Mito Androgino
A_LO_MAR4 de Octubre de 2012
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El mito del Andrógino
“En primer lugar, no había dos sexos como ahora, masculino y femenino, sino que había además un tercero común a esos dos, del cual perdura aún el nombre, aunque no tenga significado: El andrógino (hombre-mujer). Esa criatura primordial era redonda: sus costillas y sus lados formaban un círculo y poseía cuatro manos, cuatro pies y una cabeza con dos caras exactamente iguales, cada una mirando hacia una dirección, apoyada en un cuello redondo. La criatura podía andar erecta, como los seres humanos, para adelante y para atrás. Pero también podía rodar y rodar sobre sus cuatro brazos y cuatro piernas, cubriendo grandes distancias, veloz como un rayo de luz. Eran redondos porque redondos eran sus padres: el hombre era hijo del Sol; la mujer, de la Tierra y lo que participaba de ambos de la Luna.
Su fuerza era extraordinaria y su poder, inmenso, por lo que se volvieron ambiciosos e intentaron ascender al cielo para atacar a los dioses. Entonces Zeus y los demás dioses deliberaron lo que debían hacer con ellos y finalmente Zeus rugió: “Dejen que vivan. Tengo un plan para que se vuelvan más humildes y disminuir su orgullo. Voy a cortarlos al medio y hacerlos andar sobre dos piernas. Eso disminuirá su fuerza, además de tener la ventaja de aumentar su número, lo que es bueno para nosotros.” Y apenas había terminado de hablar, comenzó a partir a las criaturas en dos, y, a medida que los cortaba, Apolo giró sus cabezas para que pudieran contemplar eternamente su parte amputada, curó sus heridas, dio forma a su tronco y moldeó su barriga, juntando la piel que sobraba en el centro, para que recordasen lo que habían sido un día.
Así pues, una vez que la naturaleza de este ser quedó cortada en dos, cada parte echaba de menos a su mitad, y se reunía con ella, se rodeaban con sus brazos, se abrazaban la una a la otra, anhelando ser una sola naturaleza, y morían por hambre y por su absoluta inactividad, al no querer hacer nada los unos separados de los otros. Y cada vez que moría una de las mitades y sobrevivía la otra, la que sobrevivía buscaba otra y se abrazaba a ella, ya se tropezara con la mitad de una mujer entera -lo que precisamente llamamos ahora mujer-, ya con la mitad de un hombre; y de esta manera perecían. Mas se compadeció Zeus y trasladó sus órganos genitales hacia la parte delantera, pues hasta entonces los tenían por fuera y engendraban y parían en la tierra, como las cigarras. De esta forma, consiguió que mediante éstos tuviera lugar la generación en ellos mismos, a través de lo masculino en lo femenino, para que si en el abrazo se encontraba hombre con mujer, engendraran y siguiera existiendo la especie humana, pero si se encontraba varón con varón, hubiera, al menos, satisfacción de su contacto, descansaran, volvieran a sus trabajos y se preocuparan de las demás cosas de la vida. Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana. Por tanto, cada uno de nosotros es una mitad simplificada de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón precisamente, cada uno está buscando siempre a su propia mitad. En consecuencia, cuantos hombres son sección de aquel ser de sexo común que entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres y proceden también de él cuantas mujeres son aficionadas a los hombres (...). Pero cuantas mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los hombres, sino que están más inclinadas a las mujeres. Cuantos, por el contrario, son sección de varón, persiguen y buscan a los varones y mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón, aman a los hombres y se alegran de acostarse y abrazarse con ellos... “
Este es, Erixímaco -concluyó Aristófanes-, mi discurso acerca de Eros, diferente
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