ira de su pasado, aunque con la mente de un estratega, siempre planeado sus movimientos, analizando la técnica de su oponente y explotando las debilidades del mismo, más en el hombre no yace la perfección, después de todo, su ira explosiva, aquella fuerza que lo transformaba en una bestia humana, tendía a ser utilizada en su contra. Estus Meridio Seron V, hijo de Caron Meridio IV su padre, un esclavo muy peculiar entre los demás, al ser de los pocos afortunados en conseguir su libertad en la arena de batalla, abriéndose paso guerrero a guerrero,  escribanos hablaban de sus hazañas de la inmensa crueldad que proliferaba en su corazón, historias de cómo se enfrentaba a cientos de hombres, algunos exclamaban que acabó con un millares empuñando solo su espada y su escudo, conocido por sus grandes y sanguinarias peleas, y por la admiración del público, consiguió su libertad al vencer al campeón de la arena, dando origen a la leyenda del indomable.  Más allá de ser un hombre cualquiera, los  gustos de una persona común no conseguían llenar aquel vacío que existía en su corazón, jamás obtuvo lo  que su corazón mas anhelaba, siendo un hombre que aspiraba a nada menos que a la grandeza, campesinos, trabajadores, los soldados mismos, reconocían lo más puro de la destreza y habilidad que poseía Caron en combate… llegar a la guardia real de su majestad; era lo que más deseaba, juró que Hades no se lo llevaría antes de tiempo, ni la enfermedad, ni si quiera Ares fue capaz de contenerle,  solo caería muerto ante la gloria eterna que yacía entre los muros del coliseo, no existía nada que lograse errarlo, ni nadie que desviara la mirada de ese hombre sobre el sendero.[pic 1][pic 2]

Más cuando la vida parece estar a tu favor, siempre se vuelve impredecible, los sueños llegan a pender de un hilo algunas veces, para infortunio de Caron, se decía que las moiras tenían muy presente aquel nombre, siempre vigilando sus pasos. Las cicatrices obtenidas en combate son una representación de fortaleza entre los guerreros y soldados, demuestran aquello a lo que lograste imponerte, y resultaste vencedor; desafortunadamente, el cuerpo de un hombre no es eterno, con el tiempo corriendo como el caudal del rio estigia, el suyo empezaba a recibir la cruel agonía de la vida, pues a pesar del coraje que albergaba dentro de él,  ya no era ese joven guerrero que ascendió por los coliseos, recibiendo la gloria, la cual solo un guerrero es capaz de comprender, el enemigo de todo mortal llegó a rendir cuentas, por una vida llena de vigor, la edad al fin toco a su puerta.  Las heridas causadas a Caron en sus momentos dorados, fueron desmoronando con el paso de los años el cuerpo de este gran hombre, no hay nada más frágil que el espíritu de un guerrero que poco a poco se convierte en cenizas, mas Caron no lograría completar su prometido al entregar su voluntad y cesar sus deseos, hasta llegar a la extinción de su llama, consiente del estado tan frágil en el que se encontraba, más con orgullo inquebrantable, a la convocatoria de su majestad asistió estoico, ya que para servir a su majestad, lo único que tendría que hacer es resultar vencedor, pues el sueño que lo mantuvo con vida en aquellos momentos obscuros, aun incendiaba su voluntad. A sus ojos, esplendidos y jóvenes soldados, llenaban las filas  del coliseo, cuyos espíritus  no se verían apagados ante el fracaso, sin duda, un sentimiento cálido, pero un agudo presentimiento recorría su cuerpo, al fin el abrazo del coliseo volvió a abrumarlo, las multitudes aclamando le fortalecían, mientras que el infierno al que llamaba hogar, yacía frente a él una vez más.

Estus aun joven siendo un simple campesino, los problemas típicos de su edad lo sumergían al grado de sofocarlo, por lo que ser un guerrero y dar un espectáculo a la prole, o perecer en un campo desolado detrás de las líneas enemigas, no resultaban ser los logros que su corazón buscara, sin haber cumplido con las expectativas de su padre al rechazar la vida del guerrero, solo fue una voz más cayendo en la ignorancia de su ídolo, al no lograr detenerle por ningún medio, no tuvo opción alguna salvo ir al coliseo, a presenciar la reputación que su padre logro ganarse, sin saber que ese día, experimentaría el dolor, que sin duda, ningún hijo debería soportar, aunque a él lo destrozaría por el resto de su vida. Caron, logro abrirse paso una vez más guerrero a guerrero, jóvenes soldados crecieron con las historias de aquel legendario hombre, por lo que muchos, querían probar su valía ante el emperador derrotando a Caron, probar si las leyendas del indomable eran ciertas, o simples exageraciones de la gente. Soldado tras soldado fueron pereciendo bajo el frio acero de su espada, novato tras novato, enfrentando al mejor, con apenas un poco de aliento en sus viejos pulmones,  mientras que sostener su escudo le tomaba cada vez más trabajo a sus exhaustos brazos,  sus temblorosos dedos perdían fuerza poco a poco, sus ojos cansados, con una visibilidad casi nula, su casco le sofocaba, Caron,  cayó desplomado, mientras el público asombrado suspiraba. Se dice entre los guerreros, que la principal fuente de subsistencia al momento de enfrentarse a las adversidades de la guerra, no era, el amor, la fuerza, ni la familia, si no el honor puro, aunque desafortunadamente, no todos comparten el mismo ideal. Caron recuperando apenas sus fuerzas, exigiendo a sus músculos un poco de energía, tomando una bocanada de aire, logró dar su último aliento al ponerse de rodillas,  y levantar su espada, mientras el público lo aclamaba coreando su nombre, una inusual brisa refrescaba su frente, la gloria lleno una vez más su cuerpo, la calidez de una hoguera lo envolvía, Caron había regresado, la leyenda, probo su valía una vez más. Repentinamente un silencio total invadió el coliseo, momentos después, el calor que recorría su cuerpo se apartaba al sentir que un frio invernal lo apañaba, un zumbido abrumaba sus oídos, el respirar se volvía cada vez más difícil, Caron tenía una sensación que resultaba totalmente extraña a su cuerpo, algo subía desde su garganta hacia la boca, un tibio pero peculiar liquido lleno sus labios y mejillas, su sangre salía a borbotones de su boca sin parar, mientras que el público anonadado, presenciaba una escena que quedaría para siempre en sus mentes y mientras que en el corazón de su hijo, quedaría labrada cual piedra cincelada.  

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