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Prueba de Funcionalismo


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2022  •  Exámen  •  1.597 Palabras (7 Páginas)  •  52 Visitas

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prueba funcionalismo

2. De acuerdo a lo revisado en clases y a las lecturas pertinentes, señale y explique el valor y la importancia de la “teoría” y de las matrices sociales para la investigación en Comunicación. Sustente sus juicios a partir, principalmente, del texto de Erick Torrico, y a las discusiones desarrolladas en clases.

La “teoría” según expone Torrico es fundamental para el desarrollo de cualquier investigación, sobre todo si esta se desarrolla en el ámbito de la comunicación. Según se expone en el texto la relevancia de esta recae en la forma en la que relaciona una dimensión conceptual con una práctica, basándose en un sistema práctico científico. Para el autor, la teoría es “una lógica de percepción, comprensión y atribución de sentidos que se realimenta y auto perfecciona siempre en contraste con lo real observado y con otras aproximaciones conceptuales, afines u opuestas.” (Torrico, 2014)

La “teoría” tiene una ramificación llamada “las matrices sociales”, que entregan un mayor apoyo y coherencia. Torrico destaca cuatro de las principales matrices teóricas, entendiendo que una matriz es una visión macro, a partir de la cual nacen varias teorías, estas son: el estructural-funcionalismo, la dialéctica crítica, el estructuralismo y el sistemismo.

En el supuesto del autor, el estructural-funcionalismo es una de las matrices básicas. Entiende la sociedad como una estructura cuya estabilidad y adecuado desarrollo depende del desempeño de las funciones de los sujetos sociales. Torrico también explica que la dialéctica crítica, o materialismo histórico, se basa en las ideas de Marx, Engels y Lenin y asume que la sociedad se basa en modos de producción y adquisición de riqueza. Para el autor, la importancia de esta matriz radica en su vértice opuesto al aspecto estructural funcionalista, así como su aplicación y posible influencia en la historia moderna. El autor expone del estructuralismo que, este prioriza la relación entre las unidades más que en las partes que componen un todo. La cuarta y última matriz descrita por Torrico es el sistemismo. Para este último, toda la realidad es un conjunto de subsistemas interconectados. El sistemismo también pretende establecer principios generales para los fenómenos naturales y sociales, que los autores consideran como la matriz con mayor orientación científica.

“Las cuatro matrices teóricas sociales presentadas hasta acá constituyen el basamento de los principales desarrollos teóricos referidos al campo de la Comunicación. De ahí que su estudio resulte indispensable si se quiere hacer inteligibles los abordajes y enfoques concernientes a este último, concebido -tal cual fue dicho antes como una de las zonas de la realidad social de cada vez mayor relevancia.” (Torrico, 2014).

Son estas matrices de gran importancia dado a que desarrollan, profundizan y dan un respaldo a las investigaciones, logrando así una validez a la teoría en estudio.

En el texto, Torrico reafirma y reivindica el valor de la teoría como base para una investigación del campo de la comunicación de carácter sólido y consistente. Es así como la teoría crea un punto de agarre e inicio, además de entregar validez y sustento en base a un sistema impuesto con anterioridad.  “Dicho de otro modo, no puede haber saber de orden científico al margen de la teoría y ésta, con respecto a la demarcación de un territorio cognoscible, no puede existir sin un objeto definido.” (Torrico, 2014).

3. Considerando la crítica expuesta por J. Busquet y la encuesta sobre el concepto “masa”, explique y desarrolle los principales argumentos contra el concepto "masa". ¿Considera que el concepto sigue vigente? ¿Por qué?

El concepto de masa contiene importantes limitaciones conceptuales y metodológicas que dificultan la comprensión del papel de los mass media en la sociedad contemporánea y del público al cual se dirigen.

Primero, el concepto de masa es un concepto homogeneizante que parte de la base de que su público es uno pasivo e indiferenciado. Como bien señala Ien Ang, “Este concepto es problemático hoy en día por las fuertes connotaciones del término «masas» que indican anonimato, conformismo y homogeneidad.” (P.166). La realidad es que el público no es simplemente un escucha pasivo e influenciable, sino que está embestido de su propio contexto cultural y poder de decisión, por lo que sería incorrecto acuñar efectos directos de los medios de comunicación de masas en ellos y de asumir que los mismos constituyen una masa-entidad indiferenciada. Como señala Peter Burke “(…) Hablar de «cultura de masas» (…) es una manera peligrosamente estereotipada de pensar en los demás («nosotros» nunca somos «las masas», los otros sí lo son). (P.183)

Segundo, los medios de comunicación de masas no son omnipotentes y sus mecanismos de control y efectos sobre el público son limitados. J. Basquet expone que en caso de existir tales mecanismos de control no se podría medir la verdadera dimensión de su influencia y que, a su vez, subestima la capacidad crítica y decodificadora de los receptores que como se argumentó en el punto anterior, son entes críticos partícipes de contextos y cambios sociales. Al respecto, el autor argumenta que “En nombre de la libertad, dichos autores tienden, paradójicamente, a magnificar el poder de los grandes medios y a la vez a subestimar “los mecanismos de defensa” que disponen los individuos corrientes para hacer frente a la influencia pretendidamente irresistible de los mass media. (p. 151)

Tercero, la teoría de la sociedad de masas carece de una base histórica. Respecto a esto, y sobre el argumento de desconfianza y temor frente a las innovaciones tecnológicas en general y de los medios de comunicación social y la concepción de sociedad de masas en particular, J. Busquet señala que de cualquier forma el descubrimiento y aplicación de nuevos medios tecnológicos han ido siempre acompañados de “manifestaciones de temor y de desconfianza” (p. 152) y que este recelo está enmarcado en un conservadurismo que esconde una especie de nostalgia por el pasado, siendo ésta en realidad una visión pesimista respecto al proceso modernizador y sus posibles secuelas.  
Cuarto, y en relación con el mismo punto anterior, J. Busquet expone cómo los teóricos de la sociedad de masas poseen así mismo una visión del ser humano ingenua e idealizada, la de un “gentihombre renacentista”, que está en contraste con la realidad del hombre contemporáneo y que por lo mismo dificulta y limita una comprensión efectiva del comportamiento de los receptores en el seno de las sociedades modernas. Esta idea del hombre culto de “antaño” también esconde una visión elitista acerca de la cultura, como bien señala Dan Schiller “El concepto de «cultura de masas» (…) siempre se opuso al de «alta cultura» o simplemente al de «cultura» con mayúsculas, y se identificó de un modo vago con el concepto de «cultura popular». De este modo, el concepto de «cultura de masas» expresaba en medida variable la idea de que la cultura real, es decir la cultura de las élites, estaba siendo atacada por una «cultura de masas», idea tomada de los miedos conservadores anteriores a la revolución francesa e incluso más antiguos aún, en torno al «populacho», es decir, el pueblo.” (P.177)

Quinto, la teoría de masas contiene limitaciones metodológicas importantes que dificultan extrapolar su modelo a la situación actual. La base teórica y metodológica de la teoría de sociedad de masas está basada en la teoría conductivista, modelo lineal que plantea “describir la comunicación de masas como un proceso intencional que se realiza entre un comunicador institucional y un receptor colectivo final” (p. 154). Frente a este modelo J. Busquet se opone a la idea de que los mass media tengan un efecto conductual directo argumentando “(…) Parece evidente que los efectos que producen los medios de comunicación no son consecuencia o no tienen, necesariamente, una relación directa con las intenciones de quienes comunican, ni con el contenido de la comunicación” (p. 154).

Por último, y en relación con el punto anterior, J. Busquet plantea que muchos de estos estudios de recepción además de tener limitaciones metodológicas que los vuelven ineficaces ponen de manifiesto un “interés instrumental de “control” de públicos”. (p. 156). El autor defiende la idea de que el proceso de recepción de productos mediáticos debe entenderse como un proceso hermenéutico activo y creativo realizado por un receptor inmerso en un determinado contexto social. Se opone así a la idea de que la audiencia es una masa de consumidores “pasivos”, sino que al contrario estos” (…) Son productores activos de sentido, dado que decodifican los ‘textos’ mediáticos en función de sus circunstancias sociales y culturales particulares”. (p. 157). Como señala Miguel de Moragas al responder sobre el concepto masa:

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