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Simbolos Y Procesos Mentales


Enviado por   •  12 de Abril de 2013  •  2.407 Palabras (10 Páginas)  •  1.595 Visitas

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Actividades de aprendizaje Porcentajes Totales

L7. A8_Elabora un cuadro sinóptico. 10% 65%

1.2 La mente como computadora. 07) Johnson-Laird, Philip N. (1990) “La computación y la mente” en El ordenador y la mente, Barcelona, Paidós Transiciones, pp.17-55

08) Elabora un cuadro sinóptico.

EL ORDENADOR Y LA MENTE DE PHILIP N. JOHNSON-LAIRD.

RESUMEN DE SIMBOLOS Y PROCESOS MENTALES.

Una introducción a la ciencia cognitiva y una especie de estado de la cuestión. El aspecto introductorio queda claro en la discusión desde la base de los diversos problemas, posibles soluciones y teorías. Es un libro detallado y juiciosamente minucioso, pero no excesivamente técnico. Su componente de estado de la cuestión queda en evidencia por su voluntad de discutir distintas teorías, señalar los problemas que tienen y los callejones sin salida a los que conducen, y apuntar posibles soluciones pero sin afirmar que el problema sea soluble o que la solución sea fácil.

El ordenador ha servido de metáfora para la mente desde su aparición, sustituyendo a otras maquinarias anteriores. De hecho, cada época ha identificado la mente con su dispositivo mecánico más importante, desde la fontanería hasta la máquina de vapor. Pero quizá, el ordenador, por su generalidad, sea el instrumento más adecuado y ese modelo el más fructífero. Es posible que la mente humana funcione efectivamente como un ordenador ingeniosamente diseñado y programado por la evolución, y este libro tiene pies darwinistas, a lo largo de millones de años. Y aunque la mente no funcionase como un ordenador, compararla con uno podría iluminar similitudes y diferencias.

La mente está poblada de símbolos, y su manipulación de diversas maneras nos permite realizar una gran variedad de tareas, desde la identificación perceptual de impresiones sensoriales a la toma de decisiones, la comprensión de oraciones, la resolución de problemas y, en general, todo lo que la mente humana es capaz de hacer.

Los símbolos que se usan en cada una de estas tareas son diferentes en que representan distintos tipos de contenidos. Los símbolos que intervienen en la identificación perceptual de imágenes representan líneas, contornos, manchas, y otras unidades visuales. Aquéllos que intervienen en la resolución de un problema como el mover una pieza en una partida de ajedrez representan las posiciones propias y las del contrario, los posibles movimientos de las piezas, los objetivos de la partida, y así en adelante.

Un aspecto curioso de los símbolos que usa nuestra mente es que de algunos de ellos tenemos una experiencia consciente (como los que se usan al jugar al ajedrez) mientras que de otros no (como los que se usan para reconocer imágenes visuales). Es decir, aunque la mente utiliza símbolos en todas las tareas que es capaz de realizar, sólo tenemos experiencia consciente de algunos de ellos. Es importante enfatizar que este planteamiento no es sino una estrategia expositiva. Comenzamos por los símbolos de los que se suele tener una experiencia consciente sólo porque su existencia y sus propiedades son más fáciles de aprehender para la persona que se acerca por primera vez a la psicología del Procesamiento de Información. Pero es totalmente falso decir que existen símbolos de los que somos conscientes y símbolos de los que no somos conscientes. Es posible hacer conscientes símbolos que, generalmente, utilizamos de forma inconsciente. Del mismo modo, es posible usar de forma inconsciente símbolos de los que normalmente somos conscientes. Si una teoría necesita de la intuición para determinar lo que predice, entonces tiene muy poco valor explicativo”, junto con teorías psicológicas como el conductismo, se plantea el estudio de la mente como un proceso computacional muy ligado al concepto de máquina universal de Turing.

Por tanto, el “ordenador” que aparece en el título no es tanto un dispositivo electrónico como el que uso para escribir este comentario sino más bien un ente abstracto, un nuevo tipo de máquina, un “ordenador cognitivo” que es “un dispositivo para convertir energía en símbolos, símbolos en símbolos y símbolos en acciones”.

Aplicándolo a fenómenos cada vez más complejos: “visión”, “aprendizaje, memoria y acción”, “cogitación”, “comunicación” y “la mente consciente y la mente inconsciente”. Como guía, seguida con bastante fidelidad aunque en ocasiones no le queda más remedio que abandonarla, usa la idea de un robot al que cada vez se le dota de mayores capacidades: primero se quiere que pueda ver y representar la realidad, luego se pretende que se mueve, que recuerde, que aprenda, que reflexiones, que haga planes, que entienda el lenguaje, que sea creativo y finalmente que llegue a tener libertad y capacidad de autor reflexión.

Eso sí, no hay que llevarse a engaños. La intención del autor no es mostrar cómo construir un robot que efectivamente pueda hacer esas cosas, sino usar esa idea como mecanismo para estudiar la mente humana, porque ante todo la ciencia cognitiva tiene como propósito “explicar cómo funciona la mente” (desde ese punto de vista, la creación de programas inteligentes es una aplicación de esa ciencia y no su fin último). “La Necesidad y Las Emociones”, examinan las famosas leyes de la robótica de Asimov y las encuentra equivocadas para “un organismo autónomo con ‘genes egoístas’” y propone en su lugar estos otros principios:

1. Un organismo debe reproducirse y asegurar la supervivencia de sus genes.

2. Un organismo debe proteger su propia existencia mientras que dicha protección no entre en conflicto con la primera ley.

3. Un organismo puede cooperar con los miembros de su especie y ayudarlos a evitar el daño mientras que dicha cooperación no entre en conflicto con la primera y la segunda ley.

Lo más interesante del procedimiento seguido por el autor es que le sirve para dejar claro lo complicados que son los procesos que damos por sentado. Ver parece muy simple, hasta que se hace necesario extraer información tridimensional a partir de lo que los ojos captan, o entender el lenguaje es muy fácil hasta que se intenta construir reglas que den cuenta de todos los casos posibles. La complejidad de acciones que parecen muy simples se olvida en ocasiones al discutir la inteligencia artificial.

Aunque señala los triunfos de los diversos estudios cognitivos, destaca sobre

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