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Obispo de espada


Enviado por   •  5 de Abril de 2020  •  Ensayos  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  171 Visitas

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Pensamiento Ilustrado del Obispo de Espada. Su influencia en el desarrollo Sociocultural de la Isla en el siglo XIX.

Lic. Adianez Fernández Bermúdez

Departamento de Estudios Socioculturales

Facultad Ciencias sociales y Humanísticas

Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”

...”aquel obispo español, a Espada que nos quiso bien, en los tiempos que entre los españoles no era deshonra amar la libertad, ni mirar por sus hijos”...

José Martí

La evolución de las ideas en Cuba constituye uno de los procesos más trascendentales en la explicación y fundamentación del desarrollo socioeconómico, político y cultural. La dinámica y riqueza de la cultura cubana propiciaron un pensamiento profundo y amplio, gestor de proyectos transformadores de la sociedad, dando consistencia propia a la formación y profundización de las aspiraciones nacionales.

A mediados del siglo XVIII hay un crecimiento de la plantación esclavista, junto a esto, y como consecuencia de las luchas internas generadas por la implantación de este sistema, surge otra corriente de pensamiento, con otro modelo distinto al de la oligarquía esclavista, el del desarrollo capitalista naciente en el mundo, el cual, en Cuba, adquiría características deformantes. Esta corriente tuvo especial énfasis en las capas medias, en los no plantadores y en un sector ilustrado de la intelectualidad  cubana, quienes desarrollaron una variante reformista, cuya fuerza potencial radicaba en las capas medias y bajas de la sociedad en las cuales se fraguaba una verdadera cultura nacional. Su sello estuvo en un paradigma ético – social que ha mantenido una presencia de conciencia en los proyectos culturales, sociales y políticos cubanos.

El productor de esta corriente modernista e ilustrada abiertamente antiesclavista, antifeudal, defensora de los pequeños productores, enemiga sin freno de la trata negrera, catalizadora del más importante  movimiento cultural de casi toda época colonial, fue el segundo Obispo de La Habana, Juan José Díaz De Espada y Fernández De Landa.

En el mes de agosto de 1800, Díaz de Espada y Fernández de Landa fue nombrado Obispo de La Habana. Aproximadamente 18 meses después, llegaba a esta ciudad, y unos días más tarde ocupa la silla episcopal. Durante parte de ese año y el siguiente, estudió la sociedad habanera de su época y comenzó a dar los primeros pasos hacia su asentamiento y adelanto sociocultural.

En el año 1804 realizó una visita a todos los poblados, villas y campos del obispado, viaje que le permitió conocer el país en sus más diversas formas de producción, el estado de la población, el atraso sociocultural y los más bárbaros modos de explotación del hombre por el hombre.

A partir del conocimiento de la región occidental del país (que abarcaba su obispado), el ilustrado Obispo adecuará su actuación a un plan de modernización social y de transformación cultural, pero también, durante aproximadamente cinco años, elaboraría un proyecto transformador de toda la sociedad cubana. Para realizar sus propósitos mostró un carácter férreo y excepcional espíritu de lucha que lo llevó a enfrentarse a importantes esferas del poder, desde los grandes hacendados cubanos, hasta el propio papado.

El objetivo principal de su misión en la Isla fue - siempre respondiendo a su formación ilustrada, la cual significó un amplio espectro de ideas, donde no sólo estaba la crítica al feudalismo y todas sus incidencias sociales, sino también la crítica a la esclavitud, con todas sus secuelas económicas, sociales e ideológicas -, hacer la más justa, libre y culta sociedad, sentar las bases para la superación de seculares atrasos y oscurantismos, y disminuir la desigualdad social.

Espada luchaba por un progreso, que dentro de la concepción iluminista, interiorizada por él en  el período  de su formación en España, no resultaba contradictorio catolicismo y progreso, por el contrario el progreso debía venir, entre otras formas desde la propia institución católica. Luchar por su Iglesia era luchar por el progreso y la cultura. Esta forma de apreciar la relación religión – sociedad no es precisamente lo acostumbrado en los procesos de desarrollo capitalista ni tampoco en el modelo plantacionista. Por ello su trabajo estaría encaminado a la defensa de la Iglesia, no la oscurantista y supersticiosa del siglo XVIII cubano, sino a la ilustrada y comprometida con todo el movimiento sociocultural  y político de una nacionalidad naciente.

Este Señor, sin dudas imprimió un gran impulso a las reformas; desde su llegada se incorporó a la Sociedad  Económica de Amigos del País y ejerció su dirección de 1802 a 1808. Fue un  hombre de la clase media, no por su origen ni su posición social, sino porque toda su gestión al frente del obispado habanero tuvo como base fundamental este sector de la sociedad cubana. No sólo porque el núcleo de sus colaboradores procedía de la clase media, sino por su pensamiento y plan de acción, coincidentes más con los intereses y preocupaciones de este grupo social, que el de los plantadores.

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