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NOÈRGICA DEL PRAGMATISMO DE CHARLES S. PEIRCE


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2015  •  Resúmenes  •  2.170 Palabras (9 Páginas)  •  162 Visitas

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NOÈRGICA DEL PRAGMATISMO DE CHARLES S. PEIRCE

Charles Peirce se consideró el padre del pragmatismo norteamericano a través de sus textos se logra fundamentar una teoría de la conducta, sino que además se logra establecer un paradigma epistemológico y ético para las ciencias del comportamiento.

Este trabajo se realiza un análisis crítico de 5 conceptos clave: pragmatismo, signo, símbolo real y otredad, estos son una brújula eficaz para construcción de una antropología semiótica, así como para la consideración de una ética pragmática.

La ética pragmática se vincula a una antropología semiótica, que si bien asume el carácter estable e inmutable del ser humano, expresa su vez –en el mismo grado- el carácter dinámico que define la existencia humana.

Con la ayude de Charles S. Peirce, desde la disciplina semiótica y el método pragmaticista bajo la luz de la máxima pragmática.

EL PRAGMATISMO Y  LA MAXIMA PRAGMATICA

El pragmatismo surgió de un verdadero esfuerzo intelectual que llevaron a cabo un grupo de jóvenes inquietos de diferentes disciplinas en Cambridge Massachusetts en 1871. Nació el Club Metafísico en Norteamérica, la matriz del pragmatismo. El pragmatismo surge como una respuesta radical al dualismo cartesiano, para Peirce la duda merodica es un absurdo, pues dudar implica ya una serie de conocimientos anteriores de los cuales se ha de partir.

Solo a través del método científico se logra pasar de la duda a la creencia, y por su parte la creencia es un elemento importante para la generación del conocimiento. El pragmatismo se suele comprender como una actitud y un pensamiento con un valor practico meramente utilitario, de manera que su razón de ser cimienta en un consencialismo en que su referente es la inutilidad y la practicidas misma.

Para el filosofo de Cambridge, esta era la verdadera actitud científica que se traduce en un deseo genuino de utilizar los métodos más racionales que pueden concebirse lo poco o mucho que falte aun por descubrir sobre el universo de la mente y la materia, a partir de las observaciones que toda persona puede hacer en cualquier momento de su vida en estado de vilia.

EL SIGNO

Para Peirce la somiótica no es una ciencia de las representaciones mentales, expresada mendiante signos estáticos. Se trata de algo mucho más profundo y complejo, que remite a una simplicidad óntica y epistemológica una vez que se logra comprender. Entiende que todo aquello cuanto puede conocer el ser humano es conocido mediante los signos. El ser humano se relaciona con los fenómenos y el mundo en la medida que es creador y poseedor de los signos. El hombre se comunica, da significado a las cosas y es capaz de hacer indiferencias mediante signos.

Peirce define a la lógica teleológica, al signo como una representación que está por algo otro. Es decir que el signo es aquello que representa algo otro, por lo que aquello otro estará  para algo otro que es su representación. En esta primera definición encontramos tres elementos neutrales: lo representado, lo otro y el estar por. El signo “transmite a la mente una dea sobre una cosa”.

Los signos denominan al Objeto ya sea perceptible o imaginable, pero siempre es en relación al Objeto. El hombre es un mediador sígnico entre el mundo y su subjetividad. Lo que implica que gracias a la fundamentación del signo, el ser humano explica la realidad y a la vez que se explica a sí mismo. Peirce deja claro que todo pensamiento se da mediante los signos, cuando nos pensamos como un signo. Un signo en cuanto tal tiene tres referencias: primero, es signo para algún pensamiento que lo interpreta; segundo, es el signo por (en lugar de) un cierto objeto del que es equivalente en este pensamiento; tercero, es un signo en algún respecto o cualidad, que lo pone en conexión con su objeto.

De tal manera de que el si mismo que se es, se acomoda al ser de lo otro para comprenderlo y comprenderse. Esta otredad se puede denominar como otredad de primer plano. Esto es, el encuentro con algo otro que no soy y por lo cual me aparezco como lo no otro. Lo interesante de este encuentro es que aquello otro, lo que la representa el signo, en cierto ángulo es un mismo, puesto que la representación se da en la mente de quien representa. Si entendemos una relación didáctica como causa y efecto, probablemente no será viable salir de la paradoja. Si algo queda claro en el pensamiento de Peirce es que el signo, para significar realidad es plenitud, requiere dinamizarse.

Esta concepción peirceana atiende a una otología triádica, para lo cual fue necesario plantear una nueva lista de categorías. Un signo, o representamen, es algo que está por algo para alguien en algún aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o tal vez, un signo más desarrollado. Aquel signo que crea lo llamo “interpretante” del primer desarrollo. El signo está por algo: su Objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino en referencia una especie de idea, a la que a veces he llamado Fundamento (ground) del representamen.

El signo se comporta como un médium (representante) entre lo otro (el objeto) y la mente- signo (interpretante), acontece entre la realidad exterior y el sujeto que representa. El concepto de interpretante inagura la dinamización del signo. Ya que aparece como una relación dialéctica entre lo real y lo construido.

OTREDAD, SIMBOLISMO Y SIMBOLO REAL

La semiosis hace posible introducir los términos de otredad, signoy comunidad. Sin embargo lo otro, posee una forma de ser muy específica en el ámbito de la representación. Es decir, toda otredad se hace patente en la comunidad a través del símbolo, signo en comunidad.

Para definir otredad es necesario analizar la dimensión de lo otro. Se ha dicho que lo otro no es concebible sin la dialéctica entre objeto y signo, pues solo el interpretante hace viable que lo otro tenga una radical significado. La significación es lo que fundamentara la otredad (ground), pues toda otredad es dotar de significado aquello otro.

La otredad puede ser nombrada, es decir que tiene vocación de ser llevada a la función sígnica o semiótica. De aquí la otredad es la recuperación de lo real figurado por la significación del intérprete, de tal modo que la otredad cobra sentido como verdad simbólica.

Nombrar lo real es conocimiento mediado por signos, que en su carácter de comunicable son símbolos. El símbolo se comprende en tanto que hay detrás un hábito mental o ley: un símbolo es un signo que se refiere al Objeto que denota en virtud de una ley, normalmente una asociación de ideas generales, que opera para que se interprete que el Símbolo está referido a ese Objeto. Por lo tanto, es en sí mismo un tipo general o ley, es decir, un Legisigno.

El símbolo representa la inferencia a manera de conclusión, es decir “el símbolo en tanto creencia en acción” ya que “la inferencia consiste en la adopción deliberada y controlada de una creencia”.

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