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OBRA LITERARIA


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  Tesis  •  6.110 Palabras (25 Páginas)  •  196 Visitas

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OBRA LITERARIA

Resumen

CAPITULO 1

LA ARTILLERIA

Esta obra empieza narrando la historia de Alfredo Baldeón de una familia panadera hijo de Juan y Trinidad que vivían en la artillería que era un lugar de pocas casas y covachas; era una tipo prisión. Alfredo tenía un gran resentimiento hacia Juan ya que él se daba cuenta de todo lo que le hacía a su madre Trinidad. Trinidad y Juan casi siempre discutían y Alfredo lo presenciaba todo, Trinidad solo estaba ahí por su hijo ya que conocía todo lo que Juan hacía con otras mujeres, ella llena de dolor lo único que buscaba y necesitaba era salir de ese lugar. Trinidad cansada del mal trato de Juan decidió marcharse hacia Daule su padre le dice a Alfredo que ella les abandono, tras la ida de su madre Alfredo se tira en llanto y se derrumba totalmente, ya en la panadería conoce a Alfonso Cortes, con quien entablo una muy buena amistad, Alfredo integró a Alfonso a la pandilla de la Artillería, todos no querían porque era blanco después de tantos conflictos entre ellos se dieron cuenta que él era como ellos.

Alfredo al llegar a la covacha vio un coche donde bajaban unas personas, el, no sabía qué hacer y llamo a la señora Petita, y le dijeron que aquí había un caso de peste bubónica o fiebre amarilla, el doctor estaba impaciente y le dijo que tenía que llevárselo porque si no contagiaría a todos en la Artillería después de un rato lograron llevárselo a Segundo ya que él era el primer infectado en el pueblo, al venir el padre de Alfredo, le vio que estaba raro y le pregunto qué le pasaba, Juan le dijo que parece que tiene la peste porque le dolía, Alfredo no lo pudo creer y no insistió en eso, después de ver que su padre no reaccionaba se lo llevaron al hospital , Alfredo todos los días había ido a preguntar por Juan. Primero le informaron que seguía muy grave; luego que estaba lo mismo; la víspera le dijeron que parecía mejorar. No quería ilusionarse: aguardaba lo peor.

Desde el confín de El Astillero hasta los recovecos de la Quinta Pareja, donde la bubónica hacía su agosto, el carretón de bandera amarilla arrastraba su rechinar lúgubre. Pero no bastaba, no era suficiente para el acarreo constante que provocaba la bubónica.

Alfonso y Alfredo dieron vuelta al cerro del Carmen y al encontrarse con una monjita joven quien asomó, con el hábito azul y la corneta tiesa de almidón blanco, le preguntaron

¿Madrecita, a ver si me hace el favor de preguntar cómo sigue Juan Baldeón, cama 17; ya usted sabe cuál?

Juan Baldeón está muy mejor, quizá el domingo se le dé el alta. La Providencia te ampara, chiquitín.

Era jueves. Los dos muchachos, silbando, treparon la cuesta entre los algarrobos, como si ascendieran al sol.

Juan dijo lo que es de esta, le pongo madrastra a el hombre no puede vivir sin mujer.

Dejándole acompañado, ya que en pocas horas se comenzó a interesar demasiado el Blanca, después que don Jacobo enterase de eso Alfredo Baldeón se echó de bruces en la hierba. Había jurado no llorar, claro; pero bajo su pecho, bajo sus brazos que la apretaban, giraba la tierra. Otra pared se le derrumbaba dentro

Desde el fondo de todos los momentos de su vida, después, siempre una mano blanca le habrá de llamar; sólo un día supo a dónde.

CAPITULO II

EL PRIMER VIAJE DE ALFREDO BALDEON

En este capítulo Alfredo Baldeón junto con él su taita y su madrastra Magdalena se fueron a vivir hacia la plazuela de Chile, después que su madre los abandonara. Alfredo Baldeón con apenas 15 años de edad, Alfonso Cortes y Onésimo querían ir hacia la guerrilla a defender a los negro Alfredo sabría que extrañaría a su familia, pero así ya no tenía que estudiar y dejaba de luchar con las ganas de metérsele a la cama de su madrastra, pero era ella quien más sospechaba de su proyecto de partir, la madrastra hablo de sus actitudes sospechosas con su padre pero él le dijo que era así por su madre. Alfredo se iba a ir al amanecer, él pensaba que si vencía con los negros el saldría soldado, él estaba esperando irse antes que su padre viniera, sabía que la guerra le daría muchas mujeres. Al darse cuenta su padre fue a intentarle buscarle por todos lados, pero eso no hizo falta ya que Magdalena encontró en el catre una hoja escrita por Alfredo donde le decía a su padre donde se iba y porque, le día que ya estaba cansado de la escuela y que se iba a la guerra porque el mismo quería.

Alfredo se había hundido en el tema de la guerra y en unos meses creció unos dedos más, se convirtió un soldado o más dicho un guerrillero, nada nuevo le impresionaría a Alfredo, pronto adquirió buen tipo para manejar el fusil.

Carlos Concha levanto la rebelión de los negros para vengar a Alfaro. Alfredo no hizo nada en el enfrentamiento se puso a descansar en una piedra en forma de tortuga donde un sambita se le acerco ella era Trifila era hija de Remberto Mina, y Juana era justo pagarle así a su padre, al fin el sueño apagaba el deseo de acostársela. Después de su larga permanencia en el rancho, Trifila le lavaba su ropa, le hacia la cama, le preparaba la comida y otras cosas

Ella y el sentía una gran atracción y el ultimo día que estaría Alfredo en la hacienda entro a la alcoba de Trifila y la cogió de la mano. Ella le dijo que era un malo por dejarla pero de todos modos le dejo no más.

CAPITULO III

LAS MONTIEL

Alfredo estaba un poco triste su papa quería que estudie, pero él no quería, él quería ser mecánico, él ya estaba muy grande para ir a la escuela ya que los demás se le burlarían.

Se reunían a jugar con las montieles, jugaban cartas, Alfredo andaba con Felipa y Alfonso con margarita, hacían pelas por mujeres.

Magdalena cuidaba bien a Alfredo y a sus hermanos cundo llegaba el padre tocaba la frente y en tono burlón le decía cangrejo. Mientras que los vecinos, obreros de las fábricas de chocolates, escarbadores, policías, estallaban en disputas con sus mujeres o contaba destempladamente. Ellas lavaban, cocinaban o peleaba a gritos de puerta a puerta. Los hermanos de Alfredo se apegaban a enseñarle sus trompos mugrosos y quiñados, sus fichas de sacar votos, las figuras de las petacas de los cigallos. Al día siguiente mismo de su regreso,

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