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Para Que La Filosofia


Enviado por   •  11 de Junio de 2012  •  2.970 Palabras (12 Páginas)  •  659 Visitas

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¿Por qué la filosofía?

“No pienso dejarlo al momento y marcharme,

sino que le voy a interrogar, a examinar y a refutar,

y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí,

le reprocharé que tiene en menos lo digno de más

y tiene en mucho lo que vale poco.”

Platón: Apología.

“Debo vivir filosofando y examinándome

a mí mismo y a los demás” (Sócrates)

Platón: Apología

1.- ¿Qué es filosofía?

No es fácil dar una definición cerrada de filosofía, pues, implica un acto abarcadoramente humano (desde la vida común hasta la especialización científica). ‘Filosofía’ se puede decir de varias maneras. Etimológicamente, en una traducción excesivamente convencional, filosofía viene a ser amor a la sabiduría (philos = amigo o amante; sophía = sabiduría, saber teórico, entendimiento y/o ciencia).

Intentando una definición, en primer lugar decimos que la filosofía no constituye un cuerpo de doctrinas específico, propio y exclusivo; más bien es una actividad humana racional de reflexión sobre todos aquellos aspectos que se consideran fundamentales en distintos ámbitos de la vida humana. En esta reflexión, la crítica juega un papel imprescindible; es decir, la vida de la filosofía está dada por la actitud de crítica permanente a los supuestos, a las nociones fundamentales, a las teorías, a las creencias básicas, a los objetivos y métodos de la vida científica, a los prejuicios, e inclusive a la vida ordinaria. O sea, hacer filosofía viene del lado del esfuerzo para salir de nuestra ‘existencia perezosa’ (tomarlo todo como viene sin ponerlo en tela de juicio), de no quedarnos en nuestras certidumbres, en nuestros presupuestos recibidos, sino examinarlos y quizá superarlos. Esto no quiere decir que debamos rechazar lo sistémico y avanzado por los pensadores; claro que no, ellos también partieron de las preguntas cotidianas, sólo que, después de un trabajo fuerte de análisis-síntesis, lo sistematizaron.

2.- Por qué es importante la filosofía

(Pequeño fragmento de la entrevista de Bryan Magge al filósofo Isaiah Berlin)

Bryan Magee: ¿Qué razón puede usted dar a alguien para que se interese en la filosofía, si es que aún no lo ha hecho por propia iniciativa, o si el sistema educativo no le ha inculcado este interés?

Isaiah Berlin: En primer lugar, los problemas filosóficos son interesantes por sí mismos. A menudo se refieren ciertos supuestos, en los que se fundamenta una gran cantidad de creencias generalizadas. La gente no desea que tales supuestos se examinen demasiado; comienza a sentirse incómoda cuando se le obliga a analizar en qué se fundan realmente sus creencias; pero, en realidad son motivos de análisis filosófico gran cantidad de creencias ordinarias, de sentido común. Cuando se examinan críticamente, resultan, en ocasiones, mucho menos firmes, y su significado e implicaciones mucho menos claros y firmes que lo que parecían a primera vista. Al analizarlas y cuestionarlas, los filósofos amplían el autoconocimiento del hombre.

B.M.: A todos nos molesta que sondeen nuestras creencias y convicciones más allá de cierto límite y, pasado ese límite, nos negamos a hacer más sondeos. ¿Por qué somos así?

I.B.: Supongo que, en parte, porque a la gente no le gusta que se le analice en demasía; que se ponga al descubierto sus raíces y que se le inspeccionen muy de cerca, y en parte, porque la necesidad misma de la acción impide este escrutinio. Si se está activamente comprometido en alguna forma de vida, resulta inhibitorio y, quizá finalmente, paralizante, el que se le pregunte constantemente: “¿Por qué hace esto? ¿Está seguro que las metas que pretende lograr son verdaderas metas? ¿Está seguro de que lo que hace no va, de ninguna manera, en contra de las reglas, principio o ideales morales en los que pretende creer? ¿Está seguro de que algunos de sus valores no son mutuamente incompatibles, y de que no quiere confesárselo? Cuando se enfrenta a alguna disyuntiva, de cualquier índole, ¿no se encentra, en ocasiones, tan nervioso que no desee enfrentarse a ella, y que cierra los ojos e intenta pasar la responsabilidad a una espalda más ancha: al Estado, a la Iglesia, a la clase social, a alguna otra asociación a la que pertenezca, quizá al código moral general de la gente decente ordinaria, cuando debería pensar en el problema y resolverlo por usted mismo?” Muchísimas de estas preguntas desaniman a la gente, o la irritan; minan su confianza en sí misma y, por ende, suscitan resistencias.

Platón hace decir a Sócrates que una vida sin examen no merece vivirse. Pero si todos los integrantes de una sociedad fuesen intelectuales escépticos, que estuvieran examinando constantemente los presupuestos de sus creencias, nadie sería capaz de actuar. Sin embargo, si los presupuestos no se examinan y se dejan al garete, las sociedades corren el riesgo de osificarse; las creencias, endurecerse y convertirse en dogmas; distorsionarse la imaginación, y tornarse estéril el intelecto. Las sociedades pueden decaer a resultas de dormirse en el mullido lecho de dogmas incontrovertidos. Si ha de despertarse la imaginación; si ha de trabajar el intelecto, si no ha de hundirse la vida mental, y no ha de cesar la búsqueda de la verdad (o de la justicia, o de la propia realización), es preciso cuestionar las suposiciones; ponerse en tela de juicio los presupuestos; al menos, lo bastante para conservar en movimiento a la sociedad. Los hombres y las ideas avanzan, en parte, por parricidio; mediante el cual los hijos matan, si no a sus padres, al menos las creencias de sus padres, y adoptan nuevas creencias. De esto es de lo que dependen el desarrollo y el progreso. Y, en este proceso, tienen un papel preponderante quienes formulan estas preguntas inquietantes, y tienen una profunda curiosidad acerca de la respuesta. Cuando emprenden esta actividad de manera sistemática y utilizan métodos racionales (también expuestos al escrutinio crítico, se les denomina filósofos).

B.M: ¿En qué consiste la tarea del filósofo?

I.B: No es tarea del filósofo moral, como tampoco del novelista, guiar la vida de la gente. Su tarea es enfrentarla a los problemas; a la gama de los posibles caminos de acción; explicarle

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