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Procesos Mentales


Enviado por   •  1 de Octubre de 2012  •  6.319 Palabras (26 Páginas)  •  586 Visitas

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“El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre”

[1]

.

Federico Engels

Tomado de: Obras Escogidas de Carlos Marx y Federico

Engels en Tres Tomos, Editorial Progreso, Moscú,

1981,Tomo 3, pp. 66-79.

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía

política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los

materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que

eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en

tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al

propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no

establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que

los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía

en algún lugar de la zona tropical — quizás en un extenso continente hoy

desaparecido en las profundidades del Océano Indico— una raza de monos

antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una

descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente

cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y

formaban manadas [¨2]

.

Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por

el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las

de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al

caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta.

Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden

permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies;

pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma

torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye

el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los

nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus

largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy

podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la

marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de

ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial.El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, FEDERICO ENGELS

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Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos

antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se

desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones

cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de

funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba,

durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las

manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como

lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos

monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos,

como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para

defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar

garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a

éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan

con las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero

aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la

mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la

mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de

años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son

los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo

es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas

por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás

un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron

adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que

dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un

principio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos,

incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a un estado más

próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy

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