Peonía Y Doña Bárbara: Gérmenes Positivistas De La Identidad Nacional De Venezuela

Peonía Y Doña Bárbara: gérmenes positivistas de la identidad nacional en Venezuela

Por: Luis Millán

Cumplido el proceso de independencia en Venezuela, el caos social reinaba en todo el orbe nacional: nuestro país era un espíritu sin cuerpo, una masa endeble que buscaba fundar principios para consolidarse en un cuerpo jurídico que lo identificara en el mundo. Si Don Andrés Bello contribuyó durante toda su vida a darle esa noción esencial de independencia a la Identidad Latinoamérica, siendo así su precursor, padre de la independencia de la palabra y de la voz de los pueblos de la América Nuestra. No cabe duda que dicha independencia debía ser pregonada en la práctica por sus habitantes.

Mientras tanto, en Europa, cuna de nuestra visión de mundo occidental, las corrientes de pensamiento gestaban sus postulados en el progreso de las ciencias: nace el positivismo comteano entre otros derivados que respondían a ideas características básicas tales como: el determinismo social y cultural, Emile Zola a la cabeza del naturalismo krausiano como constantes para la humanidad; el evolucionismo darwiniano y spenceriano. Todos ellos basados en el método científico de la objetividad.

De este lado del globo terráqueo la barbarie y el atraso continuaban su curso, devorando la vida política y la estabilidad de la nación. Nace la figura del terrateniente, la del caudillo, que oprimen y sofocan la independencia de Venezuela. Por lo tanto, aún la democracia es un capullo en medio del desierto.

Sin embargo, ya a finales del siglo XIX Grupos de intelectuales encabezan movimientos que generan las primeras chispas de cambio para establecer el orden. Entre los intelectuales de la Época está Manuel Vicente Romero García y Rómulo Gallegos que a través de sus obras promueven un ideario para impulsar tanto la identidad nacional como la modernización del país.

Para corroborar lo antes mencionado veamos por ejemplo, en Peonía, cómo el protagonista Carlos es el portavoz de las ideas positivistas. En el apartado XXX, la voz narrativa de Carlos nos interpela dando juicio a la necesidad de la educación: “La educación mercantil….hace comprender perfectamente que no tenía ni cursos científicos, ni esa instrucción general…En vano haremos Constituciones políticas si no educamos ciudadanos altivos”. (p. 172). Además, comienza a generarse los albores del derecho de la mujer, criticando cómo era el maltrato hacia el divino género en la época, reflejado en los personajes del Tío Pedro y Carmelita en el XXVI: “–quítate tú…pedazo de trastajo, si no quieres que te mate…– la suya – gritó carmelita–…Enredóse el traje de la mujer…Metióle luego un puntapié por las caderas…– ¡Mujer y mula por la cintura!” y luego le propone una idea de la modernidad al Tío Pedro basada en los postulados del progreso, emanados por el positivismo: “–Porque el matrimonio tiene muchos tragos amargos…–pero todo tiene remedio…–¿Cuál? –El divorcio”. (Cap. XXXIV). Y por último podemos corroborar la idea de identidad nacional que, mediante el personaje se manifiesta: “–Porque no hemos constituido todavía la literatura nacional; nuestros escritores y poetas, sin criterio ni tendencias, se han dado a copiar modelos extranjeros” (Cap. XLIX)

Desde La Novela “Doña Bárbara” de Don Rómulo Gallegos, son más amplios los criterios positivistas que emanan la identidad nacional. Para ello, en la

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